Por Carlos Dellepiane
Cuidar la unidad de la Nación
Me preguntan por Randazzo. La única opinión que puedo dar es la de un observador a la distancia.
Cuando Cristina
Kirchner promovió la fórmula Scioli-Zannini, Florencio quedó en el camino negándose a considerar otra alternativa. En
aquel momento dejé unas líneas para señalar que ese gesto –por lo inusual-
algún día lo devolvería al escenario. Hoy lo tenemos de nuevo sobre las tablas.
Esta vez, ante su insistencia en reclamar internas, la ex-Presidenta decidió
armar un frente por fuera del PJ. No veo en este conflicto una discrepancia
sobre la conveniencia de internas o lista única. Veo, en cambio, la puesta en
marcha en nuestra Provincia de un proceso que hace tiempo se inició en el resto
del país dirigido a establecer las razones de la derrota y las ineludibles
responsabilidades. Nadie debería asombrarse. Se trata de algo natural en
cualquier empresa humana identificar los motivos de un fracaso para no
repetirlo. La intransigencia de Florencio desata fuerzas que a partir de ahora
quedan entregadas a su propio desarrollo. Imagino que no le ha resultado fácil
sostener esta disidencia, pero lo ha logrado. Algunos le asignan un 5/10 % de
los votos. Si así fuera esto significa entre 500.000 y 1.000.000 de electores.
De todos modos en estas cuestiones conviene ser cauteloso. Kirchner no medía
mucho más que este porcentaje antes de recibir el apoyo de Duhalde. Quiero
decir con esto que la política no está hecha para confirmar encuestas sino para
abrir caminos. Las rebeldías suelen tener la propiedad de fundar realidades con
el tiempo. Las adhesiones que reciba –sean las que sean- serán suyas.
Para mí las
razones de la derrota deben buscarse en el abandono de las ideas centrales de
Perón, entre ellas, la idea de Nación.
El mundo es un
lugar colorido y amable en las guías de turismo, pero existe otro mundo cruzado
por fuertes intereses políticos y económicos que es gris y poco amable con los
estados débiles o debilitados. Por ello, y con más razón en un mundo que se globaliza,
los estados nacionales que alcanzan un grado razonable de cohesión se
constituyen en verdaderas "unidades de sobrevivencia” como se las ha dado en
llamar. La unidad de la Nación, más allá de las necesarias diferencias, debería
representar un objetivo superior para todos los actores políticos. Los procesos
de integración social deben llevarse adelante preservando a toda costa esa
unidad que Perón al regresar del exilio, en función de la experiencia acumulada
y la evolución de su pensamiento, calificó como "salvadora”. De allí su
proclama "para un Argentino no debe haber nada mejor que otro Argentino”.
Sin embargo, en
los últimos años, diversos grupos –con aliento oficial- se dieron a la tarea de
demonizar personas, sectores sociales e instituciones. El resultado de este
emprendimiento fue más de medio país en la vereda de enfrente.
Contaba Vicente
Solano Lima, aquel dirigente conservador que fuera tenaz adversario y luego
amigo de Perón, que cuando le fue ofrecida la candidatura a vicepresidente lo entrevistó
para decirle que se sentía honrado pero obligado a recordarle que no tenía
votos. Perón le contestó "no se preocupe Solano, los votos los tengo yo, pero
el peronismo tiene algo que algunos sectores de la sociedad Argentina rechaza.
Yo necesito de hombres como usted para generar confianza en estos sectores”.
Esta era la palabra de un auténtico constructor de mayorías.
Jugar a la
división de los argentinos –con la finalidad que sea- significa jugar a la
ruleta rusa. En ocasiones no sale el tiro y en otras sí. La advertencia vale
para todos.
Cuando se
traspasa un límite en los enfrentamientos internos, en el plato aparecen otras
manos y el conflicto pasa a ser administrado desde las sombras por terceros.
Eso sí, la sangre es siempre local, como en Venezuela.
En septiembre de
1997, en Milán, se concentraron un millón de personas. La movilización fue
organizada por los principales sindicatos Italianos para manifestarse a favor
de la unidad de Italia ante un brote separatista encarnado por la "Liga Norte” de Umberto Bossi. Un vocero del
encuentro dijo "el único camino para reformar la sociedad, la economía y el
Estado, es permanecer unidos”. La conciencia nacional de los trabajadores
terminó con la aventura.
Una Nación no es
solo un territorio con recursos, es sobre todo un espacio de convivencia con
una historia y un destino común. Constituye un bloque a cuidar, no a romper.
Carlos
Dellepiane.