Por Luis María Mariano

“La educación que falta”

lunes, 24 de abril de 2017 · 20:15

La democracia nos brinda la posibilidad de generarnos día a día, la convivencia en paz, no implicando su formal existencia a que surjan permanentemente conflictos. Éstos se caracterizan, como "conflictos de superficie”.

Los conflictos de superficie son aquellos problemas que aparecen dentro de la sociedad civil, que involucran a los gobiernos en uso de las facultades otorgadas por el Estado pero de ninguna manera, ponen en vilo el desenvolvimiento de la institucionalidad democrática como la conculcación de derechos constitucionales.

Para resolver todo tipo de conflicto, el ciudadano de una república democrática, está determinado a dialogar y consensuar en un tiempo determinado.

En democracia siempre, las soluciones son temporarias. El propio desenvolvimiento social hace por sí, que recurrentemente, aparezcan nuevos conflictos y así, en los tiempos. Pero el diálogo como valor constitutivo, vigoriza la democracia y ésta pasa a ser como comúnmente se dice "la democracia es un estilo de vida”.

Hasta aquí tenemos que siempre habrá conflicto y que su solución en términos de convivencia pacífica, depende del dialogo conducente a un consenso.

Las partes en mesa de un conflicto, deben llevar la actitud de convencer a su interlocutor como también, la de posibilitar ser convencido en tanto que las argumentaciones de ambas, giren en torno a la razón y la razonabilidad. No deben formar parte, las posturas radicalizadas u orientadas a habilitar el uso de la fuerza.

El Programa de Evaluación Internacional de los Alumnos que registra y compara la formación de los niños al llegar al final de la etapa de su enseñanza obligatoria a los 15 años y realizado éste, por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), indicó que la Argentina es uno de los 10 países que con peores calificaciones en las evaluaciones de lectura, matemáticas y ciencia. Lamentablemente para la sociedad actual y las venideras entre ellos los futuros docentes, el 53,6% de los alumnos argentinos no superan el nivel mínimo de lectura; 50,9% de ciencia y 66,5% de matemática.

El programa está concebido para obtener información que les permita los países integrantes, el adoptar políticas públicas necesarias para mejorar los niveles educativos en su población.

El deterioro sistemático del sistema educativo, no pertenece a este último gobierno pero si la obligación de orientarlo en el sentido correcto. No pueden decir lo mismo aquellos docentes, los sindicatos y los padres que en forma comprometida con la desidia de política educativa del peronismo, han permitido la presente degradación.

La educación además de integrar y dar oportunidades, genera sociedades con igualdad. En los tiempos actuales la principal riqueza de un país es el capital mental de quienes los habitan. En otros momentos históricos, la prosperidad estaba sustentada en la posesión de tierras, posteriormente, en la explotación de minerales y la producción industrial. Hoy, el fundamento del desarrollo está en la capacidad de pensar, de crear, de innovar. Este crecimiento sostenible de las sociedades se genera gracias a la inversión en educación, investigación y conocimiento.

Los comportamientos de no dar clases agudizando las confrontaciones sociales; el uso desproporcionado del derecho al paro; las movilizaciones callejeras; el escrache a los gobernantes; la escuela itinerante; las clases abiertas; el corte de calles; el asentamiento en lugares públicos, no sólo muestran la escasa sustancia intelectual para sostener un diálogo democrático, sino que exteriorizan la adhesión a gobiernos autoritarios como populistas que atentan contra el funcionamiento de una república democrática y a su vez, propenden a la consolidación de la ignorancia como factor facilitador de dominación por parte de los mismos. Reproducen lo que en otros tiempos fue: "alpargatas si, libros no".

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