Por Diego Manusovich
La hilacha
Ya se va enfriando la economía.
Lentamente van cerrando algunos negocios y la gente empieza a recortar gastos. Ahora muchos sueldos alcanzan justo o no alcanzan. Las empresas empiezan con retiros voluntarios o simplemente echan gente.
Los que votaron un cambio de modelo lentamente van aspirando el veneno del neoliberalismo de derecha y ya la sonrisa festiva se les transfigura en una mueca. Lo dijimos cien veces en todos los idiomas, los gobiernos de derecha no sólo compran a los medios de comunicación para hacerle creer al pueblo que los gobiernos populares son corruptos hasta el infinito, si no también, que profundizan las asimetrías sociales.
Este gobierno nacional de "gente tan transparente” (El Ministro de Defensa tiene 18 millones de pesos en acciones de la petrolera Shell y sigue como si nada, o los -Papeles de Panamá- que pusieron de manifiesto empresas inventadas para evadir impuestos del actual presidente, o su amigo Nicolás Caputo que no para de recibir el favor de licitaciones públicas) este gobierno nuevo de seres humanos "tan pulcros” que venían a terminar con la mafia kirchnerista, está empezando a mostrar la hilacha. Pero eso no es lo que más me preocupa. Repetimos una vez más, la corrupción cruza a toda nuestra sociedad desde los ferreteros que no te dan factura, hasta los carniceros que no tienen posnet porque toda la carne está en negro. Desde médicos prestigiosos que cobran regalos de los laboratorios por recetar determinado medicamento, hasta empresarios que tienen en negro a sus empleados.
Lo que más me preocupa es que la mismísima vice presidenta de la Nación dijo: lo que vivieron las mayorías en el anterior gobierno fue una fantasía. Eso de salir de vacaciones, comprarse un televisor o un celular moderno con un sueldo medio, era una fantasía…
Esa es la verdadera cara del neoliberalismo. Eso es lo que piensan de la sociedad: algunos ricos plagados de derechos con consumos materiales y culturales; y la mayoría pobres trabajadores llegando a gatas a comer a fin de mes. Eso no lo dijeron en la campaña electoral y la gilada entró como por un tubo.
Macri y su gobierno de gerentes de empresas concentradas y multinacionales no le va a dar mejor calidad de vida al pueblo argentino. No van a querer que las clases populares asciendan a bienestares mejores, ellos aspiran a una sociedad con pirámides más marcadas.
Y ahí vamos…, este gobierno goza aún de mucha protección mediática y de una particularidad genética: a muchos argentinos les gusta sufrir masticando vidrio. Yo no sé si es el síndrome de haber venido como inmigrantes desde tierras lejanas y sufrientes a vivir en un país nuevo al mando de gobiernos históricamente brutales y egoístas. No sé, tal vez está grabado en nuestro ADN que cada tantos años necesitamos mandar nuestro confort a la mierda y votar verdugos que abran la importación, malogren nuestro salario y enfríen la economía.
Tal vez es parte de nuestro destino histórico…
El camino al desarrollo sólo está disponible para pueblos con coraje que no están dispuestos a rifar su futuro. Está visto que nosotros somos una clase de pueblo que necesita sufrir y padecer tiranos económicos y sociales de vez en cuando. Es parte, sin dudas, del encanto y el misterio argentino.
Somos tan especiales como el tango.
Somos tan pasionales, tan poéticos y tan frágiles como una canción susurrada al oído una noche helada de otoño.
Seguimos pensando.