Carnaval chivilcoyano de antaño

El carnaval prohibido, permitido, revalorizado, con o sin feriado, ha sobrevivido y se seguirá celebrando pese a la pausa que la pandemia impuso este año. Si bien es un año atípico, con muchas ausencias de festejos, pero al llegar esta fecha quién no recuerda los carnavales, época de expansión agradable. Esa fiesta que llegó del viejo continente para quedarse tomando características propias en cada lugar forma parte de nuestro patrimonio intangible. El carnaval es un reservorio de prácticas que perduran con el paso del tiempo y viven en la memoria de los vecinos. Representa el emergente más genuino de la fiesta popular de espíritu lúdico. Fiesta efímera, que precede a la cuaresma cristiana e involucra a los diversos actores de la comunidad. Es el festejo menos pautado donde se rompe la barrera entre el artífice y el espectador. Se podría decir que se da una teatralización de la vida cotidiana sin libreto. Es la fiesta donde los espectadores no asisten, sino que lo viven, lo experimentan y en eso radica su esencia, es una práctica cultural reiterada. Se borran las diferencias, todos se unen en un clima de familiaridad y disfrute.
lunes, 15 de febrero de 2021 · 13:43

El carnaval  chivilcoyano  de  antaño, una pausa lúdica en la cotidianidad

Patrimonio intangible de la comunidad.

Mirta G. Santucci

 ( MOACH )

El carnaval prohibido, permitido, revalorizado, con o sin feriado, ha sobrevivido  y se seguirá celebrando pese a la pausa que la pandemia impuso este año.

Si bien es un año atípico,  con muchas ausencias de festejos, pero al llegar esta fecha  quién no recuerda los carnavales, época de expansión agradable. Esa fiesta  que llegó del viejo continente para quedarse tomando características propias en cada lugar forma parte de nuestro patrimonio intangible. El carnaval es un reservorio de  prácticas que perduran con el paso del tiempo  y viven en la memoria de los vecinos.

Representa el emergente más genuino de la fiesta popular de espíritu lúdico. Fiesta  efímera,  que precede a la cuaresma cristiana e involucra a los diversos actores de la comunidad.  Es el festejo menos pautado donde se rompe la barrera entre el artífice y el espectador. Se podría decir que se da una teatralización de la vida cotidiana sin libreto. Es la fiesta donde los espectadores no asisten, sino que lo viven, lo experimentan y en eso radica su esencia, es una práctica cultural reiterada. Se borran las diferencias, todos se unen en un clima de familiaridad y disfrute.  La cultura popular se hace visible como la vida real en su versión burlona y festiva.  Se reinvindica la calle como lugar de interacción  y ella es escenario de  esa fiesta popular y pública donde prevalecen la risa y la alegría, los desbordes, lo grotesco, lo cómico, la parodia y  la danza,  trasponiendo lo espiritual.

El patrimonio inmaterial está ligado con la memoria en la medida en que su vigencia y representatividad generan procesos identitarios y de pertenencia en la comunidad, y está conformado por aquellas prácticas y saberes que han sido transmitidos de generación en generación y tienen vigencia y significatividad para una comunidad (Unesco, 2003). En la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial se define a través de “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes, que las comunidades, los grupos, y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural” (Unesco, 2003, art. 2.1). Dicho patrimonio se manifiesta particularmente en las tradiciones y las artes del espectáculo, los usos sociales, rituales y actos festivos, los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, y las técnicas artesanales tradicionales (Unesco, 2003). En este sentido, el carnaval constituye una expresión del patrimonio cultural inmaterial porque reúne expresiones y representaciones diversas, genera un espacio para las manifestaciones como la música, la danza, las máscaras, la indumentaria y todos los significados que fortalecen el tejido social de diferentes sectores de una comunidad.

En Chivilcoy quedan registros que ellos ya se festejaban desde fines del siglo XIX.

Había corsos oficiales -sujetos a reglamentación municipal- en las calles céntricas , en los barrios y en otros lugares como Moquehuá, La Rica, Benitez.

La ciudad se engalanaba para la llegada del reinado de Momo, el rey de la irreverencia. Las calles, plaza, los escenarios de los festejos llenos de color, alegría y magia se adornaban con banderines y guirnaldas con temáticas de carnaval. No faltaban las máscaras, antifaces y disfraces para estimular la alegría  como para  guardar el incógnito y gozar de impunidad, soñar  con alguien que se quiere ser aunque sea sólo por unos días. Había  concurso de disfraces. Algunos los compraban o alquilaban pero otros se cosían sus propios trajes. Representaban a distintos personajes reales o alegóricos como don Juan Tenorio, marqueses, condes, Lucifer, Juan Moreira, gauchos, cocoliches,  negros, arlequines,  ángeles, princesas o personajes típicos del pueblo. Para evitar problemas todo aquel  que deseaba disfrazarse  debía solicitar el permiso  municipal - previo pago- y se  le entregaba una tarjeta que debía llevar a la vista, expedida en el Juzgado de Paz. Un encargado dejaba constancia en un libro abierto al efecto de los datos de la persona con aclaración del disfraz. No todo disfraz estaba permitido. No debía atentar las buenas costumbres, así se prohibían  las vestimentas sacerdotales,  militares de la época e indecorosas. Había desfile de coches y  carrozas alegóricas. Por la tarde había corso infantil. La última noche de los corsos solía quemarse un muñeco para simbolizar el entierro del carnaval.

Era costumbre el corso de flores. En medio de la algarabía se arrojaban desde los coches ramitos de flores -especialmente nardos- a los paseantes. El ambiente se llenaba de  papel picado  y serpentinas. Otros más atrevidos  jugaban con los pomos, huevos y bombitas de agua perfumada,   verdaderas armas  para los combates del carnaval. Los juegos de agua comenzaban en los barrios a la hora de la siesta donde afloraban las picardías y rivalidades vecinales y continuaban en los últimos momentos del corso oficial. El juego con agua era  la necesidad de enfriar o apagar la fogosidad a la que predisponía la fiesta carnavalesca.

Muchas fueron las comparsas que contribuyeron con su aporte a la alegría de la fiesta durante esos años. Cuando las comparsas declinaron comenzaron a proliferar las murgas. Estas apelan a lo grotesco, en cambio las comparsas tenían influencias más europeas, eran bandas de músicos con dominio técnico, coros e instrumentos. Creemos que en algunos casos se usa indistintamente el término murga y comparsa.

Algunas de las comparsas eran esporádicas, surgían  para el festejo y luego desaparecían  mientras otras permanecían  a través de los años.

En las noches del carnaval desfilaban al son de las alegres marchas con cascabeles, trompas y tambores y eran  aplaudidas por el público  al que atraían con sus canciones,  parodiaban algún personaje o hecho sobresaliente del momento. Algunas marcaban sus ritmos con instrumentos muchas veces improvisados como tachos o latas para lograr más estruendo. El público  se estacionaba en las veredas y a veces se llevaban sillas para presenciar el festejo más cómodo, algunos lo hacían desde los palcos públicos o particulares.

 Larga es la lista de las murgas y comparsas que alegraban con su bullicio.  Podemos mencionar  a La Marina, Los Hijos de Africa , Orfeón Chivilcoy  (de diversas profesiones: tipógrafos, panaderos, telegrafista, carnicero, talabartero, herrero, jardinero, comerciante ,músico,  empleados) Los Hijos de Lucifer ( de niños), Los Frailes -disuelta por la policía-, Los Negros candomberos, Salimos como podemos, Los Esculapios ( formada por médicos y farmacéuticos) Los Marinos del Plata, Unión Pelotaris, Murga del centro chivilcoyano, Los Unidos de la Plaza Belgrano, Los Unidos de la Plaza Colón,  Unidos de la Rivadavia, Todos o Ningunos, La lira de Oro,  etc.

Año tras año  los festejos del carnaval sobrevivieron, con más o menos brillo, como manifestación de la cultura popular. Este año por razones conocidas se suspendieron pero como dice Celia Cruz “ Ay, no hay que llorar que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando !”

MS. Febrero-2021

(cfr. Caruso,E., Ríos, A. y M. Santucci,  El carnaval chivilcoyano ...,en Milenio, Chivilcoy, CECH.,2001,pp.75-82 )

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