Al avión de los uruguayos

“Fue una experiencia maravillosa y emocionante”

Seis amigos, -ex rugbiers chivilcoyanos-, visitaron el lugar donde están los restos del avión que se estrelló en la cordillera, donde quedaron 29 víctimas fatales y sobrevivieron 16.
domingo, 5 de febrero de 2023 · 08:00

Un grupo de ex rugbiers chivilcoyanos, decidieron hacer el viaje a la cordillera de Los Andes, para visitar el lugar donde están los restos del avión de los rugbiers uruguayos, accidente tan recordado que ocurrió hace 50 años y que es imposible de olvidar, por todo lo que provocó en su momento, quedando como un hito en la historia de la humanidad. Juan Manuel Fernández, Luciano Maranesi, Gonzalo “Tato” Zeballos, Matías Ferreira, Diego Bailleres y Fernando Denicio, bajaron al Valle de las Lágrimas y contaron su experiencia al regreso de una travesía maravillosa.

“Fuimos seis amigos, Manuel Fernández, Matías Ferreira, Luciano Maranesi, Fernando Denicio, Diego Bailleres y Gonzalo Zeballos, amigos de toda la vida, compañeros de rugby, en Bancaria Rugby Club, camada del ’80, que ganó todo en su momento. Todos muy relacionados con esta historia, porque estábamos creciendo y jugábamos al rugby, tuvimos muy en mente lo que había sucedido, fortalecido el recuerdo con el estreno de la película Viven, en 1995.

La caída del avión con los chicos uruguayos es algo que nos quedó muy adentro a todos; ellos habían rentado un avión para ir a jugar un partido amistoso en Chile, el equipo se llamaba Olds Christians. Diez y seis de ellos quedaron con vida, luego del accidente; pasaron muchos años, pero nos metimos en la historia, nos fanatizamos con el paso del tiempo y nació esta idea; ahora con 42 años conseguimos que un guía nos llevara hasta el lugar donde están los restos del avión. Tuvimos que prepararnos, porque ya nos habían dicho que era un trekking muy duro, que teníamos que entrenarnos, que las condiciones climáticas eran complicadas, impredecibles, que había que estar preparado para sortear todo eso.

Llegamos a San Rafael en Mendoza; de ahí nos trasladamos al Campamento Sosneado, donde está la montaña que tiene 5.200 metros; de ahí partimos caminando, lo hicimos durante unas ocho horas, cuesta arriba, unos 18 kilómetros. Ya metidos en Los Andes, para llegar al Campamento Barroso, a unos 2.500 metros, eso fue la mitad del viaje; habíamos partido de una altura de 1.500 metros, fue trekking de caminata, cruzamos el Río Atuel y el famoso Valle de las Lágrimas.

Hicimos noche a la intemperie, porque la idea es que todo sea lo más austero posible, uno tiene que meterse en la montaña, vivir lo que son Los Andes. Dormimos con las bolsas sobre las piedras, alimentados también de forma muy austera. A la mañana partimos hacia el lugar del accidente; fue un trekking mucho más duro, de unas 8 horas, hicimos 12 kilómetros y subimos de 2.500 a 3.850 metros; empezamos a notar el cansancio, lo duro del trekking, pero llegamos. Fue muy emocionante, muy duro, la verdad que, en los últimos 500 metros, uno nota que las piernas ya no responden, pero había algo espiritual que genera las ganas de llegar, fundamental el compañerismo, el apoyarnos unos a otros.

Llegar al Memorial fue algo muy emocionante, están las piedras, miles de cartas, rosarios, cosas que dejaron los que visitaron el lugar, están también los restos de los fallecidos, restos del avión (fuselajes, ventanas, ruedas, alas), hay que tener en cuenta que eran 45 pasajeros, contando la tripulación y solamente sobrevivieron 16. Esto sucedió hace 50 años, el guía explicó y nos hizo observar donde impactó el avión, como fue perdiendo las alas, la cola y como se deslizó por el glaciar; el fuselaje del avión –que fue lo que salvó a los chicos-, no se ve, porque está insertado dentro del glaciar, donde hay nieve y está congelado.

Fue terriblemente emocionante para nosotros, estar ahí, vivir el momento, recordar lo que pasó, el compañerismo, que fue lo que los salvó. El capitán del equipo, que tomó decisiones, la fuerza para salir, subir esa montaña; lo que hicieron ´Nando´ Parrado y Roberto Canesa, los que llegaron al arroyo del otro lado, en Chile, donde encontraron al arriero que los salva, después de haber caminado 60 kilómetros, durante diez días, sin ningún tipo de preparación, fue una hazaña terrible. Los mismos guías no se explican cómo pudieron hacerlo, además caminando en contra, porque Argentina estaba mucho más cerca que Chile. Estuvimos unos 40 minutos ahí, pero por las condiciones climáticas tuvimos que volver y caminamos unas seis horas en tremendo descenso. Llegamos hasta el refugio del Campamento Barroso, ahí hicimos una estabilización del apunamiento y el domingo bajamos hasta la base, haciendo unos 18 kilómetros.

Haber vivido esta experiencia fue maravilloso, súper emocionante, este año se cumplen 50 años de la tragedia y ese recuerdo se mantiene con tanto vigor. Fue una gran experiencia, vivida con amigos, compañeros, cumpliendo un objetivo que teníamos, felices de haberlo logrado”.   

Comentarios