Sergio Antonio Marti

Plaza de Almas: Una trinchera para un artesano

Con sus 58 años y cuarenta de trabajo formal, pateó el tablero de las obligaciones del sistema para dedicarse a pleno a la creación de sus estatuillas, que ya viajan por el mundo e inmortalizan a grandes artistas y personas de barrio. El descubrimiento del tiempo y su libertad, la trascendencia y la poesía como exorcista de la vida misma.
domingo, 26 de marzo de 2023 · 08:02

Sergio Antonio Marti es ante todo un creativo de puro cepa; dibujante y diseñador gráfico, supo estudiar periodismo hace ya algunos años. Desde hace diez años, forma parte de la Feria Artesanal de Chivilcoy y transita los pasillos de la literatura local con su poesía. En su haber, los libros “El Barrilete”, “Sombreros” y “El Náufrago”, este último de poesías, su más reciente herramienta de comunicación dentro de la literatura.

La cita es en “Plaza de Almas”, su taller ubicado en la parte de atrás de su casa, la que comparte con su mujer y sus dos hijos, “este espacio estuvo pensado desde hace seis años, y recién ahora lo pude concretar”, comparte con LA RAZÓN, sobre el reducto que utiliza como usina de arte, en un patio compartido con la huerta, los perros y las aves que vienen a visitarlo cada mañana, ya que confiesa que su rutina comienza muy temprano, cerca de las seis de la mañana, pava en mano, radio y los primeros rayos del sol que interrumpen por los vidrios de la “trinchera”.

“Siempre hice esto en los ratos que tenía y podía, trabajé cuarenta años como diseñador gráfico y ahora me jubilé, entonces tengo la libertad de hacer las cosas que me gustan, hace diez años que me dedicó de manera ininterrumpida a las artesanías y a la escritura, siempre en pequeños momentos, entonces ahora aprovecho a pleno”.

“Plaza de Almas”

 “Desde esta trinchera, voy para atrás, en vez de ir a “lo bonzo” como todo en esta vida actual, al fuego como la mariposa, no tengo dispositivos, sólo la radio que me acompaña, los pájaros, el tiempo, el compartido con mis hijos por ejemplo, ya que uno se da cuenta cuando ya están a la misma altura, y te preguntás dónde estuviste todo ese tiempo. Ahora me dedico a cocinar todos los días, a colgar la ropa, estar con la familia y los amigos”.

Sobre la construcción de “Plaza de Almas”, cuenta que fue completamente colaborativa, “esa ventana increíble me la donó una amiga, la fuimos a buscar a un campo”, ilustra sobre el ventanal, mientras confiesa que los vitraux que se asoman entre los ladrillos, son nada menos que botellas de ginebra, color verde, que tomó durante los dos años de pandemia y encierro, “mi vecino me dio una gran mano, mucha gente generosa, la vida te premia con estas cosas. Yo le doy valor a la libertad, no a la guita, el poder hacer lo que me gusta, con mucha devolución por parte de la gente”.

Un salto al vacío

Así sintetiza a sus estatuillas, “a mi vienen y me piden, haceme a mi hermano, por ejemplo, gente que no conozco, lo hago con una foto, y vamos con saltitos, un salto al vacío a ver qué pasa”, ríe, “uno se da cuenta lo finito que es todo, tengo más tiempo para andar en los bares, estar con los amigos, ahora me gano el mango con esto. Toda decisión tiene un costo, hay que tomarla, si medimos costo/beneficio todo el tiempo te la pasas haciendo cuentas y no haces nada”.

“He sido bastante cagón toda la vida, dentro de la estructura, del sistema. Entré en la empresa donde estaba en el 86´ en Buenos Aires, luego trabajé como proveedor porque no tenían dibujante, fueron muchos años. Trabajé siempre, tengo cuarenta años de aportes y tengo 58, imaginate”, describe.

El darse cuenta

A partir de algunos episodios de salud, Sergio decretó “yo no me voy a morir acá”, y el “acá” significaba trabajando en el laburo de tantos años, “durante la pandemia pensé quiero morirme haciendo lo que me gusta. Disponer del tiempo es una fortuna, vengo al taller a las seis y tomo unos mates con la radio, laburo tranquilo, cocino y pienso.  Próximamente vamos a poner una cocina a leña en el taller, para hacer las comidas de olla que tanto me gustan”.

“El arte me salvó, a partir de que empecé a escribir con la hipoacusia de mi hijo Valen, en esas angustias y esperas, cuando lo llevábamos a Buenos Aires, en el 2012”, apunta sobre el comienzo de la escritura, y confiesa que el tema de las artesanías tuvo más que ver con la falta de recursos que otra cosa, “cuando compramos la casa, no nos había quedado un mango para nada y Candela era muy chiquita (su hija mayor), entonces cuando iba a los cumpleaños de sus amiguitas, no teníamos guita para los regalitos, yo hacía muñequitos, así que el primero fue un portalápiz con un muñequito”.

Así comenzó su recorrido, desembarcando en la Feria Artesanal, donde hace muchos años que se lo puede encontrar en su puesto, con su clásico sombrero de ala y en compañía de sus personajes hechos estatuas. Llegaron los pedidos, las recomendaciones, estatuas de artistas, escritores, estatuas que viajaron a todos lados, “en un momento me contrataron de un Centro Cultural de Buenos Aires para hacer estatuillas, por ejemplo para Ignacio Copani, o el Negro Fontova, muchos que viajaron, como un caballo de Troya de Galeano a Estados Unidos”, ejemplifica.

Proceso creativo

“El ocio es lo mejor que te puede pasar porque se te ocurren cosas que si estas en el traqueteo diario no se te ocurren, cualquier delirio puede ser una buena idea”, indicó, “tengo empezadas veinte mil cosas, la organización no es mi fuerte, pero estamos en el ruedo, cumpliendo con los pedidos e intentando tener mercadería para la Feria. Trabajo con materiales como hueso, lamparitas, con materiales reciclables, con cosas que saco de la basura, trabajo con las manos, cada pieza es única, no tengo sacabocado o molde, las amaso con las manos”.

Mi público siempre fue popular, a pesar de que tengo dos o tres clientes buenos, es por eso los precios accesibles, con materia prima de bajo costo, uso poca porcelana, me voy manejando”.

La Escritura

“Escribo a diario poesía, desde hace tres años”, confiesa y para muestra, se lo puede leer todas las semanas en el Suplemento de la Mujer de nuestro diario, “antes me preguntaba que era la poesía, la rima. La poesía es una gran herramienta para decir lo que sentís, en momentos buenos o malos, sale de adentro. Quería retomar “Vitel Toné” que es una novela costumbrista que comencé a escribir hace un tiempo, con muchos personajes de Chivilcoy, muchos amigos míos, tuve que reescribir mucho, porque cambie mi forma de escribir al aprender; también retomé la lectura, que hace mucho a la escritura, toda la vida fui lector y es un placer que ahora me doy.

“Mi hija estudia cine y es una gran satisfacción para mí, me encanta, yo hacía mucho dibujo animado y es algo muy lindo de compartir, hay mucho por aprender, corremos como Forrest, y la vida es una pluma como la de la película, y cuando te queres acordar se te fue, en mi caso llegué a la conclusión de que podría haber tomado la decisión un poco antes…” cerró.

 

Comentarios

29/3/2023 | 15:58
#164795
Si tiene alguna ayuda extra por pertenecer a...tal vez pueda elegir está forma d vida teniendo familia. La rueda con amigos en bares es conocida ,el brindis con buen tinto también. A otro con el verso de la libertad.
28/3/2023 | 15:59
#164794
Jubiladoooo y haciendo estas cosas...GANA COMO PARA MANTENERSE CON SU FAMILIA??? SERÁ PROPIETARIO??PAGARA TODOS LOS IMPUESTOS ???Y DEMAS OBLIGACIONES PARA VIVIR CORRECTAMENTE...o SOLO DE LOS AMIGOS Y VECINOS QUE LO AYUDAN....???? YO PEDALEO TODO EL SABTO DIA Y NI ME SALVAN UNA PINCHADURA DE LA GOMA...UN DIA DE ESTOS TE VOY A BICITARY TE LLEVO YERBA
26/3/2023 | 14:23
#164793
adelante ,cuando este la feria lo voy a saludar ,es un ejemplo , y es chivilcoyano lo felicito y EODA LA SUERTE