La vara sigue baja

domingo, 6 de agosto de 2017 · 00:00

Falta poco para las elecciones de medio término. Por primera vez decenas de chivilcoyanos se aventuraron al ardoroso mundo de la política partidaria. Gente lúcida, militante, sanguínea. Hombres y mujeres afectados por los desvaríos de una sociedad polar.

Este bendito país, tan amado y deprimente por momentos, ha despertado el instinto de participación de personas que hasta hace poco sólo se entretenían en actividades particulares. Saltar del sillón hacia el grupo militante es un llamativo y esperado acto reflejo de seres humanos que ya no quieren ver pasar la realidad desde el confort de la tribuna. Celebro entonces esa participación audaz que quema y que quiere decir y gritar su cosmovisión de mundo.

Pero lamento volver a insistir con el mismo concepto cada dos años: la población no sólo necesita un nombre propio y una cara sonriente, el pueblo necesita ideas concretas de cómo la inteligencia y la ideología se convierten en propuestas normativas para el Concejo Deliberante y el Consejo Escolar. Por más militancia que se tenga y cierto reconocimiento en los valores ideológicos que se sustentan, el pueblo quiere “ideas concretas de cómo ese candidato va a promover nuestro desarrollo”. Las consignas, los jingles, las frases redondas o las palabras gancheras, no hacen madurar a nuestra Democracia.

Salvo pequeñas excepciones de alguna agrupación que innovó algo en este sentido, se volvió a reproducir los modos de aquella política que cree que el otro debe votar “afinidades” por cercanía o familiaridad en vez de “elegir” ideas concretas y propuestas que puedan cambiar prácticamente la vida en comunidad.

Acaso ¿Ya no hay normas que crear para mejorar nuestra convivencia vial? ¿Nadie propone nada para enseñar más profundamente en las escuelas las cuestiones de equidad de género? ¿Ya es obligatorio en nuestra ciudad exponer en todos los negocios los productos que se fabrican localmente? ¿Ya hay acaso ordenanzas para proteger del frío a las viviendas precarias que hay por cientos en las periferias de nuestra ciudad? ¿Nada pueden hacer nuestros consejeros y nuestros concejales para apuntalar la deficiente enseñanza de nuestro sistema educativo?

Caras, sonrisas, consignas, bombos y platillos. Pasacalles, pósters, ploteos y frases remanidas. Todas fórmulas que piensan que del otro lado no hay un ciudadano pensante que espera, sólo un consumidor imberbe de flashes publicitarios.

Seguimos resistiendo.

 

 

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