María Cristina: el impacto de la simpleza

En la semana se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de mi Mama. Extrañar todas las mañanas es el ejercicio, que, entre lágrimas y recuerdos, logra que esté presente en todos los días de nuestra vida familiar.

En épocas de consumo descontrolado, de exitismo, de publicar cada logro profesional o económico (entre otros), de ver al “otro” como un enemigo, de la desaparición de la solidaridad; siempre existen personas que son “un faro para nuestra oscuridad”. Y de eso se trata a esta altura, quienes pasan por nuestras vidas y cruzan nuestras experiencias, pueden generar las peores situaciones vividas o recordar su accionar como una bendición. Y entre esas bendiciones, se encuentra lógicamente, mi Mama.

Un Ser que supo llenar el espacio de amigo, de vecino y de familiar. Su acompañamiento en lo bueno y lo malo, su presencia en todos los momentos importantes de nuestras vidas: nacimientos, cumpleaños, actos de graduación; entre otros. Sin embargo, como toda persona excepcional, supo estar también en lo sencillo: el mate de todas las tardes, las fiestas escolares de los nietos, las charlas de historias repetidas, consejos, y mucho más.

A años de tu desaparición física, juro que este “duende en Bicicleta” está más presente en el barrio de la Calle 28 y Garibaldi, visitando a los hermanos sentados en la vereda de la tía Eva. Charlando con vecinos y comprando en los almacenes. Su periplo por esta vida, nos deja como aprendizaje que lo simple, lo cotidiano, lo básico; es esencial a la hora de valorar una persona. Que lo simple es de alto impacto, y que dura en el tiempo. Que tu generosidad se expresa en los buenos recuerdos, y de eso se trata…trascender y ser parte importante en las vidas de los demás. A María Cristina Beccaria, mi Mama.