Marcos Larrañaga
El guitarrista y compositor tanguero presentó "Jardín de infierno"
En una extensa nota en Página 12, de la que hacemos un extracto, el artista habla de sus influencias musicales y el significado de su nuevo trabajo.Siempre es una buena noticia que personajes y artistas de Chivilcoy trasciendan los límites de las rutas 5 y 30 y lleguen a los medios de circulación nacional, como es el caso del músico Marcos Larrañaga, quien hace poco presentó su último trabajo discográfico “Jardín del Infierno”.
Fue entrevistado por Juan Manuel Mannarino, para el diario Página 12 y la nota se titula “Marcos Larrañaga y un dream team”, donde se habla de la trayectoria y la génesis del disco. Se puntualiza en la tradición tanguera de Chivilcoy, el recuerdo de otros músicos de nuestra ciudad como Carlos Carosella, de los que Larrañaga se nutrió y fueron parte de su formación para el presente. Debido a ser un extenso texto, se hizo un extracto del artículo.
“En su segundo disco, el músico nacido en Chivilcoy se anima a diferentes ritmos rioplatenses como el candombe, el vals y la milonga y también a escribir sus propias letras. Lo acompañan, entre otros, Cucuza Castiello, Chino Laborde, Julieta Laso y Limón García”, se describe en el inicio.
Se expresa que para este guitarrista y compositor nacido en 1980 en Chivilcoy, Jardín de infierno “constituye más que el dato de ser su segundo trabajo como solista. A diferencia del anterior, el sonido abarca un abanico de ritmos rioplatenses como el candombe, el vals y la milonga además de tango, y, sobre todo, música y letras propias con la colaboración de un dream team local: de Cucuza Castiello a Chino Laborde, de Julieta Laso a Limón García”.
“Jardín de infierno es como esa flor en la vereda que nace entre el cemento gris o en un ojo de agua en el desierto”, lo define Marcos Larrañaga, y no esconde su orgullo por el “derroche” de tanto talento reunido, con Martín Cecconi y Daniel Ruggiero con sus bandoneones y Jorge Mazaet y Juan Otero con sus guitarras. Fruto de una generación de nuevos instrumentistas y compositores del tango, Larrañaga arrancó sus estudios en el conservatorio Alberto Williams de su pueblo y en paralelo aprendió los primeros tangos con Carlos Carosella, gran guitarrista de esa ciudad. Una decisión, entonces, le cambió la vida: a los 20 años viajó a Capital para estudiar con el gran maestro Aníbal Arias en la Academia Nacional del Tango”.
Se destaca que, en su formación fueron entrando Abel Fleury, Oscar Alemán, Colacho Brizuela, Hugo Rivas, Juan Falú, Juanjo Domínguez, Ubaldo de Lío y otros intérpretes. “Las guitarras de Gardel y de Agustín Magaldi también fueron escuela. No había data cuando arranqué, escuchábamos obsesivamente sus casetes y discos. Y ahí poníamos la oreja”, rememora.
Las letras del tango de los cuarenta, con ese perfume de yuyos y de alfalfa, solían colorear su infancia de Chivilcoy. Un pueblo de gran tradición tanguera donde nació Pascual Contursi, autor de “Mi noche triste”, grabado por Gardel en 1917 y considerado como el primer tango-canción. Y tierra también de Argentino Galván, conocido como un gran arreglador, el de la orquesta de Troilo en la época de oro. “Recuerdo claramente a mi abuelo silbando la melodía del tango Silbando (valga la redundancia). Entenderla y sentirla como algo nuestro, algo en común e intergeneracional, que podíamos cantar los dos. Algo que hasta el día de hoy me pasa, y espero no perder jamás esa pasión”, desliza el también profesor del conservatorio Alberto Williams en la cátedra de Apreciación del Tango.