En el Día del inmigrante italiano:“La música, un medio para articular la trama social en Chivilcoy”.

En el Día del inmigrante italiano:“La música, un medio para articular la trama social en Chivilcoy”.

En el "Día del inmigrante italiano", homenaje a músicos locales. La música, como expresión cultural, tiene la capacidad de definir un momento histórico, y acompañar las transformaciones de una sociedad conformada con un importante aporte inmigratorio. Estas influencias se plasmaron en el carácter cultural de la vida pueblerina y, en muchos casos, constituyeron una prolongación de comportamientos arraigados en su lugar de origen. Muchos italianos residentes en Chivilcoy, fueron amantes de la música y sabían, aunque rudimentariamente, tocar un instrumento. Esa pasión la compartían con su trabajo. Tal es el caso de Santos Antonio Maniscalco, mi abuelo materno.
jueves, 3 de junio de 2021 · 22:36

“La música, un medio para articular la trama social en Chivilcoy”.

Este tema nos permite ampliar la mirada sobre las manifestaciones culturales recreadas en el espacio público urbano local que permitieron tejer lazos informales entre los compueblanos para articular la trama social. Muchos datos provienen de la historia oral, ya que a veces, sólo se tienen algunas referencias que han quedado en viejas crónicas o en el recuerdo de quien suele de tanto en tanto refrescar la memoria con la evocación nostálgica de tales hechos. La música, como expresión cultural, tiene la capacidad de definir un momento histórico, y acompañar las transformaciones de una sociedad conformada con un importante aporte inmigratorio. Estas influencias se plasmaron en el carácter cultural de la vida pueblerina y, en muchos casos, constituyeron una prolongación de comportamientos arraigados en su lugar de origen. La sociabilidad local a través de los usos y costumbres conforma un importante aporte inmigratorio cuya influencia se plasmó en el carácter cultural de la vida cotidiana. Las prácticas de la sociabilidad que hacen al esparcimiento, los hábitos de reunión y encuentros adquirieron gran importancia. Así, las calles, la Iglesia, las plazas, se constituyeron en ámbitos de esparcimientos y en espacios de convivencia para la población donde se desarrollaban relaciones sociales sin diferencias. Las fiestas populares por su diverso significado, constituyen un aspecto muy rico para el análisis de una sociedad, pues se conectan con el sentido lúdico de la vida, como así también con lo espontáneo, con la diversión, en cierto modo con lo que se aparta de lo cotidiano.

Las bandas de don Cándido Morábito, Pablo Giordano, José María Trotta, N. Giacobe  y Juan Bautista Limongelli, fueron cumpliendo  a través del tiempo una intensa y significativa actividad: Espectáculos y presentaciones públicas, animación de actos y ceremonias oficiales, etc. También mencionaré Orquestas como la de Abbene-Módica o   Casuccio-Rojo. Muchos inmigrantes residentes en Chivilcoy, se relacionaron no sólo con miembros de su colectividad ya asentados, sino también con la población nativa y de otras colectividades.  

Luego aparecieron en el escenario local las bandas de Don Cándido Morábito, Pablo Giordano, José María Trotta. N. Giacobe y  Juan Bautista Limongelli que desarrollaron una significativa actividad, animando actos y ceremonias oficiales o actuando en paseos públicos. Respecto a Don Cándido Morábito, de nacionalidad italiana, arribó a nuestra ciudad cerca de 1910, enseñó música y compuso algunas piezas musicales. También dirigó su banda hasta 1940. La misma estaba integrada por varios de sus hijos y distintos jóvenes chivilcoyanos, entre ellos, el prestigioso músico y director de orquesta, docente y compositor, Profesor Pascual Antonio Grisolía (1904-1983), hijo de un matrimonio italiano, pero nacido en Chivilcoy, que ejecutaba la trompeta, y Santos Antonio Maniscalco, mi abuelo materno,a quien me referiré en forma particular. Don Pascual había heredado la pasión por la música, de su padre, Don Pablo, quien era zapatero pero tocaba la tuba como aficionado.  Integró la Banda Sinfónica municipal”, donde llegó a ser Subdirector y director adjunto. Se trasladó a Buenos Aires a los dieciocho años donde llegó a crear y dirigir la “Banda nacional de ciegos” de Buenos Aires, integrada por más de sesenta no videntes que llegaron a interpretar un repertorio de alta jerarquía. Fue profesor en los Conservatorios provinciales de La Plata y Banfield. También se dedicó a componer obras para orquestas sinfónicas, música de cámara, sonatas para piano, canciones, varias de ellas sobre versos de Nalé Roxlo, Ernesto D. Marrone y de su hermana Aída Grisolía Domínguez. Sus composiciones se interpretaron en los más prestigiosos lugares tales como el “Teatro Colón”, “Radio Nacional” y municipal, y también en el exterior. Pese a su amplia actividad desarrollada fuera de nuestra ciudad, el Maestro Grisolía tuvo cariño filial hacia la ciudad de Chivilcoy y puede considerarse un hijo virtuoso de la misma. Su hermano Alfredo también fue un destacado trompetista que concluyó su carrera en la Orquesta estable de Radio “El mundo”.

Volviendo a la Banda de Morábito, la misma solía recorrer las calles de la ciudad y los vecinos salían a la puerta a aplaudir su paso. Don Cándido dirigía la batuta con un impecable traje, y un importante número de jóvenes lo seguían hasta el “Lago de las Rosas”. Los domingos tenían un encanto especial para Chivilcoy, y el “lago” era un lugar de reunión de jóvenes de distintas clases sociales. Los enamorados también se daban cita allí para pasear en bote mientras escuchaban los acordes de la banda de Morábito. La misma también actuaba en fiestas religiosas de la comunidad y en la rotonda de la Plaza Principal en espectáculos domingueros. Un hijo de don Cándido también formó su propia banda de quince o veinte ejecutantes, que actuaba, en la “Plaza 25 de mayo”, llamada en aquella época “Parque Central”.

Estos recuerdos aún se mantienen entre los más gratos de nuestros padres y abuelos.

El mayor atractivo lo constituían las orquestas y los cantores, algunos locales y otros procedentes de la Capital. Entre las más conocidas están: la orquesta de Abbene-Módica que ejecutaba todo tipo de ritmos, boleros, corridos, pasos dobles, valses y fox trox. Cuando venían las orquestas porteñas la entrada era más cara y se recuerdan aún las orquestas de Feliciano Bruneli, Alfredo De Angelis, Canaro, Héctor Varela, D´Arienzo, Oscar Alemán , Enrique Rodríguez y su “Orquesta de todos los Ritmos”.

Más tarde, quizás por el año 1942, se construyó un salón cerrado destinado para realizar bailes conocido como “salón de verano”. El mismo tenía dos balcones elevados de mampostería en el que se colocaban mesas donde se ubicaban los que asistían a estas fiestas y bailes. Al fondo estaba el escenario donde se realizaban variados espectáculos y en el centro la pista de baile, generalmente invadida por el público que iba a escuchar a sus autores favoritos.

A mediados de la década del cuarenta, el fotógrafo y director de cine, don Ignacio Tankel en el Prado Español, instaló un estudio cinematográfico, denominado “Oeste-Film”, y allí con actores capitalinos y algunos intérpretes locales se llevó a cabo el rodaje de la película: ”La sombra del pasado”. Dicha película fue estrenada en el año 1947 en el Cine Teatro “Metropol”.

En la década de 1950, existió una Banda municipal de niños y jóvenes organizada y conducida por el habilidoso flautista Juan Bautista Limongelli. La misma actuaba en distintas plazas alegrando los distintos barrios con sus alegres acordes. Estaba integrada por Miguel Yapor (trompetista), Juan José Yapor (clarinete), Francisco Separra (clarinete), Ceballos (clarinete), Carchio (saxo), Torricelli (trompeta), Félix Tosiani (genis), Míguez (tuba), Corrópoli ( redoble), Santino  Belingieri (clatinete), Casajús (requinto), Viglia padre (tuba), y el hijo, la trompeta. Algunos instrumentos los proveía la municipalidad y sólo le pagaban al director. A veces, le pagaban a los integrantes, Si bien fue una banda infantojuvenil, más tarde ingresó gente más grande como los hermanos Corrao (Honorio y Vicente), y Vaqué. Ensayaban en la Asistencia Pública, donde funciona actualmente el Museo de artes plásticas “Pompeo Boggio”, y luego en la antigua estación de colectivos situada en la calle Necochea.

Muchos italianos residentes en Chivilcoy, fueron amantes de la música y sabían, aunque rudimentariamente, tocar un instrumento. Esa pasión la compartían con su trabajo. Tal es el caso de Santos Antonio Maniscalco, mi abuelo materno, cuyos padres, Antonio Maniscalco y   Josefa Chiappani (Ciappane según el documento) llegaron de Catania (Italia) junto a uno de sus hijos y se radicaron en nuestra ciudad. Aquí tuvieron tres hijos más, incluido Santos quien se dedicó a fabricar alpargatas, calzados de lona, cuero y paño, y zapatillas de goma y suela junto a su hermano Pedro, en Av. Ceballos 137 llamada P&S M, y a desplegar sus dotes musicales. Santos Antonio Maniscalco nació en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, en 1910, en el seno de una familia recién llegada de Catania, Italia. Naturalmente inteligente, se inclinó pronta y decididamente por la música, en donde su capacidad e intuición encontraron rápida y cómoda ubicación. A los dieciocho años participó de la Banda del Regimiento VI de Infantería de la ciudad de Mercedes donde hizo el servicio militar, con la cual participó en distintos actos patrióticos. También integró otras bandas reconocidas, como la Banda de Morábito, dirigida por don Cándido Morábito, padre de una numerosa familia dedicada a la música. Esta banda no sólo estaba presente en las celebraciones religiosas de los italianos, sino que también amenizaba las fiestas de los franceses que recordaban la toma de la Bastilla. Finalmente se dedicó al jazz y a las orquestas típicas. Integró la Orquesta típica y de jazz de Casuccio-Rojo que actuó en Chivilcoy entre los años 1937 y 1938  y la integraban Roberto Bonafina (piano), Roberto Natiel (vocalista), Próspero Cammardella (bandoneón), H. Morábito (trompeta), Héctor Guida (violín), Julio Torres (saxo) Manuel Casuccio (bandoneón, contrabajo y dirección) , Santos Maniscalco (trombón), Alfonso Demarco (violín), Tito Morábito (trompeta), Vicente Marsala (violín) y Tito Naviglia (bandoneón) y también la de Abene-Módica. Tocar instrumentos era para él un impulso irrefrenable cuando tenía una partitura delante.  Cada nota le sugería otras y así acompañaba con su trombón a vara o con su bombardino, según la ocasión, cada compás.  Los teatros, las confiterías, las plazas, los salones de fiesta, fueron su abrigo.  Actuaba en los bailes de carnaval, en la tradicional fiesta en honor a la Virgen del Carmen, en las fiestas organizadas para festejar el aniversario de la ciudad, en el “Lago Municipal”, en la rotonda de la Plaza “25 de mayo”, en el lago de “Las Rosas”, lugar de citas de todo el pueblo, y amenizaba fiestas familiares. También solía concurrir al club para reunirse con sus amigos músicos donde no faltaban las anécdotas y un mazo de cartas para jugar al truco. Su actitud artística lo aislaba del entorno dominante porque su pasión y su estilo de vida era la música.

A lo largo de su vida, cada vez que estaba apenado, confuso o nostálgico, tomaba su instrumento y componía canciones. Eso lo hacía feliz.  La vida de este polifacético músico fue extraordinaria y colmada de hechos interesantes. Lo que él nunca supo es que su amor desmesurado por las obras musicales no era locura sino pasión.

                                                                                                                                            Lic.Patricia Edith Graziadei

Comentarios

4/6/2021 | 17:46
#164795
Muy buena la nota y valioso el material fotográfico que la ilustra. Tdo ello hace de este trabajo un valioso documento histórico.
3/6/2021 | 23:59
#164794
Muy linda y emotiva reseña.