Informe

Llegó la temible “Niña”

¿Cómo afectará a Chivilcoy? ¿Será tan seca como indican las estadísticas? El cambio climático y el calentamiento global, ¿acentuaran sus efectos? ¿Existen otros factores que pueden llegar a moderar sus efectos negativos?
miércoles, 23 de septiembre de 2020 · 09:26

Lo que ocurre en los distintos niveles de la atmósfera, en su interacción con el mar, con la tierra, e incluso con el espacio, es un entramado de relaciones, de causas y efectos, en las que es prácticamente imposible identificar un origen, un único disparador. El estudio y entendimiento de este sistema caótico, en el que distintos fenómenos de mayor o menor escala componen una compleja red de teleconexiones e influencias mutuas, es la razón de vivir de los meteorólogos alrededor del mundo.

Comencemos diciendo que el Océano Pacífico tiene la particularidad de ocupar casi la mitad del planeta, por lo cual allí pueden darse fenómenos que no se dan en otros océanos del mundo.

En condiciones normales, en esa enorme pileta de agua que en el Ecuador ocupa unos 19 mil kilómetros de costa a costa.

El clima del Pacífico oscila entre dos estados. Uno tipo Niño que tiene el agua más caliente en el Pacífico central y el otro como en este caso, llamado Niña, con aguas más frías hacia el centro y este de la cuenca Oceánica.

Luego de muchas especulaciones se declaró un evento de la Niña para la primavera, y los pronósticos indican una alta probabilidad de que continúe hasta el verano.

La Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA) declaró durante la semana próxima pasada el inicio de un nuevo evento de “La Niña”.

Si bien estábamos en condiciones neutrales desde el comienzo de este 2020, el Océano Pacífico ecuatorial estaba mostrando un enfriamiento lento pero persistente desde abril.

El cambio en las temperaturas del agua de este océano altera la circulación atmosférica y afecta el clima estacional de la región y de muchos sectores del planeta.

Cada evento de “La Niña” es diferente, pero a partir del análisis de los datos históricos se puede conocer cuáles son las condiciones más probables o las que se presentan de manera más frecuente.

 

¿Cómo afecta “La Niña” durante la primavera en la Llanura Pampeana?

La primavera es una de las estaciones donde “La Niña” suele tener mucha señal en nuestro país. Los meses septiembre-octubre-noviembre (SON) que presentaron estas condiciones fueron, en su mayoría y de acuerdo a las estadísticas, trimestres con lluvias inferiores a las normales en las provincias del norte argentino, en el Litoral y sobre la provincia de Buenos Aires, así como también en las localidades del noroeste patagónico.

La Niña no sólo repercute en las precipitaciones, sino que también lo hace en las temperaturas.

Los trimestres SON, con una niña activa, fueron más fríos que lo habitual en el centro y norte del país.

 

¿Cómo afecta “La Niña” durante el verano argentino?

Los pronósticos que se conocen a esta altura del mes de septiembre, indican que hay una probabilidad mayor al 70% de que “La Niña” se extienda más allá de la primavera y llegue a estar activa todavía durante el verano.

En ese caso, los patrones de precipitaciones y temperaturas de Argentina sufren algunos cambios.

El déficit de lluvias se extiende a una zona mucho más amplia, abarcando gran parte del norte y del centro del país.

De darse esta situación durante este año, hay que recordar que estos sectores de Argentina vienen teniendo lluvias muy escasas desde comienzos del 2020.

La Niña en verano suele originar temperaturas más elevadas que lo habitual en el centro de la región Pampeana y en el centro-norte del país.

Definitivamente este es un escenario muy complicado para la región, ya que la combinación de elevadas temperaturas con déficit de lluvias favorece nuevamente la aparición de focos de incendios.

Dicho todo esto es de destacar que hay otros factores que pueden llegar a interactuar y así moderar sus negativos efectos y estos son el IOD, la SAM  la MJO y las temperaturas superficiales del Océano Atlántico Próximo.

 

Veamos qué factores pueden llegar a quebrar o maximizar la sequía.

Si bien nada puede asegurar que este año las condiciones climáticas se comporten de acuerdo a las tendencias y a las estadísticas a la hora de hacer pronósticos, los meteorólogos analizan qué forzantes pueden estar actuando en distintos puntos del planeta, para intentar determinar si se deben esperar más o menos lluvias. Por eso, a la hora de pronosticar, miramos cómo se encuentran los fenómenos en todas las escalas.

 

El Atlántico próximo más frío o más cálido

La temperatura superficial del Océano Atlántico próximo, si está más frío o más cálido, en el momento del desarrollo del fenómeno de “la Niña”, juega un papel importante, dado que si está frío, anula la llegada de humedad suficiente a la llanura Pampeana y así maximiza el déficit de precipitaciones, sin embargo, si está más cálido, genera mayor vapor de agua en el aire, el cual puede llegar a favorecer  o moderar los efectos de déficit de lluvia del fenómeno de “La Niña”.

 

Modo anular austral

Todos recordarán que el domingo 16 de julio de este año, la noticia en todos los medios de comunicación del país fue que Bariloche había alcanzado la temperatura mínima más baja de toda su historia, 24,5 grados bajo cero. Jamás se había registrado tanto frío.

Sin embargo, esta irrupción de aire polar, que con el correr de las horas alcanzó la totalidad del territorio argentino, se dio en medio de un invierno que fue el segundo más cálido en la historia de los registros del país. De hecho, varios meteorólogos de la TV hablaron de una sucesión atípica de “Veranitos de San Juan”.

¿A qué se debió una ola polar tan intensa en medio de un invierno cálido?  En este caso entró en juego la influencia de otro actor: el Modo Anular Austral, más conocido entre los meteorólogos como “la SAM”.  A diferencia del Niño o La niña y el Dipolo del Océano Índico, la SAM no tiene que ver con cambios en la temperatura del océano, sino con variaciones en la presión atmosférica en la Antártida, que generan cambios en la circulación de los vientos. Y, al igual que el Niño o La niña y el Dipolo, la SAM también tiene fases positivas y negativas asociadas a los cambios en los campos de presión.

Cuando ocurren anomalías negativas de presión sobre el polo sur (o sea que la presión es más baja que lo normal), se dice que la SAM está en fase positiva. Esta disminución de presión en la Antártida favorece la circulación ciclónica, lo que significa que los vientos del oeste se contraen hacia el sur.

Esto tiene efectos por nuestras latitudes. “La SAM en fase positiva inhibe la  penetración de frentes fríos en latitudes medias o bajas y eso tiende a generar condiciones más estables en el centro y norte de Argentina, o sea predominio de buen tiempo.

Es decir que las anomalías negativas de presión en el polo tienden a asociarse a anomalías positivas de temperatura y menores precipitaciones en latitudes medias”

En la fase negativa de la SAM ocurre lo contrario: las anomalías positivas de presión en la Antártida -es decir, presión alta-, debilitan la circulación de los vientos oestes. Esto hace que los sistemas de baja presión lleguen con mayor libertad y frecuencia a las latitudes medias, y así favorezcan las lluvias o nevadas en la zona cordillerana y la Patagonia.

“Con una fase negativa de la SAM, los oestes se debilitan y permiten el ingreso de los frentes fríos hacia el norte del país, lo que favorece la ocurrencia de mayores precipitaciones y menores temperaturas. Si bien a lo largo de todo el año se monitorea este patrón, la mayor influencia en las precipitaciones corresponde a la primavera”, agrega Skansi.

La fase en que se encuentre la SAM también incide en los efectos que puedan tener otras oscilaciones. Por ejemplo,  si se está dando un fenómeno Niño y la SAM se encuentra en fase negativa, aumentan las probabilidades de lluvias muy por encima de lo normal, porque la SAM en esta fase potencia este escenario. Pero también puede ocurrir lo contrario. En el verano 2015/2016, en medio de El Niño más fuerte de la historia, se esperaban precipitaciones abundantes. Sin embargo, la SAM cambió a una fase positiva intensa y persistente, con lo cual inhibió los efectos de El Niño, y terminó siendo un enero seco.

Ocurrió lo contrario en el otoño de 2016. Si bien “El Niño” se estaba debilitando, la SAM pasó a fase negativa y favoreció la ocurrencia de precipitaciones abundantes.

Por eso, en abril de 2016 se batieron varios récords de días de lluvias y hubo inundaciones en todo el litoral.

Fue un ejemplo de cómo se pueden potenciar dos fenómenos que ocurren en distintas escalas de tiempo. 

 

Comentarios

23/9/2020 | 16:11
#164795
pronostico new K, no creible