Opinión

La raíz silenciosa de la enfermedad

La salud, o la enfermedad, no son meros eventos biológicos; son el reflejo de un complejo entramado entre la mente, cuerpo y entorno.
domingo, 1 de junio de 2025 · 08:03

La disociación es un factor importante en el desarrollo de la enfermedad. La falta de alineación entre el pensar, sentir y  actuar –la disociación– genera tensión interna que, a su vez, desencadena procesos inflamatorios que pueden manifestarse como enfermedades físicas.

Cabe destacar la importancia de la conexión con la intuición y el instinto como pilares de la salud. La incapacidad de conectar con uno mismo, a menudo producto de lealtades o fidelidades mal dirigidas, lleva a la incoherencia existencial. Esta, se traduce en una disonancia interna que el cuerpo manifiesta a través de la inflamación, afectando tanto al cerebro como a los órganos. La disociación, por lo tanto, se presenta como un desequilibrio fundamental que precede a la enfermedad física.

Asimismo, la etapa de la preadolescencia es un período crítico para el desarrollo de la autonomía y la conexión personal. La falta de un proceso de individualización en esta etapa puede resultar en una vida adulta marcada por la imitación y la repetición de patrones aprendidos en la infancia, especialmente durante los primeros siete años de vida, un período de alta receptividad y programación inconsciente.

También, vale resaltar la problemática de la complacencia y la búsqueda de la aprobación externa como una forma de autoagresión. La necesidad de agradar a los demás, a expensas de la propia integridad, genera una tensión interna que se manifiesta en enfermedades autoinmunes, donde el cuerpo se ataca a sí mismo como reflejo de la auto-traición.

Por otro lado, la idea del miedo al éxito es  un obstáculo para la salud y el bienestar.  Este miedo, arraigado en la necesidad de pertenencia y en el temor a la separación del grupo, puede manifestarse en comportamientos autodestructivos que impiden el desarrollo personal y profesional.  En cambio, el éxito en lugar de ser percibido como una amenaza, debe ser visto como una forma de amor hacia uno mismo y hacia los demás, un ejemplo que inspira a otros a trascender sus propias limitaciones.

En tanto, se debe tener en cuenta la conciencia y  autorreflexión para sanar traumas infantiles y evitar la recreación de patrones disfuncionales en la vida adulta. La enfermedad, en este contexto, se presenta como una señal de que hay aprendizajes pendientes, una invitación a la introspección y al cambio. La salud, por lo tanto, es el resultado de una vida coherente, alineada con los propios valores y propósitos, una vida en la que el pensar, sentir y  actuar se encuentran en armonía.

Comentarios