Enfermedad contagiosa
Estaba el doctor en su consultorio cuando de repente recibe una llamada:
– Hola doctor, doctor me tiene que ayudar.
– Tranquilícese señor primero que nada, dígame quien habla.
– Soy yo Marco doctor.
– Tranquilo amigo no es necesario volver a marcar ya estamos hablando.
– No que mi nombre es Marco estuve con usted la semana pasada.
– Este, Marco? La verdad no tengo idea de quién seas.
– Cómo no va a saber quién soy yo, sí me la paso en su consultorio todas las semanas, me atiende a mí y a mi esposa, cada año le mandó regalo de Navidad y cumpleaños.
– Este, ¿Marco? mm lo siento no, no tengo idea.
– Mi esposa es la mujer de los pechos grandes.
– ¡Ahhh si! Marco, Marquito ¿cómo estás? ¿Cómo está la familia? ¿En qué puedo ayudar?
– Mi hijo tiene la fiebre escarlata.
– Así es lo sé estuve en su casa ayer tratándolo, lo único que tiene que hacer es mantenerlo alejado de cualquier miembro de la familia y…
– Usted no está entendiendo nada, ayer salimos de la casa por un momento y mi hijo se acercó a la sirvienta y la besó o sea que también la contagió.
– Demonios, eso sí es desafortunado tendremos que aislarla a ella también del resto de la familia.
– Pero doctor hay otra cosa que usted no sabe después de que mi hijo beso a la sirvienta, mi esposa salió a atender unos asuntos personales y me quedé solo con la criada y así que yo también la besé por lo que yo también estoy contagiado.
– Demonios esto se está complicando mucho eso quiere decir que si usted está contagiado usted también debe de estar aislado de todos.
– Así es doctor, y hay algo más que debe de saber después de que mi hijo beso a la sirvienta y yo la besé a ella llegó mi esposa y me besó a mi….
– Maldita sea, ahora seguramente yo también estoy infectado!