Por Andrés Lavaselli

Panorama político: Vidal acelera en medio del desconcierto peronista

lunes, 30 de octubre de 2017 · 14:59

Fortalecida por el resultado electoral, María Eugenia Vidal busca acelerar el tratamiento de un paquete de leyes que contiene parte de la agenda con la que encarará el segundo tramo de su mandato, un período en el cual es previsible que intente instalar la idea de una reelección. Pero al mismo tiempo, posterga para después del verano decisiones sobre su interlocución con la oposición, a la espera de que aparezcan señales respecto de cómo se ordenará el peronismo.

 

Es que el triunfo terminó de crear, según la lectura de la gobernadora, las condiciones políticas para aplicar una agenda que hasta ahora había postergado y que expresa con mayor precisión que lo hecho hasta ahora su programa para la provincia. La rebaja de la presión impositiva, aunque sea apenas simbólica (solo cae 0,3%) es un punto nodal. Otro, el nuevo recorte del “gasto político”, que combinó con la eliminación de las jubilaciones de privilegio.

Ese paquete, enviado antes de que pasen 72 horas del triunfo de Cambiemos, contiene señales del nuevo tiempo que quiere inaugurar que están dirigidas a todos, incluso a los “propios”. A los legisladores, porque los compromete los obliga a avanzar en un recorte del presupuesto propio de 2.500 de pesos. A los intendentes, porque les quita control de fondos para obras, los expone a las consecuencias de negarse a acotar el aumento de sus plantas de personal mientras que los obliga a moderar las tasas.

Si la gobernadora puede capitalizar en esos términos la victoria es no solo porque su triunfo fue amplio, sino porque lo gestionó de forma tal que emergió de las urnas como la dominadora casi exclusiva de la escena provincial. Es el premio por haber asumido el riesgo de una candidatura implícita. Y porque, antes de eso, se animó a una maniobra igual de peligrosa: empujar a Elisa Carrió fuera del territorio bonaerense.

Esa dominación se plasmará el 10 de diciembre, cuando se produzca el recambio legislativo. Ese día, Cambiemos quedará a un paso de sesionar cuando quiera en Diputados y arañará el control total de Senadores. El hecho de que los operadores del oficialismo confíen en aprobar la ley de impuestos y el presupuesto antes, es un indicio del nuevo músculo político de Vidal. Eso, más allá de alguna picardía de opositores que terminan el mandato y no tienen mucho que perder con un respaldo al oficialismo.

El desconcierto opositor también cuenta. “El peronismo va a tener un bloque de 33 diputados después del recambio, pero con la fragmentación de la campaña y lo que están diciendo los Gobernadores, no sabemos en qué va a terminar eso, quién va a liderar, si va a seguir unificado”, explica un operador parlamentario de Cambiemos. En contraste, “hoy sabemos con quién tenemos que hablar y con quién no”, explica.

Esa incertidumbre da cuenta también de la demora de Vidal en avanzar con definición, largamente esperada, de la designación del ministro vacante de la Corte Suprema y los nuevos vocales del Tribunal de Cuentas. Contra lo que muchos esperaban, la gobernadora no los propondrá hasta marzo o abril del año próximo. La postergación no es gratuita: Vidal quiere ver qué sector del peronismo emerge como interlocutor posible para los próximos dos años.

La tarea no es fácil. Tras la derrota, Cristina Kirchner quedó paradójicamente confirmada la principal dirigente opositora. Pero el resto ese todo dudas, porque ese liderazgo expresa una fracción social que ningún otro dirigente parece poder expresar, pero al mismo tiempo impide un tipo interlocución con el gobierno que parte del resto del peronismo con representación institucional necesita profundizar.

Esa dicotomía, más que las afinidades y tirrias personales, explican la fragmentación del peronismo. Y por eso, la pelea por la conducción del partido, con la consiguiente división en grupos de intendentes, es bastante menos definitoria de lo que parece. Es que hay algunos alcaldes del Conurbano que están más interesados en explorar los términos de la convivencia (¿del acercamiento?) con Vidal, que en ver quién se posiciona mejor para encarar la carrera por la gobernación en 2019.

Para ellos, el razonamiento es el siguiente: si no hay un cataclismo, es probable que Vidal llegue al final de su mandato con altas chances de reelegir. Eso quiere decir: con buenas posibilidades de plantar en sus territorios candidatos de Cambiemos competitivos. ¿Para qué soñar con la Gobernación si ese sueño puede transformarse en la pesadilla de la pérdida del poder municipal?

Las coordenadas son similares para Sergio Massa y Florencio Randazzo, los dos grandes perdedores. Ambos, expuestos al dilema de volver o no al peronismo para correrse de la polarización que los puso al borde de la disolución política, solo para ingresar en una fuerza donde quien los expulsó asoma como la única dirigente con incentivos reales para dar la pelea en el próximo turno electoral. (DIB) AL

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