El examen de religión
Están dos alumnas de un colegio de monjas, esperando para entrar a hacer el examen de septiembre de religión.
Entra la primera y le dice la monja:
– A ver Ana, dime lo que sepas de la Biblia.
A lo que contesta la niña: – Especifiquemos, especifiquemos. De la Biblia qué quiere que le cuente, del Antiguo Testamento o del Nuevo Testamento.
La monja se queda pensando y le dice: – Del Nuevo Testamento
La niña le vuelve a decir: – Especifiquemos, especifiquemos. Del Nuevo Testamento, de qué quiere que le hable, de San Mateo, de San Lucas…
La monja, sin esperar esa respuesta le dice:
– Vale, ya está bien, veo que este verano has sido una niña aplicada y te voy a aprobar.
La niña sale del aula y le dice a la compañera:
– Es facilísimo aprobar, tu dile a todo lo que te pregunte “especifiquemos, especifiquemos” y verás qué rápido se cansa y te aprueba.
La otra niña entra toda contenta al examen, y entonces la monja, para no complicarse, le dice:
– A ver María, dime el Padre Nuestro.
A lo que la niña le dice: – Especifiquemos, especifiquemos. Su padre o el mío.