Por Luis Ernesto Rositto
Danza con lobos y cacerolas…
•Un poco de historia
La modalidad de protesta conocida como "los cacerolazos” nació en Chile durante el gobierno socialista de Salvador Allende, del partido de Unidad Popular. Desde su elección en 1971, fue víctima del desprestigio instrumentado por la prensa poderosa, los sectores ultraconservadores de derecha, el Ejército y la Iglesia Católica y una de esas armas fue la economía.
Con la complicidad del gremio de los camioneros, crearon un gran desabastecimiento con el objetivo de socavar la popularidad del gobierno socialista.
En consonancia con esta estrategia, y con el apoyo de la prensa, más directamente el diario "El Mercurio” se empezaron a organizar "marchas de ollas vacías” desde los sectores más exclusivos de Santiago y que tuvieron eco en los barrios más ricos de la capital, no así en las poblaciones, donde los pobres se organizaron para soportar el desabastecimiento provocado por la derecha.
Uno de estos cacerolazos en los que participaron las esposas de los oficiales que luego comandarían el golpe de Estado, fue en la casa del edecán militar de Salvador Allende, el comandante de la Armada Arturo Araya Peters quien se vio obligado a renunciar tras una feroz campaña de desprestigio llevada adelante por la prensa. Tiempo después, Araya fue asesinado.
•En nuestro país
La primera oportunidad que en la Capital se repudió espontáneamente golpeando cacerolas contra un discurso presidencial fue el 19 de diciembre de 2001, con el entonces presidente Fernando De la Rúa.
•Campo vs. Gobierno
El paro agropecuario, lock out y bloqueo de rutas en Argentina de 2008 fue un extenso conflicto en el que organizaciones del sector empresario de la producción agro-ganadera en la Argentina, encabezadas por la Sociedad Rural Argentina, Confederaciones Rurales Argentinas, CONINAGRO y Federación Agraria, tomaron medidas de acción directa contra la Resolución nº 125/2008 del Ministro de Economía Martín Lousteau, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, que establecía un sistema móvil para las retenciones impositivas a la soja, el trigo y el maíz. Eso sería la crónica muchas veces repetida del enfrentamiento entre los sectores ganaderos, terratenientes, una clase social alta, acompañada en su lucha contra el modelo nacional y popular que le "metía la mano en el bolsillo”, por pequeños y medianos productores que eran, a la sazón, los más perjudicados.
•A poco andar del gobierno de Macri… mostró la hilacha
Lo que se decía en campaña que no iba a pasar, pasó. Pienso que alguien debería decirle al presidente que el fin no justifica los medios. Esa frase que sirve para vivir dignamente, debería servir para pensar y repensar los daños colaterales que producen slogans vacíos como "pobreza 0”. Suena utópico en un gobierno de tecnócratas, más preocupados en que los números cierren, que en revertir la pobreza endémica de grandes sectores de argentinos. Porque cualquiera sabe que hay gente que estaba viviendo a dos pasos del abismo, y siendo optimistas podríamos decir que estos aumentos –por más racionales y necesarios, que les parezcan a quienes los firman- son a todas luces el empujón que deja al borde de ese abismo a millones de personas. Queda claro, entonces, por más caras compungidas que pongan en público, que no les importa la perversa desigualdad social, que se agiganta con este tipo de medidas, que se traduce en el empobrecimiento de nuestra sociedad, generando humillación, prejuicio y degradación social.
Y, como diría mi amigo Musolino, "esta pomadita es para todos estos zapatitos”, ya que no sólo en el Obelisco se concentraron las bocinas y cacerolas. En cientos de ciudades de la Patria interior, sus habitantes en un numero significante (aunque desde el Gobierno nada se dijo el día después) salieron a la calle a manifestar su "descontento” con la subas de tarifas y, porque no, con otras medidas antipopulares del gobierno del ingeniero Macri. Fue casi una copia en todos los lugares. La fuerte presencia de comerciantes y vecinos que, entremezclados por banderas de diferentes partidos y agrupaciones, llevaron más gargantas que cacerolas: el ruido de tambores y del golpeteo de ollas y sartenes, cedían solamente ante las canciones y los bocinazos de los manifestantes. No llegaron en micros ni camiones. No había humo de choripanes. Por el contrario, en muchos lugares llovía, y en ese horario ya comenzaba el partido de Boca. Así y todo lo que por momento parecía un festejo, no era otra cosa que una rabiosa protesta. Se veía gente que llegaba en grupos chicos, de sectores medios, que se manifestaban con la extraña alegría de estar cantando su grito de protesta. Se mezclaban los "trapos” de todos los sectores políticos, sindicales, organizaciones libres del pueblo, etc. Pero la mayoría, en cada manifestación, eran sin dudas vecinos sin identificación con ninguno de los grupos presentes. En todos lados se impuso la presencia de carteles que criticaban, obviamente, al tarifazo y al gobierno nacional. Todos mezclados con las mismas consignas, pese a que era evidente la diversidad que componía cada grupo de manifestante, en cada ciudad. Quizá sea ese el rasgo que distinguió a esta protesta, el primer "cacerolazo” a Macri, con todas las que se pudieron gestar o promover en la última década. Seguramente esta, del 14J, fue mucho más parecida a las que inicialmente comenzaron a gestar el proceso que culminó con el fatídico 20 de diciembre del 2001. Y esto es lo más preocupante, sobre todo si quienes deben hacerlo no toman cabal dimensión de la realidad y corrigen el rumbo a tiempo. Aunque según Aranguren los tarifazos no cubren costos y quedan en pie futuros aumentos. Los que seguro no vamos a quedar en pie somos los pobres argentinos.