“La verdad es la palabra de mi hija, hoy y siempre”

Se trata de un abuso intrafamiliar, cuya víctima tenía ocho años al momento de haber sufrido el abuso, perpetrado por la pareja de su progenitora, “a pesar de las pruebas consistentes, al abusador le dieron tres años y medio de prisión en suspenso, por considerarlo “abuso sexual simple” y no gravemente ultrajante”, detalló la Dra. Valeria Alcain, abogada de la víctima, quien acompañó a la madre en dicha entrevista, “es una cuestión técnica, aunque doctrinariamente está ampliamente zanjada la diferencia entre los tipos de abusos sexuales que abarca el artículo 119 del código penal, en nuestra realidad actual, la interpretación de los límites entre el tipo “simple” y el “gravemente ultrajante” sigue siendo un dilema, ya que el agravante en el segundo párrafo permite la libre interpretación de los jueces, y es en estos grises que se continua colando el patriarcado, la cultura de la violación y encubrimiento de abusadores. Es allí donde los magistrados, considerando que el abuso no configuraba un “grave ultraje” para la niña, lo califican como abuso sexual simple, y penalizan con tres años de prisión en suspenso. Con lo cual el abusador, condenado, mantendrá su libertad con sólo el cumplimiento de una regla de conducta: el impedimento de acercarse a la menor”.

Cabe mencionar que, el fallo se encuentra en el Tribunal de Casación ante la apelación presentada por la letrada.

Un dato para nada menor, según aporta Alcain, ayudaron a esta decisión, un informe aportado por la escuela pública a la que asistía la menor, “en el que indican que no había problema alguno, algo que no era cierto, la institución educativa no se involucró ni se comprometió, sumado a un informe inconsistente de una profesional psicóloga que solo vio a la niña no más de veinte minutos (ya que luego la derivó por pertenecer al ámbito judicial).

Es  muy difícil cuando los profesionales intervinientes no se comprometen, porque ya de por sí, las víctimas tienen que afrontar un proceso difícil y complejo, si a eso le agregamos la apatía y falta de interés por parte de quienes deberían de ayudarlas, mucho peor”.

En el marco del relato, con los resguardos pertinentes para con la víctima, hoy de 13 años de edad, ambas mujeres describen sintéticamente que, la relación entre la mamá de la víctima y el abusador, había comenzado cinco años atrás del abuso, y que fruto de la misma, tuvieron un hijo en el año 2017, habiendo comenzado a convivir en el año 2015, junto a los dos hijos de la mujer, un varón de siete y la niña de tres años, “cuando lo supe, de inmediato me mudé con mis hijos, antes de que se estableciera el perímetro, afortunadamente, mi hija hoy está en tratamiento psicológico desde ese momento y se encuentra bien, espero que el hacer esto visible sirva para alertar a otras personas, que pueden estar siendo víctimas en estos momentos, y para destacar la importancia de la ESI en las escuelas, porque gracias a eso, mi hija pudo contar lo que le pasó”, señaló la mamá.

“Por sobre todas las cosas, deseamos remarcar la importancia del compromiso social para con este tipo de causas, y advertir también que un condenado por abuso sexual, hoy goza plenamente de su libertad, encontrándose actualmente en pareja y conviviendo con los hijos de ésta. Por lo que nos lleva a pensar indefectiblemente: ¿alcanza una regla de conducta para prevenir, sancionar y/o erradicar la violencia hacia las mujeres?”.