Día Mundial de la Poesía

No se registraron disturbios en el Día Mundial de la Poesía

Cómo se festeja la poesía en un mundo de ruido y caos
domingo, 26 de marzo de 2023 · 08:00

Un Día Mundial de la Poesía, como el que se conmemoró el 21 de marzo pasado, implica —si alguien puede adjudicarse haber entendido el sentido mayor y la magnitud espiritual de la poesía—, sostener un silencio flotante y sincero durante las veinticuatro horas que dure el festejo. Entre nubes livianas de la propia exhalación y los vahos de la ajena inhalación, un agradecimiento en que las voces se callen, como si el mundo fuera de hombres solitarios de un idioma no nacido.

Ha parecido que la poesía es capaz de generar movimientos sísmicos íntimos y a la vez pasar inadvertida en cualquier orden social. Es una certeza absoluta que su naturaleza es metafísica y su cuerpo, minúsculo. Sin embargo, su capacidad de expansión y trascendencia constela cualquier espacio de la conciencia y del universo.

Quedarán para otros ámbitos las marchas del caos, las manifestaciones con muertos que lamentar, los paros y los cortes de rutas. El desahogo y el derecho a la barbarie. Los días del calendario que amanecen solidarios y plurales y culminan con las comunidades deshechas, las efemérides de la memoria que se recordarán por los disturbios. Pero un día de poesía es el reposo mudo y quieto. Una ceremonia de la fe en la palabra, la recuperación del milagro del asombro. Y si alguien destruye el sentido y por propia iniciativa abre un libro con los aportes sagrados de los poetas de antaño y lee en alta voz la imaginación, estará intercambiando el silencio debido por un silencio de responsabilidad lírica.

Todo el mundo quiere tener la razón. Y que sus protestas sean escuchadas. Y que sus festejos sean advertidos con las consabidas interferencias al tránsito y los contratiempos de las alegrías que se tornan en disconformidad. Así, las ciudades acumulan broncas y se desgranan el amor y el respeto, y se abollan los derechos como un auto estacionado por donde pasa la turba. La felicidad del que baila en la calle es permitida, también la dignidad del que lleva la pancarta. ¿Será porque somos desdichados pasajeros de todo desfile que nos cuesta tanto asumir nuestro papel de prójimo?  Es odioso para el Día de la Poesía ser comparado con cualquier otro día y viceversa. Sin sindicatos ni multitudes, apacible, política pero sin obligación dirigencial, la poesía cumple su misión cívica, la de espabilar al individuo, la del ruido para sí mismo, la de advertir del vacío y de la puntualidad del sistema por agregar más vacío al vacío.

En la poesía hay tiempo para el aire y la luz que en ocasiones escasean porque son muchas las citas con la asfixia y la oscuridad. En la poesía vive la renuncia a poseer porque la materia con que se hace un poema no puede guardarse en cajas fuertes ni en plazo fijos. ¿Cuánto puede valer un haiku en el mercado del oro? ¿Cotiza en la bolsa un verso de Neruda escrito temprano por la mañana en la playa Las Gaviotas? La poesía no da motivos para salir a la calle, pero no hay nada que impida caminar los patios mansos sosteniendo un libro en vez de un arma o una piedra como si aquello fuera el estado natural del hombre.

Las noticias dicen que los festejos poéticos alrededor del mundo fueron sencillos. En Buenos Aires, Madrid o Bogotá, coinciden las instalaciones, lecturas, muestras, teatros y talleres, células que no alcanzan a construir una urbe alternativa aunque por unos días dejan de ser un secreto a un murmullo que atrae a los hombres y mujeres de buena voluntad. Así, con modestia y eufemismos para la soledad —un café literario en el que se lee a autores muertos no puede ser otra cosa—, la poesía arropa las almas, y lo hace con un ropaje discreto, porque la poesía no tiene nada que ver con el progreso de un sistema ni con su seguridad ni con su economía, apenas sirve para la agitación y la calma profunda, movimientos abstractos sin sentido vital. Es en esa humildad y aparente inutilidad que la poesía haya su razón. “Maestro, ¿para qué sirve la poesía?”, le preguntaron una vez a Borges. “Bueno, ¿para qué sirve un amanecer? ¿Para qué sirve el sabor del café? ¿Para qué sirve el universo? ¿Para qué sirvo yo? ¿Para qué servimos? Qué cosa más rara que se pregunte eso, ¿no?”

¿Para qué sirve un Día de la Poesía? Quién sabe. Qué se yo.

Comentarios

26/3/2023 | 17:18
#164795
Poesía era la de antes, cuando tenía rima. La poesía de rima libre o, por mejor decir sin rima, es la decadencia de la poesía.
26/3/2023 | 13:25
#164793
Bravo Lucas Vaya pregunta ¿para qué?