Por Carlos Dellepiane

Elogio del Sindicalismo

jueves, 4 de mayo de 2017 · 01:14

Días atrás el doctor Juan Manuel Casella publicó en Clarín una nota titulada: Sindicalismo: Pasado y Futuro. Debo decir que me sorprendió. La misma, a mi juicio, constituye una recopilación de cuanto prejuicio existe en la sociedad argentina sobre los sindicatos de trabajadores. No la esperaba de un hombre que llegó a desempeñarse como Ministro de Trabajo de un Presidente como el doctor Raúl Alfonsín. A ella me remito.

 Aquí solo deseo señalar que las sociedades tienden a organizarse en un sistema de pesos y contrapesos para alcanzar determinados equilibrios. Cuando el sindicalismo alcanza formas estables de organización y permanencia se convierte en un contrapeso de importancia al poder económico.

Nuestros sindicatos se desarrollaron con un profundo sentido nacional, alejado de concepciones internacionalistas que fracasaron en todo el mundo. Aquí llevaron dignidad a los trabajadores, facilitando en buena medida la expansión de la clase media. Por caso, los hijos de los trabajadores pudieron, por fin, entrar a las universidades. En los países donde no existe desarrollo sindical las clases medias no logran afirmarse.

La defensa del salario y de las fuentes de trabajo, son actividades básicas de los sindicatos. Sus herramientas esenciales son la negociación colectiva y la huelga. El salario alimenta al comercio y a la industria volcada al mercado interno. Argentina es casi 90 % mercado interno. Las exportaciones representan solo el 11 % del PBI (en México el 35 %, en Chile el 30%, en Alemania el 47 %). Argentina presenta serios problemas de competitividad, pero esto no se resuelve devaluando para deprimir salarios. Los gobiernos tienen que adoptar otras decisiones. Mejorar infraestructuras viales, energéticas, portuarias, revisar impuestos, promover incorporación tecnológica, etc.  En la Argentina un dólar alto significa salarios bajos y alimentos caros. Sin embargo se opta siempre por la más fácil, recuperar competitividad devaluando. Ni siquiera se hacen cargo, dicen "devaluó el mercado”, vale decir, nadie. Hace tiempo que escucho decir a algunos economistas "Argentina vive por encima de sus posibilidades”. Quien? Un trabajador que se compró una heladera en cuotas o los empresarios del juego? Con este ejemplo –que admito burdo ex profeso- quiero señalar que hay mucha tela para recortar antes que el salario.

El poder económico no es homogéneo –hay peces grandes y peces chicos- pero es permanente sobre las sociedades. Contaba Giovanni Agnelli, nieto del fundador de la FIAT, que siendo un muchacho viajó a la Unión Soviética formando parte de una delegación del gobierno Italiano. Allí los recibió Nikita Kruschev quién en un momento de la visita lo invitó a hablar a solas. Agnelli sorprendido por la invitación le preguntó porqué deseaba hablar con él cuando en la delegación se encontraba el Primer Ministro y las principales figuras del gobierno y de la oposición. Kruschev le contestó "es muy sencillo Agnelli, ellos hoy están en el gobierno y mañana no, usted en cambio siempre va estar en el poder, por ello los acuerdos permanentes los tenemos que hablar con usted”. Kruschev tenía razón, Agnelli ya no está, murió en 2003, pero su familia continúa en el poder. La FIAT duró más que la Unión Soviética.

El poder económico debe tener como contrapartida un poder sindical permanente para asegurar los equilibrios sociales. La inexistencia o debilidad de las organizaciones gremiales determina que los gobiernos –cuyo poder político es por naturaleza el más provisorio- no puedan arbitrar el conflicto por carecer de un punto de apoyo fundamental. En estos casos el poder económico pone a los gobiernos a su servicio y se come todo el pastel. Pero la historia no termina allí, a continuación el pez gordo se come al chico. Sin arbitraje del Estado, la gran empresa tiende a desplazar a las pequeñas. Los países que acumulan experiencia sobre estos mecanismos desarrollan organizaciones sindicales poderosas, contribuyendo de este modo a generar sociedades integradas. Alemania, EEUU, Italia, Francia y los países escandinavos, entre otros, más allá de sus particularidades nacionales, son un ejemplo de sindicalismo moderno.

Carlos Dellepiane

Comentarios

17/5/2017 | 18:34
#164795
excelente!!!!!!!!!!!!
13/5/2017 | 17:18
#164794
ahora este es una carmelita decalza?