Reflexiones / Por Lucas Cortiana

Alicia vs. el brainrot italiano

Tralalero Tralala, Bombardino Crocodilo y Ballerina Cappuccina, ¿quiénes son en el mundo de TikTok y porqué se los considera “podredumbre cerebral”?
domingo, 5 de octubre de 2025 · 08:00

I

Dice Luis Maristany en el prólogo de Alicia en el país de las maravillas —editado por Plaza y Janés en 1986— que una niña de diez años hija del decano del college de Oxford de nombre Alicia Pleasance y de apellido Liddell Hargreaves Taylor, le pidió a Lewis Carroll que le cuente una historia a ella y a sus hermanas, pero reclamando un único requisito: “que sea un sinsentido (nonsense, en inglés)”. Así, la niña pedía “que no haya mensaje, sea cual sea, sentimental, patriótico o moral”. Sólo el juego por el juego. No es de extrañar que Carroll, en sus excursiones por el Támesis, donde improvisaba sus cuentos, incorporara personajes y escenarios absurdos como la oruga fumando un narguile, el croquet de la reina o el Gato de Cheshire.

“En un mundo de locos, tener sentido no tiene sentido”, es una de las frases más repetidas de aquel libro. Carroll se valió de la poesía del sinsentido y de un mundo del revés para transmitir “un mensaje que produce desconcierto y placer […]; que por una parte carece de significación” y sin embargo, al mismo tiempo permite comprender y construir un determinado concepto de mundo.

II

La letra de “Chimpanzini Bananini”, también carece de significado: "¡Chimpanzini Bananini! Wa wa wa bannanuchi monkey monkey uchi". O la de los personajes Brr Brr Patapim y Ballerina Cappuccina. Personajes que circulan en las redes sociales con una velocidad que sólo toleran los niños y adolescentes, y una vorágine que sólo caracteriza lo banal. El fenómeno se llama “brainrot italiano”, es decir “podredumbre cerebral italiana”. Son criaturas absurdas, generadas por inteligencia artificial, que combinan cabezas de tiburón con zapatillas Nike, cocodrilos convertidos en bombarderos o bailarinas con tazas de café por rostro. Su hábitat es TikTok o YouTube, donde aparecen acompañadas de voces sintéticas, frases truncas y letanías en falso italiano sin sentido que se repiten hasta la saturación. El efecto buscado no es la risa franca ni la sátira, sino un vértigo de imágenes donde lo descabellado se vuelve adictivo, en franca comunión con la era del scroll y el contenido desechable y superficial.

III

A primera vista, es un fenómeno que podría vincularse con la tradición literaria del nonsense. En Alicia, Carroll supo demostrar que el disparate no es mero residuo, sino una forma de inteligencia que subvierte el orden del lenguaje y abre la puerta a nuevas lógicas literarias que legitiman a los sueños, la imaginación infantil o la libertad verbal. El Jabberwocky o las paradojas de la Reina Roja no son caprichos vacíos, sino invenciones que expanden los límites de lo decible. En el prefacio de Alicia a través del espejo, el autor debía explicarse: “Pronúnciese “flexosos” como si fueran dos palabras, “flex” y “osos”; hágase dura la “p” en “giroscopiaban” y pronúnciese “verdirranos” como para rimar con “soberanos””.

Pero el “brainrot italiano”, en cambio, no alcanza esa densidad. El sinsentido que ofrece dista de ser poético y se acerca más a lo maquinal, sencillamente porque no nace del ingenio humano, sino de un algoritmo que combina estímulos arbitrarios con la finalidad de mantener la atención unos segundos más. Allí donde Carroll exaltaba el placer de la imaginación, lo que aquí se produce es un consumo rápido, desprovisto de elaboración, que deja tras de sí la sensación de un tiempo perdido. De hecho lo más perturbador en términos políticos, que lo emparenta con el humor ácido y la sátira —estrictamente humanos y controversiales— sean los audios de Bombardino Cocodrilo aludiendo a la situación de Gaza y el de Tralalero Tralala blasfemando contra el dios cristiano y musulmán. Incluso en estas situaciones, la falta de armonía entre una situación aceptable y un contexto absurdo genera confusión discursiva. 

El lingüista y etimólogo de las redes sociales Adam Aleksic dijo: "Si quieres entender los memes del “brainrot italiano” que son tendencia en este momento, tienes que leerlos a través de una lente posmodernista que considere cómo construimos la verdad en el contexto de la IA y el algoritmo". Por lo tanto, el riesgo no es el disparate sino la naturalización de una cultura donde el sinsentido es vacío de contenido en vez de una apertura al juego de la invención y al descubrimiento. El “brainrot” convierte el absurdo en una coreografía mecánica, donde la repetición sustituye a la creatividad y en lugar de abrir caminos de pensamiento, los clausura. Parafraseando al artículo de Robert White, ex editor de The Daily Telegraph, “¿Es la “podredumbre cerebral italiana” la tendencia más estúpida de Internet hasta la fecha?”, señala como principales peligros que anestesia la mente con estímulos inconexos, entrena al espectador en la pasividad y lo habitúa a un sinsentido sin horizonte.

Aunque Carroll demostró que el absurdo puede ser un modo de pensar distinto y liberador, el “brainrot italiano” nos revela una señal de estos tiempos: también puede ser un modo de no pensar en absoluto. Y la diferencia es decisiva. En un caso, el nonsense es literatura y en el otro, apenas ruido.

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