Reflexiones / Por Lucas Cortiana
Furia contra la Venus
Dos jóvenes activistas atacaron el famoso cuadro de Velázquez expuesto en Londres. No es la primera vez que la “Venus del espejo” es usada como medio para las protestas; tal como la pensó el pintor, la diosa es convertida en mujer comprometida con las causas sociales.Ni le desbarataron la dentadura al angelito ni saldrán moretones en la espalda de la recostada Venus, pero la "Venus del espejo" de Diego Velázquez, expuesta en la National Gallery de Londres, fue atacada a martillazos por activistas el lunes pasado.
Mientras la curvilínea modelo se presumía desnuda, emperifollada sólo por sus cueros frente al cristal que imaginó el barroco español y frente a la mirada de los visitantes, la sala pasó su momento más crítico con una intervención artística que no se mencionaba en el programa de la galería. Dos jóvenes vándalos que habían alternado con la concurrencia admirando a Rubens y Van Gogh, aprovecharon el descuido del guardia de seguridad y se apartaron hasta el rincón de los martillos de emergencia, únicas armas para encolerizarse contra el inerme óleo sobre lienzo.
Los atacantes apenas lograron romper el cristal de protección, por lo que la acción barbárica quedó reducida apenas a una farsa, a un nivel de violencia perpetrada casi con timidez. Salvo que había un mensaje que replicaba otro mensaje de violencia institucional.
Sucede que esa misma mañana, Hanan y Harrison se desayunaban, —junto al café, la panceta y los huevos— con la noticia de que el primer ministro británico Rishi Sunak autorizó permisos para exploración y perforación de hidrocarburos en el mar del Norte. Si los activistas causaron estragos sobre el cristal que blinda al arte, Just Stop Oil, la organización ecologista de la que forman parte, asegura que la explotación de petróleo y gas en el Reino Unido provocan más daño al planeta que las astillas de un vidrio apenas martillado por adolescentes. Los ojos del mundo suelen estar sobre la creación de los genios, por eso es tan eficaz para sus protestas, el asalto a la belleza.
De todas formas, parece haber cierta complicidad entre los provocadores, ensañados con la pobre Venus desde hace más de cien años. Víctima y medio: en 1914, la sufragista Mary Richardson acuchilló a la obra de Velázquez, en defensa por el derecho al voto de las mujeres en el Reino Unido.
La “Venus en el espejo” representa a la diosa Venus, erotizada, enfrentando el espejo que sostiene Cupido, su hijo, pero también dios pagano de la sensualidad. Velázquez solía dar un giro a su arte, dando trato mundano a tramas mitológicas. Para Velázquez, Venus es una mujer, próxima e inmediata, y no la diosa inaccesible del panteón romano.
“No aparece retratada como una diosa, idealizada, sino que se ve como una mujer común y corriente”, explica Norbert Wolf, doctorado en historia del arte, y agrega que “la perspectiva permite una mirada alegórica; aunque creemos observar a la diosa en su intimidad, ella ya nos está mirando con detención, como si supiera el destino que nos aguarda.”
Es probable, entonces, que no arremetan contra ella, sino que sea ella quien baje del pedestal divino, por motu proprio, para intervenir en cuestiones terrenales.