El dolo eventual en la Causa Maradona y su simetría con la causa Delasavia

La causa de Diego Maradona, me parecía un ejemplo más que importante -por la relevancia que conlleva el mismo nombre Maradona y el tipo de proceso del que vamos a tratar- y allí podrán percibir la simetría que vincula este caso, con el caso de Maximiliano Delasavia. En ambos casos el dolo eventual, parece ser el camino más propicio. El caso Maradona ya cuenta con 2 años, 5 meses, y 5 días, y hace solo 12 días, la Cámara de Apelaciones y Garantías, la Sala 3 de San Isidro, dispuso la elevación a juicio oral y público de la causa con los ocho imputados que se encuentran en la misma. Los imputados en dicha causa son, médico de cabecera como Leopoldo Luque, después médico clínico Di Spagna, que también estaba a cargo de Diego, jefe de enfermeros, enfermeras, todos ellos han sido para la justicia, responsables por la muerte de Diego, actuando con dolo de manera eventual. Es decir, no hay un dolo directo, no hay una intención plena de causar la muerte del occiso, en este caso de Diego Armando Maradona, sino que hay un claro desmedro, una clara falta de empatía, un claro conocimiento de las consecuencias que podía conllevar la falta de la atención médica que debían prestarle.

Tengamos en cuenta que, Diego ingresó el día 11 de noviembre de 2020, a una casa en Tigre con cuidados domiciliarios, situación que días después, se transformó en internación domiciliaria, por pedido de los médicos. Y que tan solo 14 días después de dicha internación domiciliaria, el estado de salud de Diego termina decantando, lamentablemente, en la defunción del astro futbolístico, el día 25 de noviembre de 2020. En estos catorce días, los médicos y enfermeros, intercambiaron varios mensajes de WhatsApp, que es lo que tomó la justicia en un grupo de WhatsApp denominado “Tigre”. Y en ese grupo de WhatsApp, las omisiones estaban claras. O sea, había irregularidad en el control de los signos vitales de Diego, tenía que ser todos los días a determinado horario, es una cuestión de tamaña e importancia, y se denotaba la falta de ese cuidado primario, que debe ponderar en este tipo de patologías. En segundo término, el jefe de enfermeros no sabía si se hacían los controles y él mismo lo declaró en la causa. A esto le podemos sumar, como les mencioné, mensajes de WhatsApp, que sostenían: “cuidémonos desde lo legal”. Ello se sostuvo, cuando un fin de semana sabían que lo dejaban a Diego de la manera que él quería y no en la que debían, porque claro, Diego se oponía a lo mejor a algún tipo de cuidado.

Ahora bien, a estas alturas vale preguntarse ¿qué pasa cuando el mismo paciente que está lúcido, no quiere que le realicen tratamientos? Lo que pasa es que la ley es clara en este tema, eso es lo que juega en contra de los profesionales. En primer término, la ley 26529, para estas situaciones exige en su artículo dos, que sea por escrito consentida la falta de prestación de un servicio, más de suma importancia y vitalidad como ésta, porque Diego tenía una situación abdominal muy severa y complicados sus signos vitales, con lo cual, amén de lo que pueda o no creer el paciente, si el paciente no consiente de manera escrita este rechazo a las terapias o los procedimientos médicos, lamentablemente, la responsabilidad es plena de los profesionales intervinientes, tanto por su acción como por su omisión. Inclusive, la responsabilidad es plena tanto de quien no ejerce el control como quien pide que no se acerque. En este caso Luque, -conforme consta en la causa- le pidió al médico puntualmente al Dr. Di Spagna, que no ejerza unos controles, siendo ambos responsables, tanto Di Spagna por no ejercerlos, porque Diego no quería, como Luque por no hacerlo. Y esa serie de omisiones han quedado plenamente plasmadas en la investigación. También los enfermeros diciendo, …” bueno, pero si el médico me decía que no, yo no podía hacer nada” ... Y esto no es así, porque la relación médico enfermero no es una relación de mando - obediencia, es una colaboración profesional.

Entonces, muchas personas sabían lo que pasaba, creo que los ocho acá sabían lo que pasaba, sabían que Diego, tenía una personalidad avasallante y a veces aceptaba o no ciertos tratamientos, pero, de todas maneras, esto no exime responsabilidad penal a quien tiene el deber de cuidado, porque reitero, si no está el consentimiento informado, o sea, si la persona por escrito no vuelca a su intención plena de no tener cobertura, no tener una atención, el personal de salud será responsable.

Esta serie de omisiones, sumado al peligroso cuadro que presentaba Diego, conllevaron a su defunción el día 25 de noviembre 2020. Como verán, en la presente causa, tenemos una imputación por homicidio con dolo eventual, es decir, una condena en abstracto de 8 a 25 años de prisión, en caso de ser condenados penalmente, con sentencia firme. Y en el caso, teniendo en cuenta que son médicos que no prestaron las labores que deberían prestar, enfermeros que no prestaron las labores que debían prestar, y eso conllevó a un desmejoramiento, y entendió la justicia, que hay un desinterés por la vida del otro, que se ha actuado de una manera con total desprecio a la vida.

Ahora me pregunto, ¿no es desprecio a la vida perseguir a un pibe de 18 años en contramano a máxima velocidad, a pocos metros de distancia, con sirena para generar más amedrentamiento y causarle la defunción? Sumemos a ello, retirarse de la escena luego de causar la situación fatal, en otro claro desprecio a la vida humana. Sumémosle a ello, el silencio cómplice de muchos intervinientes. Todo este coctel de irregularidades, entiendo acabará como la causa Maradona, con imputados por homicidio con dolo eventual. Si ello ocurriese, de aquí en más ni médicos omitirán su deber a pesar del temperamento del paciente, ni agentes de tránsito desarrollarán labores asimilables a una cacería de brujas. Sólo la justicia cambiará estos peligrosos hábitos…