El gas explosivo

Amelia, vecina de nuestra ciudad, abandonó con preocupación las oficinas de Camuzzi. Jubilada y con poco tiempo, por cuestiones personales, dentro del hogar no entiende por qué, si antes abonaba dos cuotas de aproximadamente trescientos pesos cada una, hoy le llega una factura que duplica prácticamente el importe. Amelia subió a su bicicleta y partió, raudamente hacia el municipio con claras intenciones de poder acogerse a la tarifa social que no figura en el papel. Desde Camuzzi, le comunican que ahí nada le pueden resolver.

-Stella, es también jubilada docente y su caso resalta aún más por los valores, que al ser fotografiados, a modo de documento periodístico, muestran a las claras que no hay forma de afrontar la realidad. Stella vive sola, apenas si cocina y calefacciona lo justo y necesario, aunque hoy piensa que esas precauciones no han sido suficientes.

LA RAZON intentó dialogar con el gerente local de la distribuidora de gas, Fabián Casco, quien tras ser consultado por una de las personas abocadas a la atención al cliente, nos hizo llegar un mensaje: “Aquí no estamos autorizados para atender a la prensa, deben comunicarse con este número -011-57767000- con Relaciones Institucionales”.

Habiendo abandonado el lugar, no hicimos más que seguir las instrucciones y, para sorpresa, tras varios intentos de comunicación al número citado, chocamos permanentemente con un contestador automático que nos recitaba de memoria la imposibilidad de dejar un mensaje debido a que la casilla se encontraba llena. Amelia y Stella están preocupadas, Camuzzi, en Chivilcoy no puede hablar, y el pago de las facturas deberá ser realidad para evitar un corte de servicio. Como ellas, hay muchísimos más.

Los aumentos parecen no tener fin y las explicaciones brillan por su ausencia.

Por Cristian Lausano