Por Diego Manusovich
Y se viene el invierno
Mientras el gobierno nacional y los grandes medios siguen haciéndole creer a la gilada que ellos son "transparentes, impolutos y republicanos”, se siguen cerrando locales y despidiendo gente.
La corrupción es endémica en nuestra cultura y atraviesa a todos los argentinos, por ende a todos los partidos políticos. Es idiosincrática y estructural. Cuando estás en el llano te hacés el gil no pagando las tasas. Si podés perreas los metros cuadrados de tus construcciones edilicias y cuando escriturás lo hacés por el valor más bajo de mercado posible. Pasás en rojo si nadie te ve y muchos ni siquiera tienen empacho en coimear a un cana si se ven en aprietos. Se trampean declaraciones de impuestos, blanqueo de trabajadores, quilajes de cargas de camiones, segundos de publicidad, no se hacen facturas o tikets por muchas transacciones o simplemente se está entongado con los laboratorios para recetar tal o cual remedio preferentemente.
Pueden escribirse manuales y manuales que den cuanta, en todas las profesiones, cómo el "ser argentino” logró ventajas creativas que redundaron y redundan en dinero falseado o corrupto.
Entonces, que desde el poder hayan querido denostar al anterior gobierno nacional y popular como el origen y causa de todos los males, no fue sino otra de las trampas para la gente poco lúcida. El actual gobierno nacional, provincial o municipal también tienen y tendrán casos pequeños, medianos o grandes de desmanejo de los dineros públicos porque esto constituye el ADN de cada argentino que trabaja en el ámbito privado o público.
Todos tenemos que luchar contra esta dramática marca genética que nos agobia y nos pisa los talones todo el tiempo. Pero esa lucha dependerá de los gestos de nuestros representantes, que salieron del mismo repollo que el resto. Nada de esto será inmediato, mientras tanto debemos estar atentos pues "hablar de la corrupción de los otros” suele ser la muletilla que permite (al menos por un breve tiempo) gozar del favor popular mientras se desguaza el país por completo.
¿Cuántas veces dijimos que lo más importante era haber recuperado nuestra industria nacional? Desde el 2003 recuperamos la iniciativa local y pudimos poner de pie miles y miles de PyMES en toda la Argentina para volver a creer en la dignidad del trabajo y en la innovación. El empleo y el salario digno es el motor del consumo. Ese delicado "empuje permanente” hace que las familias (todas las posible) compren heladeras, motos, televisores, vacaciones, etc. Ese delicado "estímulo permanente” promueve que las familias compren libros, agranden sus casas o renueven sus vestuarios, todo porque su salario es robusto y tienen la sensación de que se va a mantener en el tiempo.
Esta banda de saqueadores llamada "Cambiemos” con la irrecuperable traición de los radicales antipopulares ha decidido ir desmantelando todo el andamiaje del consumo, y por ende, del trabajo pujante de las industrias locales. ¿Qué les importa si cierran locales o fábricas? ¿O si se despiden trabajadores y sus familias quedan sin laburo? ¿Qué les importa si las zapatillas se fabrican en Chivilcoy o vienen de la China?
¿Dónde queda Chivilcoy? ¿Ehhh? ¡Ahh! ¿Vos no eras Sebas de allá? Jajaja, che algún día tenemos que ir a comer un asado a lo de Sebas…
No les importa nada.
Éramos un país funcionando. No era perfecto ni mucho menos, pero teníamos un gobierno que se preocupaba con obsesión cotidiana en cuidar el poder adquisitivo del trabajador y el entusiasmo comercial de las PyMES.
En quince meses nos han dejado casi a la intemperie, y ya está llegando el invierno.
Somos un pueblo imbécil y desmemoriado.
Seguimos resistiendo.-