El debate por la reforma agraria: ¿quiénes trabajan la tierra en Buenos Aires?

La propuesta de reforma agraria lanzada en los últimos días por el dirigente social Juan Grabois instaló el debate en el mundo político y, sobre todo, entre la dirigencia rural. La propuesta contempla la expropiación de 50 mil parcelas de campos para entregárselas a pequeños productores con un crédito a 20 años, lo que fue duramente rechazado por las entidades del agro.
martes, 10 de septiembre de 2019 · 09:48

Pero el pedido, más allá de la polémica electoral, abre otro debate: ¿quiénes y cómo trabajan la tierra? En Buenos Aires, la Encuesta Provincial de Servicios Agropecuarios, recientemente publicada, muestra un alto nivel de tercerización de las actividades productivas.

De acuerdo a los datos oficiales, en la campaña 2017/18 se realizaron trabajos en un equivalente a 20,2 millones de hectáreas, y en más de la mitad de los casos (11,3 millones de ha) intervinieron "prestadores puros", es decir, que no tienen campos propios.

El resto son "productores-prestadores", personas que cuentan con grandes maquinarias y que las alquilan para trabajar en campos aledaños al suyo. En este último sector se da un fenómeno particular, según cuenta el investigador del INTA Guido Prividera: un pequeño grupo son propietarios que alquilan sus tierras a un tercero, pero que a su vez les realizan los trabajos de labranza. "Producen su propia tierras para otros".

 

Un fenómeno de larga data

Según los datos oficiales, correspondientes a la campaña 2017/2018, el 55,7% de los trabajos corresponde a tareas de aplicación de agroquímicos y fertilizantes (tanto terrestre como aéreo). Esto corresponde a 11,2 millones de hectáreas, el 83,4% del total de la superficie sembrada esa campaña (fueron 13,5 millones, según datos del Ministerio de Agroindustria nacional).

Prividera sostiene que la tercerización de los servicios agrícolas se dio en el país de forma muy temprana, de la mano de una acelerada mecanización. El mecanismo se aceleró con el "boom" de la soja, que introdujo en la pampa húmeda una forma novedosa: los pooles de siembra.

Esta nueva forma económica, introducida de la mano de la "comoditización" de la soja, provocó dos efectos: por un lado, una mayor demanda de trabajos externos, ya que estas sociedades estaban compuestas por capitales ajenos al campo y no contaban con las herramientas y maquinaria necesarias; y por otro, obligó a los contratistas a invertir en nuevas maquinarias, lo que también obligó, en palabras de Prividera, a una "concentración" en el sector.

Con todo, aún se exhibe un alto grado de informalidad: el 69,1% de los servicios son prestados por personas físicas, aunque en los últimos años ganaron terrenos las SRL (19,2%) y las sociedades de hecho (10,6%). La informalidad de este tipo de trabajos se ve también en la ausencia casi total de contratos: el 97,2% de los labores se arregló "de palabra".

En la campaña 2017/18 se tercerizaron trabajos de cosecha de grano y forrajes en 4 millones de hectáreas (el 27,2% del total), mientras que se trabajaron 3,3 millones en siembra directa.

En cuanto a la modalidad de pago, y a diferencia con lo que ocurría años atrás, el 99,7% de los trabajos se pagó en efectivo, lo que marca un abandono de una práctica muy común en los campos: el pago en especie o a porcentaje de la cosecha.

 

Menos empleos

Por otro lado, la Encuesta provincial, que arroja aún datos preliminares de la pasada campaña agrícola, marcó una caída del 7,4% en la cantidad de empleados. El sector que más sufrió fue el de trabajadores contratados de forma indirecta, que cayó un 40%, mientras que el personal permanente se redujo un 5,6%. El 7% de los empleados registrados, en tanto, son familiares sin remuneración fija.

 

En relación al financiamiento, las altas tasas del mercado obligaron a los prestadores a retraer su capacidad crediticia: afrontaron el 88,5% de sus gastos corrientes y el 52,5% de las inversiones con recursos propios, una proporción mayor a la anterior campaña.

FUENTE: DIB

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