Opinión

Nacer entre las grietas del asfalto

Lucas Cortiana
domingo, 30 de julio de 2023 · 08:00

Debe ser porque no es planificada y casi siempre sigilosa, que la muerte, y no de común acuerdo, acontece en cualquier parte. Tan inesperada como esperada, físicamente natural, científica, empírica e históricamente comprobada, nadie se acostumbra a su existencia inconveniente y se la resiste con voluntad empecinada. En los hospitales y quirófanos, en las camas de la vieja casa familiar, en las calles para engrosar el número de las estadísticas de la delincuencia o los accidentes de tránsito, en los campos de combate; también en la cima del Everest o en submarino por el reino abisal. Por las razones opuestas, en especial por la previsibilidad declarada de una panza indiscreta, nacer sucede en únicos lugares y singulares manos.

Por eso, ser un nacido al sol, como teniendo una ventana abierta al cielo desde el primer llanto, es de esas rarezas que cada tanto ostenta la vida. Así, sin complejos de vergüenza de ser descubierta por el mundo, fue dada a luz una niña mendocina la semana pasada. Como un guiño de Dios de predilección, la pequeña nació en el barrio La Favorita, ayudada por dos policías, parteros improvisados, que bien podrían haber sido ángeles de Botticelli. Estos ángeles, por caso, Fernández y Rodríguez, que acudieron al llamado de emergencia, observaron que la mujer había roto bolsa en la pavimentada intersección de Aliar y Alfonsín, subyugada por la inexorable fuerza natural, y que la beba ya asomaba su cabeza con total desparpajo ante los transeúntes alborotados por el original parto.

Lo interesante de los sucesos extraordinarios es que invitan a los asistentes a no proceder sobre supuestos y actuar con originalidad de acuerdo al acto original que los convoca. Así, los oficiales, apartaron de su equipamiento las macanas, esposas y balas de goma para convertir su bolso táctico policial en un neceser con toallas y artículos de higiene y modificar las voces intimidantes de “tiene derecho a permanecer en silencio” ahora en empáticas alentando al pujo.

Los canales de TV, que siempre están sosteniendo un cartel de propaganda de muerte, poco han dicho de este vistoso brotar de la vida por entre las grietas del asfalto, como esa flores indómitas en cualquier rendija, como esos yuyos que nacen porque sí, sin dar razón de la existencia. Por aquella apatía de los medios, aun no pude enterarme del nombre con que llamarán a la niña, y tal vez, jamás aparezca, porque el espacio que ocuparía su nombre en los sócalos ya ha sido comprado por los nombres propios de la política y el poder. “Llevamos muriéndonos desde que llegamos aquí y hemos olvidado disfrutar el paisaje”, escribió la poeta india Rupi Kaur, y mientras que haber olvidado apreciar la belleza se enmienda ejercitando la memoria y los sentidos, sólo insistiendo en nacer, porfiada y obstinadamente, a cada rato y en cualquier camino, nos devuelve la preferencia por la vida por sobre cualquier otro día inútil de muerte.

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