Teatro

El chivilcoyano Nacho De Santis debuta como autor de una obra de teatro

Gallo, una experiencia escénica que evoca una época y desafía el presente. El director, con infancia y juventud en Chivilcoy, presenta esta obra inspirada en las relaciones de amistad de la infancia y sus proyecciones
domingo, 10 de febrero de 2019 · 00:00

Carlos  Pacheco, periodista de LA NACION entrevistó al bailarín de folklore, actor y ahora autor chivilcoyano, Nacho de Santis, nota publicada en la edición de espectáculos del diario de tirada nacional

Un fuerte recuerdo infantil le posibilitó al actor y director Nacho de Santis dar forma a su primera pieza teatral. Un material que desarrolló en el taller de dramaturgia de Javier Daulte y que lleva por título Gallo. La experiencia le permite afirmar que su profesión se ramificó bastante. Hasta ahora se había desempeñado como intérprete, director, docente, también productor, aunque es lo que menos le gusta hacer en el teatro.

Nacho de Santis creció en distintas ciudades. Su familia, a la que califica de "algo nómade", es de Buenos Aires. Cuando él tenía siete años se trasladaron a Cañada de Gómez, Santa Fe, y luego a Chivilcoy. Durante su estancia en Cañada vivieron en una casaquinta ubicada en una zona semirrural. 

Gallo trata, básicamente, sobre la amistad en la adolescencia. El despertar sexual, romántico, y el amor entre jóvenes, pero en un mundo muy hostil, muy pobre espiritualmente, muy dañado, contaminado por dos mayores que están representados por un abuelo y una madre", rememora.

El autor y director reconoce que el proyecto tiene mucho de autobiográfico, pero también de ficción. Los dos planos se fueron mixturando y potenciaron cuestiones que adquirieron una dimensión inesperada. El dramaturgo afirma con cierto placer que le gusta mucho "imaginar y conversar" y en ese proceso, seguramente, apareció un romance entre dos amigos. "Uno se enamora de los amigos -explica-. Y quiere ser amigo de tal persona porque está enamorado. Y eso no tiene que ver con lo sexual. Sino con lo que, de golpe, te atrae. Y uno quiere estar todo el tiempo con su amigo. A mí me pasaba eso. Aquí, a la vez, aparece un miedo muy grande que tiene que ver con el dolor que puede generar el amor en los mayores", confiesa.

A pesar de la pintura de ese mundo en apariencia sombrío, el autor dice estar muy agradecido por haber vivido en el interior. "Me dio una libertad en el crecimiento y mucha seguridad -afirma-. Nosotros éramos lieros, saltábamos de casaquinta en casaquinta, nos metíamos dentro de las piletas de natación con el agua sucia, juntábamos renacuajos, cruzábamos el campo y hacíamos picnic en un molino que estaba lejos. Los planes que armábamos para divertirnos eran muy hermosos y los hacíamos con muy pocas cosas". En este texto De Santis decide no perder aquella ingenuidad e intenta reconstruirla en escena situando la acción de su pieza en la década de 1980.

Cuando observa ese universo que parte de un momento de su vida reconoce que, en la actualidad, la escena lo ha modificado notablemente. "Estoy dirigiendo un relato que cuenta ciertas cosas que viví -comenta-, habla de mí, pero ya no me pertenece. Ahora es de los actores".

Ese proceso Nacho de Santis lo conoce muy bien. Les ha puesto el cuerpo a personajes muy distintos a lo largo de una carrera que comenzó en Chivilcoy a los 11 años y que, obstinadamente, como le gusta decir, seguirá desarrollando. Formado en danzas folklóricas, técnica vocal, teatro, es un profundo amante de la comedia musical (dirigió la escuela Protagonistas durante trece años) y también se animó a experiencias de teatro físico y aéreo. Hombre vertiente, proyecto del grupo De la Guarda, dirigido por Pichón Baldinú, le posibilitó hacer presentaciones en diversas ciudades del mundo.

En el Espacio Callejón ubicado en calle Humahuaca 3759 de CABA, Gallo, que está interpretada por Adriana Ferrer, Luis Gutmann, Valentino Grizutti y Juan Cottet, le permite a De Santis inaugurar su camino como autor.

 

 

 

 

Comentarios