Opinión
Violencia política: del hartazgo a la acción
Esta semana en el Congreso de Estados Unidos el republicano Ted Yoho trataba de “fucking bitch” (maldita perra) y “loca” a Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), la congresista más joven, latina y feminista, y dio origen a un discurso histórico contra el machismo de la política a nivel mundial. Al respecto, Luciana Peker trazó un paralelismo y sentenció: “Si Evita viviera le dirían “fucking beach”. Y, sin embargo, aún entendiendo que pasa a todo nivel y en todo el mundo, la noche del lunes no pude dormir pensando en los mensajes y las amenazas que recibí solo por dar mi opinión, reviviendo todos los insultos y violencias que sufrí a lo largo de mi vida y pensaba: ¿Por qué me sigo metiendo? ¿Por qué siempre se nos castiga tan cruelmente? ¿Por qué uno de los insultos más comunes a las “sin hijes” suele estar ligada a su condición de mujer deseante o a su potencia sexual?
Quiero aclarar que la violencia política la sufrimos las mujeres de todos los partidos políticos por parte de personas machistas, ya sean hombres o mujeres, fuera y dentro de nuestros espacios. Incluso, nosotras mismas podemos hacer comentarios con sesgos de género porque, como dijo Simone de Beauvoir: “No se nace feminista, se llega a serlo”.
La violencia política contra nosotras se caracteriza por anular las discusiones arremetiendo contra nuestros aspectos íntimos, sexuales, estéticos y psicológicos. No importa cuánto estudiemos, cuánto trabajemos, cuántos hijos criemos, se nos exige que demostremos una y otra vez nuestras capacidades y experiencia. Otra forma de violencia es el “mansplaining”, que es cuando los hombres nos explican cosas que ya sabemos para tratarnos de tontas, como explicarle a una peronista lo que es el peronismo.
Otras veces, nos agreden por nuestro aspecto físico o nos hacen bullying porque ¡claro! estamos falladas: somos gordas, demasiado flacas, feas, huecas, perras, muy coquetas, abandonadas, divorciadas, insoportables, locas, frígidas o cornudas. No solo las personas , también los medios. Existe dentro de lo que denominamos violencia mediática varias operaciones que Virginia García Beaudoux clasificó de la siguiente manera y consiste en: 1) hacer foco en su vida doméstica, en su rol de madre o abuelas 2) comentar sus looks 3) conectarlas a hombres poderosos y enfatizar en las "relaciones" que necesitan para meterse en política 4) decir que son muy emocionales o complicadas y 5) opinar sobre su tono de voz.
Todas estas prácticas tienen como consecuencia que muchas no participemos en la escena política o lo hagamos desde el margen, con el sufrimiento que conlleva, o que, directamente, abandonemos nuestra militancia. En otras ocasiones, aceptamos y hasta agradecemos los espacios donde “nos dejan ser” y donde “ya no nos tienen calladitas”. Pero es, incluso en ese reconocimiento como “feministas”, donde se esconde la intención de encasillarnos y despojarnos de todas nuestras otras luchas y capacidades como sujetos políticos, con el objetivo de no ceder terreno y para que, en definitiva, la toma de decisiones y la disputa del poder real nunca cambie de manos.
Por eso les pido que hagamos el ejercicio de repensar qué decimos y cómo lo decimos. No se trata de anular las críticas, sino de volver a discutir ideas. Seamos responsables y frenemos todo tipo de violencia cada vez, a tiempo, no nos unamos solamente cuando ya es demasiado tarde y nos mataron a una hermana o a una hija. Entendamos y expliquemos una y mil veces qué son las violencias y qué podemos hacer cada día para construir una sociedad más igualitaria porque vivas y libres nos queremos y quiero confiar que ustedes también.
Elda Tomasini
Lic.Comunicación (UBA), especialista en Op. Pública, Política y Medios (FLACSO, Austral, Sciences Po-París). Directora de la revista ChEEk Argentina (www.cheek.com.ar).Emprendedora, feminista y militante peronista.