Pedro Orlando Mazzeo

El “Pulguita” soltó la rienda

Duro golpe para el mundo local del trote, la muerte del destacado driver chivilcoyano
jueves, 11 de noviembre de 2021 · 08:00

Un día llegó al stud, colgó la fusta en un gancho que está debajo del alero, guardó el casco en un rincón interno, colgó la chaquetilla transpirada de tantas jornadas en el hipódromo, se lavó las manos y la cara en la bomba y se fue tranquilo. Antes se sentó un ratito en la vieja silla de Don Pedro, su papá, le dijo hasta mañana a su hermano Ramón y tranqueó para su casa, cruzando el terreno que la separa del stud. Pedrito sabía que no volvería más, que ese hasta mañana era simplemente para no despertar sospechas, que todo había terminado, que había llegado el fin de su exitosa carrera como driver, que la vida, vivida a plena, con la entrega de aquellos que tienen un ideal, una pasión, una forma de llevarla adelante, le estaba diciendo hasta acá llegamos.

Cuesta, la pucha, si cuesta, despedir a una gran persona, a un extraordinario conductor de caballos de trote, el que comenzó de muy pequeño y el querido “Mingo” bautizó como el “Pulguita”. Cómo no recordarlo en tantas carreras, en Chivilcoy con pila de estadísticas ganadas, con participaciones en los Nacionales, con esa manera de llevar al caballo por el mejor lugar de la pista; cuántos, en tantos años de carrera, le jugaban los boletos al caballo que corría Pedrito, porque estaban seguros que al cruzar el disco, correrían a las boleterías a cobrar sus boletos.

Tiene, como todo grande, en una actividad, cientos de momentos de gloria, le va a seguir retumbando en sus oídos, el grito de la tribuna, cuando el relator de turno a la salida del último codo, empezaba a darse cuenta que si Pedrito venía entre los de arriba, difícilmente se le escaparía esa carrera.

Pedro Orlando Mazzeo, una marca registrada en el trote, un driver que dejó una huella, de una trayectoria impecable, un luchador de esta actividad deportiva, un enamorado de lo que hacía por el trote, que también es cierto, le dio las alegrías deportivas más importantes de su vida.

Esa vida que se fue extinguiendo de a poco, que, a pesar de haber superado hace unos años un problema de salud muy importante, por su orgullo, su tenacidad, su fuerza de voluntad, esta vez le fue diciendo que no, que no iba más. Joven, muy joven todavía, se fue entregando de a poco, la partida de su padre Don Pedro, la pandemia, los salteados domingos del hipódromo, fueron el cóctel que se lo llevó, dejando una profunda herida en el ambiente del trote, en el corazón de tantos propietarios que lo contaban como el más capaz arriba de un sulky, en su familia, que lo acompañó siempre en esta pasión que ocupó gran parte de su vida en la tierra. La fusta descansa, los caballos te van a extrañar, como te vamos a extrañar todos, cuando un domingo de estos lleguemos al hipódromo y el “Pulguita” no esté en la línea de largada.

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