De Chivilcoy a Cabrerías, protagonista de un proyecto solidario de paneles solares

“Llamáme ahora que más tarde me voy para los cerros y no bajo en días” me dice Lucas al propiciar la entrevista, “comencé a estudiar con los padres agustinos que estaban en la Parroquia del Carmen y en el 2006 vine a misionar a los Valles Calchaquíes cerca de Cachi y Cafayate, en los pueblitos alejados de la ruta, de la luz y de los servicios. Varios años después me vine para acá y estoy ordenado como sacerdote ya en Cafayate y trabajando en los parajes en la zona rural”.

Le preguntamos, antes de desarrollar el proyecto solidario de energías renovables que provee de luz e internet a familias de las comunidades aborígenes, sobre su actividad pastoral como sacerdote y cuenta que “tengo las actividades de misas, cada comunidad tiene su capilla donde hay que hacer recorrido. Además, la parte pastoral como bautismos, comuniones, confirmaciones. Estoy abocado también a la parte social. Hoy en día toda iglesia tiene una parte social de la cual no se puede prescindir porque desaparece el testimonio de poder acompañar las carencias de los demás”.

“Trabajamos en el medio de los cerros, las montañas y los pastores, tratando de ayudar a que no tengan que marcharse y tengan una mejor calidad de vida” define entusiasta y reconoce que hace bastante que no vuelve a su ciudad natal, “hace alrededor de dos años que no viajo a Chivilcoy y no veo a mi familia, que siempre me acompañan y ayudan mucho, pero gracias a la tecnología, al whatsapp, estamos conectados”.
“Cuando llegué a esta zona hacía años que estaban insistiendo en la llegada del tendido eléctrico, la gente está dispersa por lo que se encarece llevarlo. Por eso se empezó a evaluar la energía solar” describe sobre la realidad de los cerros y las montañas, en el centro del Valle de Luracatao “hay que aclarar que hay muchos paneles solares, la gente compró, el gobierno puso, pero son equipos pequeños e individuales, cada casa tiene un panel y eso hace que el equipo sea reducido en capacidad y potencia de luz”.

El proyecto solidario de la Prelatura de Cafayate comenzó a tomar fuerza con pequeñas plantas solares que permitan el funcionamiento de herramientas, heladeras “y que a la vez sea para varias casas” señala,  “según la cantidad de familias se hace una planta solar, que tiene la potencia necesaria para poder conservar los alimentos entre otras necesidades, por ejemplo, que permita enchufar un freezer”.

Pensar en la identidad de los pueblos originarios es pensar en la accesibilidad y la falta de recursos básicos como lo son el agua potable y la atención médica, es en este caso, la energía eléctrica, y la premisa de conservación de sus lugares de origen, “estamos abasteciendo a 30 familias acá donde yo vivo, luego hay dos parajes más, uno con casi sesenta familias abastecidas y otro que se hizo más pequeño que se abastecen cerca de treinta familias” puntualiza y describe los valles como zonas fértiles, con agua dulce, en las que viven desde hace años las comunidades aborígenes, “la iglesia se ocupa mucho para que ellos no bajen a la ciudad, ya que muchas veces el gobierno no llega hasta allá, para que no abandonen sus culturas y sus tierras”.

En este sentido, Lucas detalla con respecto a los fondos para llevar adelante la construcción de los paneles y su instalación, provienen del sector privado y del propio estado salteño, “se han conseguido fondos de fundaciones católicas de Alemania, también los agustinos y Ciencia y tecnología de Salta” indica.

“Nunca logré hacer una carrera profesional de electricista, aunque me hubiera gustado mucho. Los caminos fueron otros pero cuento con muchos conocimientos por lo que, cuando empezamos a hacer esto, me asesoré mucho con ingenieros que me han ayudado” reconoce y agradece además a su familia, reconocida en el sector comercial por el rubro.

En estos lugares hay que hacer una planta solar que acumule la energía y no que solamente la genere, “funcionar con generadores de combustible y también energía hidráulica” explica, “con todos esos sistemas se mantiene la energía las 24 horas, lo que hace que el mantenimiento sea mayor”.

Conectividad y Educación

Ya cuando nos despedíamos, nos cuenta con alegría que durante la pandemia tuvieron que sortear un tema esencial: la conectividad.

“Hoy se está formando una cooperativa de comunicación donde hay casi 300 familias con internet, se han puesto alrededor de 16 repetidores en los cerros para llegar a esas familias. Gracias a eso, los niños pudieron hacer el 2020 las clases virtuales” explica.

“Es algo que cambió a la gente, porque hay más información, mayor calidad de vida”.