Por Luis E. Rositto

Britos y la gestión en tiempos de Macri

domingo, 18 de diciembre de 2016 · 00:56

No vivimos un buen año. De eso estamos seguros todos los argentinos. Debe ser lo único en que hay coincidencia total. Por una parte no hubo modificación alguna en términos sociales, con la pobreza instalada como un mal endémico atajado malamente por la enorme cascada de dinero que son los planes sociales.

A la vista de la política económica, no parece que quepa esperar tampoco grandes novedades de bonanza para 2017 en este sentido, sólo lo que impulse el año electoral. Mientras tanto sufrimos los avatares de aumentos ciclópeos en servicios esenciales para mantener la dignidad de los hogares, aumentos que en muchos casos serán imposibles de afrontar. Consecuencia: una brecha más abierta e incontrolable aún entre ricos y pobres.

En este escenario y sus consecuencias éticas, políticas, económicas y ecológicas se desarrolló el primer año de gestión del Intendente Guillermo Britos.

Si bien la actual administración llega al gobierno ganando una elección por un escaso número de votos, también es cierto que se impone sobre un espacio político (PJ –FPV) que gobernó Chivilcoy durante los últimos doce años, de la mano y con el apoyo del ex Ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo.

Triunfo que también encuentra viento de cola con el arrastre de la conducta electoral que se manifiesta a nivel provincial y nacional en busca de "cambios”, con un gobierno nacional y administraciones provinciales que evidenciaban ya un desgaste por el transcurso del tiempo en el ejercicio del poder, y la falta de reflejos para realizar los recambios de funcionarios que no estuvieron a la altura de las circunstancias, salpicando con hechos de corrupción e ineficiencia a su proyecto de gobierno.

Esa expectativa ganadora, -sinónimo de orden, de cambio y de mejor administración de los recursos- que supo construir el actual gobierno municipal, y ese "cambio” que se dio a nivel nacional y provincial, es precisamente la vara con la que hoy se mide la gestión. Y a la hora analizar los hechos de gobierno es necesario reconocer que la administración Britos no pudo escapar a los avatares del gobierno del ingeniero Macri, donde la inflación, la caída del poder adquisitivo, el cierre y la falta de fuentes de trabajo, etc. impactaron –directa o indirectamente- en el gobierno local.

Los primeros meses de gestión nos mostraron a un intendente activo y muy confrontativo. Teniendo su pico más alto en este sentido, en el enfrentamiento político-personal con el actual Viceministro del Interior, Sebastián García De Luca.

Pero volviendo a la expectativa generada en campaña por la actual administración, también es cierto que más allá de esos factores "externos”, se advierten algunas cuestiones que son propias del actual gobierno municipal, y que tal vez tengan que ver con la impronta que el señor intendente le imprime a su gestión. No todo depende de recursos provenientes de la nación y la provincia. El municipio tiene su presupuesto y sus fuentes de recaudación. Y a la hora de invertir los recursos existentes es notorio que la obra pública ha decrecido notablemente con respecto al ritmo que se venía ejecutando; la seguridad -a la cual se ha destinado una importante cantidad de recursos, ya sean humanos o económicos- está lejos de ser una bandera a enarbolar todavía; en el área de educación los mayores logros fueron realizados con los recursos del Fondo Educativo girado por la nación. En otros órdenes, como la salud pública, ésta se ha visto afectada en los últimos días por conflictos entre las autoridades y distintos sectores representantes del área que han derivado en paros y falta de atención en Hospital Municipal y CAPs; el reordenamiento administrativo no muestra grandes cambios, más allá del incremento del personal municipal; los informes de la Comisión Investigadora creada ad-hoc al expedirse sobre el desempeño y los actos de unos muy pocos funcionarios de la anterior administración, "liberaron” de sospechas al resto.

"La corrupción como práctica personal y social, sin ser moralistas ni utópicos, tiene que ser prohibida y reducida a niveles compatibles con la condición humana decaída y corruptible. Hay que rescatar los sentimientos de vergüenza y de culpa, sin los cuales nuestros esfuerzos serán inútiles. Sin vergüenza no hay culpa”.

Uno de los puntos altos es lo realizado por la Secretaría de Cultura, a cargo de Adrián Vila, que merecía un párrafo aparte y fue desarrollado en la revista CLIP de este mes.

Seguramente, un primer año de gestión de cualquier gobierno sirve entre otras cosas, para ajustar su funcionamiento. Es de esperar que la actual administración (y acá nos estamos refiriendo tanto al sector del oficialismo como a los sectores de la oposición con representación institucional, porque a estos también les cabe la responsabilidad de cumplir el rol para el cual fueron elegidos por la ciudadanía) comience el año próximo –muy especial, por cierto, por ser un año electoral- redoblando todo el esfuerzo y agudizando la inteligencia para corregir lo que se ha hecho mal, mejorar lo que se puede mejorar y repetir lo bueno logrado, que también existe.

 

 

Comentarios

18/12/2016 | 23:32
#164795
Porqué dice que cultura está bien? Vila no hace cultura Popular tampoco..