Blanca Garcí­a

lunes, 22 de octubre de 2007 · 15:15

La dama del teatro

Tal vez hayan sido aquellas enormes y famosas compañías de teatro que salían al interior y que acostumbraban a regalar palcos al jefe de la estación del ferrocarril, a la sazón padre de Blanca Anita Pérez de García, y de otros 10 hermanos, funciones a las que concurría siempre. Pero lo que inexorablemente signó su vida desde los doce años, cuando siempre quería actuar en los actos, fue la pasión por el teatro, al punto de recordar que su primera vez fue en el año 1936.

Nacida un 26 de enero de 1918, su mayor tesoro, más allá de premios y reconocimientos, como el de haber sido designada ciudadana ilustre de Chivilcoy, es el que les cabe a las personas que sienten la seguridad de haber vivido la pasión de su vida intensamente.

Una madre adelantada para la época, que la dejaba ir a ensayar al teatro a las nueve de la noche en los años treinta y pico, lo que no era muy usual, tuvo que ver en su vida, ya que en la Agrupación Artística conoció a quien sería su esposo, con quien se casó en el año 1942.


Al nombrar la Agrupación, Blanca, dice "el teatro" en una síntesis para nada excluyente de otras instituciones, sino simplemente para denominar a lo que ella incorporó a su vida como si fuera su casa.

En ella transcurrió su carrera. Allí recuerda el alto honor de trabajar con muy buenos actores como don José Puppo, Livio Balducci, Direnzo, Horacio Cerani, Lidia Guaraglia, Ema Vivanco, muy buenas actrices y grandes compañeras.

Hizo todos los trabajos que se necesitan hacer en un teatro independiente, vestuario, maquillaje, todos, menos acomodar, porque nunca le gustó. Y rescata, desde su humildad, que el teatro le enseñó muchísimo en su vida, la educación que no pudieron darle sus padres se la dieron las tablas.

Enemiga del autobombo y de la ingratitud, Blanca hizo de la ética, la humildad y la honestidad, su camino en el teatro y en la vida, por eso las palabras que siempre repite a los más jóvenes que comienzan en teatro, van dirigidas a ello, "no se tienen que envanecer porque el primer día les fue bien en un papel y creerse que son los reyes del éxito".

Y esto, sobre todo viniendo de alguien que ha vivido, sirve para todo lo que iniciemos en la vida.
 

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