Opinión
Prohibiciones y valores
Por Diego ManusovichLas prohibiciones no pueden reemplazar a los valores. Prohibir la venta de bebidas alcohólicas luego de las 21 hs. es como prohibir que se tome sol de 11 a 16 hs. El sol tomado sin escrúpulos puede lastimarnos la piel en forma severa y hasta producirnos cáncer, sin embargo a nadie se le ocurriría prohibir su exposición.
Pretender que una sociedad aprenda a ser responsable de sus hábitos a través de la prohibición del horario de despacho es tan infantil como pretender enseñar a través de la violencia. El ser humano ha aprendido a lo largo de su evolución a eludir las prohibiciones con creatividades de todo tipo. Si los negocios cierran a las 21 hs compra antes, si un negocio no vende se va a otro. Si ponen cámaras en kioscos del centro, se va a la periferia, etc.
Las sociedades más evolucionadas invierten una gran cantidad de recursos en la educación de sus ciudadanos. Desde edades tempranas el hábito del consumo saludable de alcohol, el manejo y respeto en la convivencia vial, el cuidado hacia los demás previniendo ruidos molestos, el pago puntual de las tasas municipales, etc. son la mismísima matriz que homologa la responsabilidad de las conductas de todos los ciudadanos. Luego, en algún que otro caso aislado, actuará la ley sin piedades. Pero pretender prohibir y perseguir sin enseñar es una escena grotesca del subdesarrollo. Sólo por dar unos ejemplos: el 99% de los cruces de calles no tiene pintada la senda peatonal. El primer paso de cualquier Estado que quiera reorganizar sus convivencias viales es "ocupar el espacio público” con sus señales. El 99% de las calles y avenidas de nuestra ciudad tampoco tienen carteles con la indicación de la máxima velocidad permitida. El espacio vial está literalmente abandonado por el Estado que viene ignorando desde hace décadas su papel central a la hora de enseñar para prevenir muertes totalmente prevenibles.
Debemos confiar en nuestras capacidades de aprendizaje y no caer como comunidad en dogmas autoritarios y sólo represivos propios de funcionarios sin demasiados conocimientos. Caer en "la mano dura” pretendiendo vigilar y castigar solamente es una respuesta inútil que lo único que promueve es consuelo pasajero. ¿Acaso las cámaras del centro disminuyeron los hurtos callejeros? ¿Acaso el monitoreo en vivo le enseñó a los delincuentes a cambiar sus hábitos por trabajos respetables?
Hay muchas formas de generar cambio cultural en relación a los consumos excesivos de alcohol. Hay muchas formas de generar cambio cultural en relación a la prevención de incidentes de tránsito, simplemente hay que investigar los cientos de casos exitosos que han puesto en marcha otros municipios en el mundo cuando tuvieron que enfrentar retos similares.
El Estado local debe enseñar con paciencia, constancia y programas educativos eficientes cómo construir responsabilidad en sus ciudadanos. Responsabilidad en la convivencia de nuestras máquinas y nuestros cuerpos en la vía pública, responsabilidad en la convivencia entre varones y mujeres, con el alcohol, con las sustancias adictivas, la convivencia nocturna en las plazas, el pago de los impuestos, las coimas a entes estatales, las corrupciones en el manejo de los fondos públicos, etc.
No podemos caer en aparentes soluciones de facto o mágicas para resolver todos nuestros problemas públicos… ¿necesitaremos una cámara que filme cada kiosco? ¿Necesitaremos un láser que mida la velocidad de cada moto? ¿Necesitaremos cascos interactivos con GPS que señalen cuando se usan y cuándo no? ¿Cada equipo de sonido tendrá incorporado en el futuro un chip que avise a la súper patrulla cuando un ciudadano inescrupuloso aumenta el volumen con total indiferencia y molesta a los vecinos? ¿Necesitaremos poner en cada negocio chivilcoyano una alarma que detecte cuando no entregan factura o no tienen posnet para usar las tarjetas?
Somos seres humanos. Los pedagogos estamos convencidos que podemos enseñar casi cualquier cosa a cualquier persona con los métodos y las herramientas apropiadas para que la gente sea responsable los 365 días, en diferentes contextos y sin la necesidad de un control represivo. La moral del respeto a los demás debe ser un cambio cultural y duradero. Esa es la verdadera revolución democrática y la auténtica senda del desarrollo.
Sin educación seria no serán suficientes 40 ni 400 agentes de seguridad.
Seguimos pensando.-