Publicación pedida

Las Mujeres inmigrantes

Por Mirta Santucci
martes, 9 de marzo de 2021 · 09:29

Desde el 2011 se celebra el 8 de marzo el día internacional de la mujer si bien hay antecedentes previos. Marzo mes de la mujer, pero sabemos que es simbólico pues le pertenecerían todos los días. Hoy recordamos a la mujer inmigrante, aquella que desde Europa arribó a Chivilcoy en s. XX en busca de nuevas oportunidades.

La mayoría llegaron portando bultos pesados de recuerdos y nostalgias. Al momento de la partida prevalecían sentimientos, a menudo contradictorios. Por un lado, el viaje generaba ilusión y esperanza, pero también era percibido como una tragedia que separaba familias. Esas niñas, esas jóvenes motivadas por sus parientes y amigos, que las precedieron, decidieron emprender la experiencia migratoria, empresa no exclusivamente masculina.

La realidad con la que se enfrentaron era muchas veces triste, lejos de las expectativas iniciales, pero en la mayoría de los casos lograron salir fortalecidas luego de situaciones estresantes. Pusieron todo el esfuerzo para superar obstáculos y reconstruirse a partir de su experiencia en el lugar de acogida. Hoy hablamos de resiliencia, es decir, la capacidad de enfrentarse con éxito a la adversidad y rehacerse en el ambiente familiar, social y cultural en el que se insertaron.

Afloran a la memoria historias personales. Tales como la de Francisca que llegó desde Palermo (Sicilia) y sufrió un fuerte impacto cuando arribó a Chivilcoy “un pueblo chato, triste”; después de un tiempo en un conventillo ayudó a su padre a levantar la casa que sería su hogar. Úrsula, “mujer admirable”, vino desde Menfi -en el último viaje del Mafalda- siguiendo los pasos de sus hermanos y en busca de un amor juvenil que no pudo ser. María B., viuda, llegó escapando de los horrores de la guerra. Sólo le permitieron viajar con un hijo, el otro vino años después con su padrino. Graciana llegó con su padre en el vapor Mendoza, pasaron su primera noche en Chivilcoy durmiendo en un banco de la casa de un amigo hasta que se ubicaron en este pueblo “tranquilo, muy limpio”. Mónica, “la francesita”, huérfana de padres, arribó huyendo de momentos tristes vividos en la segunda Guerra pero contenida por sus abuelos se adaptó, de a poco, al nuevo lugar que si bien le resultó poco agradable en un principio con el paso del tiempo lo sintió suyo. María llegó desde Ortona con su familia, también en la segunda postguerra apostando a un futuro mejor para sus hijas. No le fue fácil adaptarse, dos años estuvieron sin desarmar los baúles en vista de un posible regreso que nunca se efectivizó...

Y un montón de nombres más como otras anónimas, que se involucraron en el proyecto migratorio de su familia. Acompañaron a los suyos en las diversas tareas: cosechas de maíz, de porotos, trabajos de quintas, domésticos. Mujeres trabajadoras con variados roles que escapan a la imagen tradicional que fija estereotipos, pues los paradigmas femeninos son generalmente creaciones culturales externos a ellas. Esas mujeres - invisibilizadas a veces- con sentimientos ambivalentes con el paso de los años se fueron acostumbrando a la lejanía, superaron el desarraigo, elaboraron el duelo migratorio y construyeron familias chivilcoyanas que aún subsisten.

A ellas, nuestro recuerdo y reconocimiento.

 

 

Comentarios