Códigos, los “sin códigos” de siempre

Supongamos  un partido de futbol. El delantero adversario nos mete un gol y, como consecuencia de ello, nuestro defensa lo corre desde atrás y patea, con un botín de puntera de acero, sus tobillos, barriéndolos violentamente, y dejando al buen delantero con secuelas de por vida y, obvio, fuera del juego.

Acto seguido, el árbitro expulsa al jugador agresivo, quien posiblemente no pise nunca más una cancha de futbol. Ahora bien ¿por qué ocurre esto? ¿por qué la autoridad expulsa con vehemencia a este participante?

Porque entró a la cancha con punteras de metal cuando eso está prohibido. Por qué les quebró las piernas al delantero goleador.

Sí,  pero falta el motivo más importante, el estructural, digamos.

Ese jugador debe ser sancionado dura y ejemplarmente porque con su actitud puso en riesgo la continuidad del fútbol como disciplina deportiva, nadie en ese país va a querer jugar al futbol si existe la posibilidad concreta de que alguien en medio del juego y con pelota parada le quiebre los tobillos al adversario. Es por esto que existen las reglamentaciones y, sobretodo, los códigos implícitos, para  evitar que lo que ocurre en la competencia pueda poner en jaque a toda la disciplina.

Justamente es en ese tipo de territorio en los que gusta jugar a Juntos por el Cambio, Cambiemos, macrismo, radicales en vil asociación con la derecha o como nos guste llamarlos.

Olvidan que son los responsables de una de las peores hecatombes que haya vivido nuestra Patria, con 27.000 pymes cerradas y niveles de pobreza/indigencia inauditos. Pero ellos siguen pateando tobillos como si nada cuando intentan manipular un hecho de delincuencia común, como el ocurrido al ex secretario de Cristina en el sur y vestirlo de asesinato político o cuando buscan el estallido de la pandemia con la liberación de las actividades económicas, lo que sería como agregar nafta a una hoguera, sabiendo que el costo político recaería sobre el gobierno nacional sin importar la pérdida en vidas que ello produciría. Sólo que aquí lo que está en juego no es el fútbol sino la democracia, nuestra democracia basada en las buenas prácticas políticas, aquellas a las que la Argentina supo hacer honor en muchas oportunidades y bajo el paraguas de distintos colores políticos.

Hoy, este espacio destituyente y antipopular, que aquel primer Peronismo supo llamar, “la oligarquía” o “los gorilas“,  queda en evidencia como exactamente aquello que no se debe hacer nunca en política, como ese límite que no se debe superar jamás porque pone en peligro a la Patria y su gobernanza.

Con ellos no se debe hacer ningún tipo de tratos ni arreglos, sólo observar que no “barran los tobillos” de la política que nos enaltece, aquella basada en el diálogo y la comunicación entre sectores como la forma de solucionar los problemas de los argentinos y argentinas.

Por una Patria sin presos políticos ni manipulación mediática.

Agrupación Peronista Juan José Castelli

Chivilcoy