Pampa Cura

lunes, 22 de octubre de 2007 · 00:00


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Carlos Antonio Cura -no se olvide del Pampa, aclara al comenzar la entrevista- nació el 11 de marzo de 1930. Hijo de José Cura e Ilda Carolina Rossi, casado con María Elena Gaynor, padre de María Elena, José Carlos y Mariano, y abuelo de 6 nietas. Egresado de la primera promoción de la Escuela de Comercio, se dedicó desde los 18 años a la actividad comercial de "artículos de caballeros".

Ameno en sus relatos, lleno de recuerdos y sabrosas anécdotas, es reconocido como el máximo referente del tradicionalismo. A él se recurre ante la pesquisa de algún dato vinculado a costumbres y usanzas de los paisanos. Siempre a mano tiene los telefónos donde contactarse con un Juan Carlos Saravia o un Luis Flores, con los que mantiene fluido trato. La Municipalidad de Chivilcoy lo distingue en 1998 como Ciudadano Ilustre.

Cuando niño se le interrogaba sobre sus aspiraciones futuras, él respondía que sería Resero. Era la presencia de aquellos hombres que arriando ganado transitaron por "El Recreo" (almacén de ramos generales propiedad de sus abuelos ubicado sobre el antiguo camino Real -Pago de la Costa del Salado, puntualiza Pampa) y que hacían noche allí dada la cercanía de las ferias de Bartolomé Barbieri, Caroni y Moras o la de Vallerga Ferro. Y dejaron su impronta.

En 1950 integra el conjunto folklórico "Coya Huayna" con César Mesplet (piano), Chiquito Caversazzi (guitarra), Licho Fernández (quena y bombo), Derlis Oscar Gardella (guitarra) y los hermanos Medrano, Hugo y el Gringo que tocaban "lo que le pusieran por delante" y Pampa (en guitarra), oficiaba a su vez de presentador recorriendo parte de la provincia con Domingo Zerpa ilustrando la charla "El zorro en el Folklore Argentino". Al desmembrarse el Centro Tradicionalista "El Surco", funda junto a otros compueblanos "El Fogón" y es cofundador de la Federación Gaucha Argentina.

Pampa se considera un "juntador", no un coleccionista. Penetrar en 'El Recreo", hoy de su propiedad y transformado en museo-almacén, es entrar a un pasado vivo. Carteleras publicitarias en chapa, estanterías con envases y productos originales, junto a un sinnúmero de artículos, reciben al visitante gracias al constante aporte de Pampa que supo sostenerlo para deleite de la posteridad.

Por su calidad, calidez e impecable presencia, merita el diploma de Gentleman paisano.

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