DelOeste Art. y SEP Filial Chivilcoy - Reseñas literarias

“hay ojos en el agua”  Poemario de  mariel monente. Ediciones El Mono Armado. 2020 

Lo que digo no pretende ser un análisis pormenorizado. Yo habloescribosiento como lectora.
Desde el sugerente título “hay ojos en el agua” de Mariel monente (puedo imaginar el gesto adusto de los Sres. De la RAE. “Los nombres propios van con mayúscula Mariel” y yo cambio ese gesto por una sonrisa de aceptación. Es una poeta ¿no?) nos propone sumergirnos y bucear. Elige, desde la brevedad, regalarnos belleza e inquietarnos. Esos ojos ¿Dónde están? ¿Qué miran? ¿Qué gran metáfora abren y cierran?

Las palabras, que Mariel armoniza como una melodía sacudiendo el agua para que nos sacuda, están cuidadosamente buscadas – encontradas – yendo, flecha precisa, al centro de cada poema. Sin hojarasca. Con sutil ternura “sólo su tersura/ los senos pequeños”, “En su boca, el subyugado fruto, el carozo de la risa”. Con sutil dureza “conos donde beber el hambre del mundo”, “pan de ausencia”, “vino agrio”.
Las imágenes como las que menciono (y más, muchas más) son un torrente que no se detiene y ¡en horabuena! desechan lo previsible.
Se huele la pasión creadora de la poeta, Su presencia nos pasea por un país azul. Ríos, esteros, lagunas … agua … vida.
El mundo, los mundos de la palabra devaluada y ciertos esqueletos oscuros, son iluminados por la poesía de “hay ojos en el agua” que nos invita.
Les sugiero que acepten e interactúen con la autora.
Será una fiesta.

                                                                                                                                        María del Pilar Mastrantonio  

                                                               ----------------------------------------------------------

A continuación publicamos algunos poemas - entre las pag. 58 /61 

Intensidad de labio
el entorno es un silicio batiente 
pieles         cueros          escamas  

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Ahora monta
sobre la figura que gasta sus cascos en la duna.
El río trae
piedras y brechas de luz.

La bestia que enamora se desboca 
y sobre las ancas
siente un brillo que enardece.

Agitada, sin vislumbrar un fin
nombra el goce.

Se detiene. 

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Hunde los cascos 
 en el agua
enhebra la sombra de la noche con su voz.

Su grito confunde a las mandrágoras 
y buscan la tierra
para hundir
su material terror.

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Cuando no hay luna
todo es piraña.

Entonces su voz
vuelve al susurro,
restaura el silencio, 
adormila la carne.