Profeta en su tierra y en el mundo

El escritor local Hernán Ronsino participa de una residencia en Suiza

Comparte actividades con otros escritores de varios países. Sus libros son traducidos en diversos idiomas.
martes, 13 de febrero de 2018 · 00:00

El escritor chivilcoyano Hernán Ronsino se encuentra en Zurich, capital de Suiza, donde participa de una residencia de escritores con una duración de seis meses, invitado por el Literaturhaus de Zúrich y la Fundación PWG, donde hizo la edición alemana de una de sus obras: “Lumbre”.

 

De hecho, varios de sus libros han sido editados en idioma extranjero, entre ellos, Glaxo, que que tiene como escenario lugares de Chivilcoy, más precisamente de la zona norte, ya fue traducida al francés, alemán, al inglés, ésta última para ser vendida en Estados Unidos en 2016 y al griego.

 

El escritor de nuestra ciudad accedió a ser entrevistado por LA RAZÓN desde su residencia en la capital del país europeo.

 

Residencia en Suiza

¿Cómo fue es experiencia en Suiza con la presentación de Lumbre? ¿Cómo es la recepción del lector europeo a las obras de los escritores latinoamericanos que escriben sobre su realidad?

 

Estoy en Suiza desde enero, invitado por el Literaturhaus de Zúrich y la Fundación PWG, participando de una residencia de escritores (el programa Writers in residence). Estaré aquí por seis meses. Y en ese contexto se realizó la presentación en Zúrich de la edición alemana de Lumbre, que había salido en 2016 por la editorial Bilger Verlag.

Fue una experiencia muy interesante, con un público variado que, por lo que percibí, está atento a lo que pasa en la literatura latinoamericana. De hecho, en Zúrich hay una librería muy bonita de libros en español que tiene una gran variedad de lo que está pasando en América latina.

 

Traducciones

 

Tus libros, entre ellos Glaxo, han sido traducidos a varios idiomas. ¿Qué siente como autor el haber obtenido un logro como éste? ¿Las traducciones han sido fieles a tus obras originales?

 

Sin duda la posibilidad de que los libros hagan un recorrido por otras lenguas y por otros países me produce una gran alegría. La experiencia de la traducción es bien interesante porque se pone en el contexto de otra lengua, de otra cultura la propia historia. En ese sentido, la sensación es que el libro se vuelve otro libro. Y, en consecuencia, tiendo a soltarlo.

No sé cómo puede leer un lector griego “Glaxo” (que acaba de salir en Grecia) o como leerá un lector alemán “La descomposición”, que saldrá en abril también por Bilger Verlag. Son experiencias de lectura completamente distintas a la que puede tener un lector argentino, ¿no? Pero por otro lado está la experiencia literaria, eso que más allá de lo cultural, atraviesa las fronteras y es lo que debe prevalecer. Y ahí el trabajo del traductor es clave. Mis tres novelas fueron traducidas al alemán por un gran traductor como es Luis Ruby.

 

¿Cuál es tu mirada de la actualidad literaria en la Argentina, en el contexto político, social y económico en el país y en América Latina?

 

Desde hace unos años están apareciendo camadas de nuevos narradores y narradoras que lo que están haciendo es incorporar una gran diversidad de búsquedas estéticas dialogando, en algunos casos, con tradiciones muy potentes de la literatura argentina; un diálogo que puede ser de continuidad o de ruptura.

Yo siento, también, que la irrupción de estos nuevos narradores se dio en un contexto político y económico – el de los años posteriores a la crisis del 2001 hasta el 2015 – que fortaleció y estimuló, a su vez, la industria editorial (proliferaron una gran cantidad de pequeñas editoriales) y la conformación de un público lector interesado en esa literatura contemporánea. Ese circuito tiene por delante hoy en día un gran desafío ante las dificultades económicas que atraviesa el país. Veremos cómo enfrenta esta crisis.

 

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