Leontina Poch Grondona

lunes, 22 de octubre de 2007 · 15:19

Arte y docencia...

La magia de Leontina está en ella misma. Me di cuenta de ello cuando, después de cuarenta y cinco minutos de entrevista, en su casa-taller, no había podido dejar de mirarla, de ver como sus ojos se encendían con los recuerdos, o se cerraban como si quisieran buscar en el tiempo la imagen que le acercara la llave ante el involuntario olvido de una fecha, o de algún nombre y tampoco pude sustraerme a la madurada inteligencia de sus conceptos, sobre el arte, fundamentalmente sobre la libertad de creación, sobre su necesidad de no atarse a ninguna escuela. Me gusta la variedad -dice con entusiasmo- No me gusta repetirme. Recién entonces reparé en su estudio atiborrado de cuadros y pinturas. Mirá éste -me decía, señalando un cuadro de grandes dimensiones- no tiene nada que ver con aquellos de allá o con aquellos otros, me gusta disfrutar de la libertad de creación. Y era verdad. Pero el tema recurrente de la nota fueron sus alumnos. Los que tuvo. Los que tiene ahora, a sus dignísimos y bien llevados noventa y tres años. Nació el 25 de abril de 1911 y se entusiasma y sorprende por la capacidad intelectual de los chicos de ahora. A los que inculca la necesidad de capacitarse y trabajar, de respetar, mirar y admirar la naturaleza, los edificios, todo lo que tengan al alcance de la vista. Realmente, si el arte fue el camino de su alma y de su espíritu, la docencia fue su vocación irredenta, a la que dedicó gran parte de su vida.

Desde el año 1936, en que obtuvo el título de Profesora Nacional de Dibujo en la Escuela de Artes Decorativas de la Nación, hasta nuestros días, pasando por hitos realmente importantes, con reconocimientos que han podido dimensionar -si es posible poner medida a la creación y a la vocación de una persona- su trayectoria.

En 1937 egresó con el título de Profesora Superior de Dibujo y Pintura de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, Academia De La Cárcova, bajo la dirección del gran maestro Pompeo Boggio. Alguien a quien nombra con admiración inocultable. Como recuerda también a su primera maestra de dibujo María Lowe. Y a su gran amiga, Teresita Gandini, la que la compañó a La Cárcova.

Desde el año 1937 se dedicó a su vocación docente. Hasta el año 1965 dirigió su escuela particular Santa Teresa. Fue directora de la Academia de Bellas Artes De La Cárcova. También docente de Estética en la Escuela Normal Superior Domingo Faustino Sarmiento; profesora de Dibujo y Pintura en la Escuela Formativa de Profesoras para Jardines de Infantes; profesora en el Colegio Nacional José Hernández, en el Instituto de Formación Docente y en la Escuela Superior de Artes Visuales; profesora de Diseño y Ornamentación del Vestido en la ENET Nº 1 de Chivilcoy. En el año 1965, la creación de la Escuela Superior de Artes Visuales de Chivilcoy, colmó uno de sus sueños. Su aporte fue fundamental para la creación además del Centro de Niños Pintores de la Academia De La Cárcova. Desde 1969 a 1979 aportó a la cultura oficial su empeño y conocimientos desde sus cargos de vicepresidenta primero y auxiliar después de la Comisión Municipal de Cultura.


Toda esta intensísima actividad, que aún mantiene como integrante del grupo Encuentro por las Artes, le han permitido cosechar reconocimientos y premios, pero fundamentalmente, incorporarla a la aceptación de los chivilcoyanos como un claro exponente de la actividad plástica y cultural.

Por eso se dimensiona en todo su alcance la distinción que en el año 1992 le confiere el Consejo Provincial de la Mujer, al elegirla como una de las mujeres del año 1991. Ese mismo año, los chivilcoyanos hacen suya la decisión del por aquel entonces intendente, Jorge Juancorena de distinguirla como Ciudadana Ilustre de Chivilcoy.

Ese mismo año -1992- leíamos en las páginas de La Razón, una conceptuosa nota sobre estos reconocimientos que había merecido Leontina: "Un arquetipo de la educación estética que recibe un homenaje justiciero y valioso sin retaceos, sin pseudo recursos, ni prestigio alcanzado en forma vana y por una publicidad rebuscada; nos asociamos sincera y honestamente a este homenaje, porque Leontina Poch se lo ha ganado legítimamente y sus merecimientos son, en cierto modo, parte de la comunidad que a través de ella gana fama y prestigio. Felicitaciones". Concluía Senior, el columnista que se refería al acontecimiento con justiciera y meridiana claridad, y que no era otro que el recordado profesor Francisco Menta.

Más allá de las distinciones -merecidas, por cierto- Leontina Poch Grondona, ha recorrido un largo trecho y ha dejado su impronta en su paso por la vida, en un camino que hoy continúa andando, humildemente y en silencio, respondiendo con trabajo y dedicación, en su taller atiborrado de cuadros que nos hablan de su pasión creadora, casi mística, que forjó en su carácter la fortaleza de quienes tienen claro su sino y su destino, su razón de ser.

Basta charlar con ella, para saber que odia la hipocresía, la oscuridad y la mentira y valora la luz, el color y la generosidad. Esa misma que la mantiene viva, forjando en cada alumno la imperiosa necesidad de vivir su vocación con respeto, dedicación y trabajo, valores que cimentaron su personalidad y le granjearon el respeto y la admiración de los chivilcoyanos.
 

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