Opinión
La obligación impostergable
La oposición enfrenta el desafío de unirse y construir una propuesta política y social con proyección de futuro.Desde la llegada al gobierno del Presidente Milei y su séquito, nuestro país ha comenzado a transitar un camino terriblemente peligroso, consistente en pretender bajar la inflación a cualquier costo, aunque el costo consista en pulverizar el salario de los trabajadores, despidos masivos en el sector público y privado, destruir el tejido social y productivo de provincias y municipios, retacear fondos de coparticipación, paralizar por completo la obra pública, seguir tomando deuda con el FMI, tomar a los jubilados como variable de ajuste de los gastos del Estado (reprimiéndolos, por si fuera poco), nombrar impunemente a jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación por Decreto, violentando la Constitución Nacional; desfinanciar las Universidades Públicas, destratar y desconocer a los demás poderes del Estado, maltratar a los legisladores llamándolos “escoria”, y a los ciudadanos que no piensan como él, llamándolos “mandriles”, liberar las tarifas de los servicios públicos sin miramientos, retirar la cobertura de medicamentos a los jubilados, etc, etc, etc. Y así podríamos estar horas describiendo un programa llevado a cabo con absoluta brutalidad, y que por desgracia sus consecuencias no resultarán novedosas ni desconocidas.
En la Provincia de Buenos Aires hay más de 1.100 obras paralizadas por completo (muchas en estado avanzado de realización, y con el peligro de deteriorarse, con el daño adicional que ello conlleva), de cada 10 desempleados nuevos, 8 son bonaerenses; el consumo se ha desplomado a niveles registrados hace 10 años atrás; la actividad económica cayó 8,5 puntos interanuales; se perdieron más de 11 puntos de Coparticipación Federal, y se suprimieron partidas presupuestarias en Salud y Seguridad.
Milei no sólo no bajó ningún impuesto como prometió en campaña (se acuerdan que ofreció como garantía a esa promesa la amputación de su brazo derecho); no sólo no dolarizó la economía; no sólo no cerró el Banco Central, y no sólo no sacó las retenciones al campo, sino que, no conforme con eso, dedicó buena parte de su tiempo a pasear por el mundo junto a su hermana, variando su violento discurso según la interpretación que hace él, de tiempo en tiempo, de los deseos del Sr. Trump, tornando sinuosa y contradictoria (por no decir bizarra) la política exterior del País, avergonzando a todos los argentinos, incluidos los empleados del Servicio Exterior de la Nación.
Ni hablar de las posturas negacionistas con respecto a la dictadura militar, sus víctimas y las políticas de DDHH. Ni de sus dichos homofóbicos y el criterio que tiene en relación con la sexualidad de las personas. Ni la posición con respecto a las Islas Malvinas y su fascinación por Margaret Thatcher.
El colmo fue la promoción de la criptomoneda Libra, de dudoso origen, que constituye a todas luces una estafa de proporciones bíblicas.
Y ésta no ha sido, lamentablemente, la única estafa del Presidente, (ni la más gravosa), ha estafado a las personas que lo votaron y confiaron en él.
Como frutilla del postre, todo este ajuste, destrucción, entrega, vaciamiento, dolor y sufrimiento, -en tan corto tiempo-, ha sido coronado con la toma de más deuda con el FMI, admitiendo tácitamente el fracaso rotundo de este plan perverso, donde ganan unos poquitos, y que deberá ser pagada por tres generaciones como mínimo.
Es por ello que se impone, en la oposición, una obligación apremiante, consistente en deponer egos y estrecheces de miras, y presentar un proyecto serio y consistente en lo económico y también en lo político y social, moderno y con proyección de futuro dejando de lado prácticas y visiones obsoletas, que ya no interpretan ni interpelan al vecino.
Bajo el cuentito de la “Libertad” y el deseo de destrucción del Estado (Milei se autodenomina un “Topo”), se utilizan todas las herramientas proporcionadas por éste para avasallar las Instituciones y los contrapesos de poder.
Bajo “la mano invisible del Mercado” subyace la mano bien visible de los mismos de siempre (Caputo, Sturzenegger y cía.), y bajo el estandarte del mercado como panacea, aparece el mercado como Instrumento.
La incapacidad de los ciudadanos para incidir sobre la marcha de este “mercado”, -y el Estado “Libertario” al servicio de este desatino- da como resultado y explica la sensación de impotencia de la población y la creciente apatía sobre la política.
El gobernador Kicillof (en ocasión de lanzar el amplio movimiento que lo respalda, el MDF) ha sido muy claro con respecto al rumbo a seguir. Que los odios y recelos prefabricados no nos nublen la capacidad de razonar, y que no nos impida juntarnos y unirnos para que el Pueblo tenga una alternativa real a estas políticas deshumanizadas y que pulverizan la soberanía de la Patria.
En las próximas elecciones todas las fuerzas políticas comprometidas con la democracia tienen la responsabilidad de coordinar esfuerzos. Hay que ponerle un límite a este desenfreno. ¿Este país queremos?, sin trabajo y sin producción, sin industrias y entregado a los negocios financieros de unos pocos? Nadie debería hacerse el distraído. Como bien dice el dicho popular: uno puede negar la realidad, lo que no puede es esquivar las consecuencias por haber negado la realidad.