Por Hugo Costanzo
Corruptos descarados y corruptos con cara de boludos
Desde hace décadas, los corruptos descarados, ocuparon puestos públicos y empresas interactuantes con el estado, derramando la cultura del hombre egoísta, miserable, que obtiene su botín a fuerza de corromperse y corromper generando un simbolismo que denigra la raza humana. ¿Cómo se puede luego convivir toda la vida con algo obtenido así?
Cual volcán en erupción, la deflagración del kichnerismo elevó la diáspora del corrompido, siendo ejemplos contra facticos del dinero mal habido, el de gente de trabajo honesta que aparecen como una alegoría transitando por la derecha de la vida.
Los corruptos deben ser tratados como gente socialmente proscrita, generalmente parasitarios, no generan riqueza, sino que usufructúan del andamiaje que la gente de trabajo esforzadamente construye día a día.
No todos son poderosos y millonarios. Los hay de todo tipo, el funcionario que remedia un problema y vende la solución a cambio de plata; el que presta un servicio falseado y lo cobra por bueno, el profesional que estafa al común; los que negrean a sus empleados, etc., esparciendo por doquier una actitud dirigente a anarquizar la sociedad, espoleándolo hacia la anomia.
Los hay también corruptos innovadores como montoneros truchos, perejiles que por cagones huyeron al exterior a victimizarse y volver en el amanecer de la democracia, para beneficiarse con un subsidio. Hoy se los ve gozando de un buen pasar gracias a haber negociado "la sangre derramada”.
En este universo anidan también los corruptos con cara de boludos, aquellos que lejos de figurar y participar de la primera línea de negocios espurios, conocen de donde provienen los dineros que usufructúan y se encargan de mostrarlo en emprendimientos o residencias faraónicas, teniendo un lujoso pasar justificándose con un "total todo el mundo roba”. Pertenecen a este segmento de corruptos con cara de boludos los familiares, amigos, testaferros, o el mismo corrupto descarado transformado en el rol de rentista o empresario, hasta los hay artistas pero ahora con cara de boludos.
La forma de vivir del corrupto descarado y del corrupto con cara de boludo, es la del hombre anodino, que sólo genera vínculos de interés pecuniario, sólo los moviliza el espanto llegando a la crueldad y difamación con todo aquello que pueda quebrantar la tapia de cobertura y mantenerse indemnes ante el avance de la justicia y sobre todo del castigo social.
El universo devuelve lo que sembramos, los corruptos no están exentos a esta premisa bíblica, perdiendo el sentido de comunidad y aislándose con sus pares en el exilio. Uno los suele ver por la calle como en permanente huida, con la autoestima derretida, soportando algún "devolvé la que te llevaste” y alados por los delirios de codicia.
Si el estado no los circunda con justicia eficiente, vendrán nuevas oleadas de corruptos caraduras y corruptos con cara de boludos, y seguiremos viendo "el empresario exitoso en tiempo récord”, "el secretario de algún alto funcionario construyendo fastuosas quintas a toda su familia”, el "administrador público que pasa de usuario de autos comunes a lujosos vehículos de vidrios polarizados”, el de la humilde vivienda en nuestra ciudad, al de "la lujosa casa quinta en cercanas localidades rurales” al de "la jubilación exuberante aunque jamás haya aportado.” etc, etc, etc.
Los corruptos caraduras y los corruptos con cara de boludos sólo tienen como forma de vida la rapiña y si deben gestionar algún evento legal aunque viciado de legitimidad no dudan en seguir su camino hacia el podio de la codicia. Así proceden los corruptos caraduras y los corruptos con cara de boludos, poco les interesa ser rechazados socialmente y menos alejarse de su círculo familiar y de afectos.
Vale la pena subrayarles a adolescentes y jóvenes que, los que se dedican a llenar bolsos y cajas de seguridad de dinero ilegítimo están enterrando al mismo tiempo las mejores cualidades del ser humano y que esas mismas fosas de bolsos escondidos, cajas de seguridad, fastuosas mansiones, serán las propias cárcavas en la que terminaran atrapados.
Hugo Costanzo