Una amistad de 48 años y un símbolo tatuado que la refleja

El disparador fue el tatuaje que les hizo Adrián López, símbolo con el que quisieron simbolizar una amistad que las une hace ya 48 años, “ya para 49, pero como es el hoy, no quisimos esperar a los 50”, apuntó Marina.

Lili es Liliana Haydee Bastiano, quien con 64 años está casada con José Lezcano y tiene dos hijos, Franco y Nicolás, y tres nietos; mientras que Mari es Marina Ester Flores de la misma edad, quien tiene una hija llamada Yamila, es separada y vuelta a casar hace ya 30 años.

La historia comenzó en el tren

“Estaba por cumplir los 16 años”, recuerda Mari, “estaba en el andén de la estación junto a mi tía con quien viajaba a Mercedes por un trámite, y una señora de ojos claros hermosos, me sonrió y yo le devolví la sonrisa”, relató, “al volver para Chivilcoy, nos sentamos justo con la misma señora y nos pusimos a charlar. Yo tenía una tela para hacerme una pollera y la señora me dijo que sabía coser y que me la hacía, y también me dijo que tenía una hija de mi misma edad con quien podía hacerme amiga, y esa hija era Liliana”.

Con el correr de los días, se conocieron y empezaron a salir, “era como si nos conocieramos de siempre, y desde años es así, la base de esta amistad es que jamás nos juzgamos, la vida te va separando, tomás diferentes caminos, pero siempre estamos la una para la otra, nos entendemos más allá de las palabras, nos conectamos casi telepáticamente”, ríe, “creo que incluso de vidas pasadas”.

“Mari estuvo viviendo entre los 16 y 18 años en mi casa y se convirtió en una hermana, es por eso que le digo “herma”, podemos tener buenos conocidos e incluso amigos que si golpeas la puerta están, pero la verdadera amistad es saber respetarnos, esperar los tiempos, llamarnos con la mente, respeto sobre todo”, sigue Lili, “creo que en los tiempos que corren es muy difícil, nosotras estamos mimetizadas, por ejemplo cuando quedé embarazada de mi hijo Franco, ella se dio cuenta enseguida, y yo ni siquiera sabía, y así fue, de esas anécdotas tenemos un millón”.

Anécdotas y vivencias

Marina cuenta sobre la adolescencia compartida que, “nosotras salíamos el sábado a la noche y el domingo a la mañana teníamos a la mamá de Lili, mi tía Suchi, con el mate sentada al borde de las camas preguntándonos cómo nos había ido, y nosotras le contábamos todo, absolutamente todo”.

“Anécdotas hay un montón, por ejemplo teníamos un peso y lo repartíamos entre las dos, en casa había necesidades, porque éramos cuatro, más Mari y mis papás, entonces repartíamos hasta el pan, que a Mari le gustaba el codito, entonces yo me comía la miga. De tener poca ropa para el sábado, entonces la lavábamos y la intercambiábamos entre las dos, cuando empezamos a fumar, también compartíamos los puchos”, enumera Lili.

“Me estás dejando sin anécdotas”, dice pícara Marina, “ella es geminiana y yo acuariana, así que imaginate que a la mañana no nos levantábamos sonriendo”, agregó, “nos mirábamos de reojo, pero jamás discutimos, nunca peleamos”.

Crecer juntas

“Yo perdí a mis padres de grande”, indicó Liliana, “y Mari siempre estuvo en mi corazón, porque para ella eran sus tíos, como los nacimientos de nuestros hijos”.

“Muchas veces nos quisieron separar”, agregó Marina, “nuestras parejas, el actual esposo de Lili y mi esposo de ese momento, pero nosotras nos escapamos y nos encontrábamos, ahora es distinto, cero drama con ellos, pero al principio hubo problemas, lástima que eso no nos permitió compartir ciertas cosas importantes, por ejemplo cuando me casé no la pude invitar a Lili a mi casamiento, y me acuerdo que ella estaba enfrente con otras amigas y me saludó, y me quedó un dolor profundo, hoy si se repitiera la historia no me pasaría de nuevo, si tuviera que vivir de nuevo, cambiaría ciertas cosas, tenía 20 años y otra madurez, otros tiempos”.

El empoderamiento de las mujeres

Ambas reconocen que forman parte de una generación a la que le tocó hacer un gran cambio para las mujeres, “en mi caso pasaron muchas cosas”, apuntó Marina, “muchas cuestiones familiares, me fui a la casa de Lili a los 16 años, y después me casé con el papá de mi hija, una excelente persona, pero es muy diferente el querer a alguien y amar, y yo lo entendí mucho después, hoy hace 30 años que estoy en pareja con otra persona, estuve 13 años casada”.

El tatuaje

Significa el nombre de Marina, pero les gustó a las dos, “vimos varios tatuajes y nos quedamos con ése, y lo hicimos en distintos brazos para que queden a la par”, explicó Marina, “para que esperar a los 50, es una estrella y tiene una cruz, ambas somos muy creyentes, esotéricas, brujitas buenas”, ríe.

Al ser consultadas por algún pendiente, Lili dice que un viaje, “estamos en una edad en la que los chicos son grandes, yo tengo nietos, así que estaría bueno”.

Claves para sostener una buena amistad

“Creo que es como en una pareja, es saberse respetar, no faltarle al otro”, apunta Lili.

“Aceptar la libertad de cada uno sin juzgar”, agrega Marina, “eso es una amistad, pasa el tiempo y nosotras nos seguimos encontrando”.

Marina es de San Lorenzo, hincha de Chevrolet y ama a La Beriso, mientras que Liliana es de Boca, hincha de Ford, y tiene un gusto musical más amplio, según dice, “somos como el yin y el yang, nos balanceamos” dice Lili, “yo soy más amiguera y ella no tanto, en redes sociales tengo casi 5.000 amigos”.

“Nos divertimos mucho juntas, nosotras dos venimos en combo, ella es más extrovertida y yo estoy detrás”, dice Marina, “tengo empatía, yo siento a las personas pero con un perfil más bajo, creo que teníamos esa asignatura, la de encontrarnos en esta vida y seguiremos unidas a través de la energía”.