Ing. José Marí­a Ferro

lunes, 22 de octubre de 2007 · 01:19

El hombre del asfalto

Nacido en Chivilcoy el 7 de octubre de 1921, graduado de ingeniero en la Universidad de Buenos Aires (UBA), José María Ferro comenzó su actividad laboral junto a su padre, don José, en la firma "Vallerga, Ferro y Cía.". Luego entró en sociedad con Luis "Togo" Randazzo, con quien realizó importantes obras como el actual edificio de la Escuela Técnica, en Pellegrini y Garibaldi.

Entró en la función pública casi circunstancialmente. Por situaciones muy particulares que se vivieron en el país durante sus dos mandatos, gobernó Chivilcoy desde diciembre de 1966 hasta el 25 de mayo de 1973, durante el gobierno militar del general Juan Carlos Onganía. Posteriormente, tuvo una rentrée durante la última dictadura militar.

Ferro dice que haber cumplido funciones en esas circunstancias es algo que no le pesa, porque siempre pensó que gobernar su ciudad era trabajar para todo el pueblo de Chivilcoy. "Así se lo hice saber a las autoridades que me designaron -recuerda-: pedí un amplio respaldo y lo obtuve".

Está convencido de haberle dado a Chivilcoy el impulso que el distrito necesitaba. De ahí que el balance que hace de su gestión es positivo y no se arrepiente de algunas decisiones que tomó, que aún hoy siguen siendo objetadas por ciertos sectores: la demolición de los edificios de la Estación Norte de Ferrocarril y de la Escuela Nº 1.

Indudablemente a Ferro se lo va a recordar como "el hombre del asfalto", el que mayor impulso le dio a la obra pública y que a casi 40 años de su primera gestión, ningún otro intendente pudo apenas arrimársele.

Claro..., se dirá que eran épocas distintas, que el intendente ejecutaba, que no había Concejo Deliberante que pusiera trabajas al accionar y que gozaba del poder total y absoluto. También dirán que el país era otro, muy distinto por cierto a esta Argentina postrada y del subdesarrollo en la que nos toca vivir.

Todo es cierto, pero quien piensa que Ferro fue un hombre que ejerció el poder de espaldas al pueblo, se equivoca. Detrás de esa imagen de hombre duro, esconde un ser sensible, muy pegado a los afectos. "La gente recuerda con bastante alegría aquellos momentos que pasamos juntos, por lo menos es lo que me hace saber cada vez que camino las calles de mi ciudad", sostiene.

Puntilloso hasta el límite, tiene su propia estadística: "de cada 10 personas que me paran por la calle, 7 tienen excelentes recuerdos de mi paso por la función pública, quiere decir que el balance es absolutamente positivo", argumenta.


Segundo mandato

Su segundo mandato se extendió desde fines de marzo de 1976 -pocos días después del Golpe del 24-, hasta mayo del '81. Recuerdo que por aquel entonces yo estaba en cuarto grado de la vieja escuela primaria y espontáneamente se organizó una movilización popular frente a la intendencia, en plena dictadura. El pueblo pedía la continuidad de Ferro, pero el cambio de autoridades a nivel provincial -dentro del llamado Proceso de Reorganización Nacional-, no tuvo en cuenta la solicitud de la gente.

Ferro, tal como lo había hecho en oportunidades anteriores, ante cada cambio que se producía presentaba su renuncia y esa vez se la aceptaron. "Nunca estuve atado al sillón", confiesa, pero otras fuerzas intervinieron y al no encontrar aquel respaldo amplio que necesitaba, se retiró.

Pero al ingeniero no debe vinculárselo únicamente con los gobiernos militares, ya que fue candidato a intendente con el advenimiento de la democracia en 1983 y perdió por apenas mil votos, ante el justicialista Carlos Dellepiane. En cambio ocupó una banca como concejal, desde el partido que él mismo había creado: la Unión Vecinal.



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Obras recordadas

Son obras recordadas de su paso por la función pública, el extraordinario proyecto de pavimentación. Hablar de Ferro es hablar del pavimento de las avenidas de Circunvalación, cuando en la Provincia le decían que quería "asfaltar el campo". Le proponían hacer boulevard para abaratar costos, pero no aceptó porque veía el desarrollo que tendría Chivilcoy en los años posteriores a partir de ese importante emprendimiento. También terminó la tantas veces paralizada obra de pavimentación de la avenida Mitre hasta la ruta 5, reconvirtió el alumbrado público colocando columnas desde el centro y hasta las cuatro plazas. Montó el Parque Industrial y hasta proyectó convertir al Aero Club en un Aeródromo de alternativa, lo cual lamentablemente quedó trunco.

Es así como se mide la acción de un hombre que tiene visión de futuro: con el paso del tiempo. Y lejos de lo que muchos creen, no gobernaba solo: había formado una Junta Consultiva en la que estaban representadas las fuerzas vivas de la ciudad: el Centro Comercial, la Asociación Rural, etc. Tuvo un gran respeto por el movimiento fomentista, a tal punto que discutió y apoyó los proyectos encarados por las distintas comisiones.

Tras su paso por el Concejo Deliberante, a fines de1987 se radicó en Buenos Aires. Pero el año pasado volvió definitivamente a Chivilcoy, junto a su esposa, porque aquí están sus afectos más cercanos: sus hijos y sus nietos.

Despojado de intereses políticos de toda índole, está convencido de que su misión "está cumplida". Se muestra esperanzado de que sobrevenga una nueva generación de dirigentes que se olviden del pasado y es allí donde pone su acento en los más jóvenes: "La juventud no tiene escepticismo ni odio y eso nos puede salvar, porque con el amor se llega a todas partes".

Ve que Chivilcoy está "estancado", aunque algunas áreas avanzan. A su entender, ya tendría que estar asfaltado el segundo anillo de las avenidas de Circunvalación.

¿Un país mejor? ¿Una Argentina que merezca ser vivida? Piensa que sus nietos llegarán a verla y de los seis que tiene, se inclina en que recién será Sofía -hoy con apenas un año y medio-, la que mayores posibilidades tendrá de ver ese cambio que todos soñamos.
 

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