Guillermo, Sebastián y la historia que los parió…

Hace mucho que los chivilcoyanos a pesar de ser argentinos, dejamos de creer que "somos un país condenado al éxito”. Es más creo que nadie se lo creyó. Pero se instaló en el imaginario colectivo como una verdad a medias o, mejor dicho, una mentira a medias; teniendo en su elaboración más de ego que de sustento real.

Y ya que hablamos de ego, ¿no será sólo eso lo que hace que nuestro actual Intendente Dr. Guillermo Britos esté tan enfrentado con el Viceministro del Interior Sebastián García De Luca? O viceversa.

La política y su sublimación real y concreta que son las elecciones, ya les dio a ambos un lugar importante en la historia. Ambos fueron paridos -directa o indirectamente- en las generales de octubre y el balotage de noviembre.

Ambos saben –deberían saberlo- que históricamente el endurecimiento de las posiciones a ultranza, nunca fue solución de nada o, por lo menos, resultaron onerosos. Los grandes cambios en la historia están ligados al renunciamiento, al diálogo, al consenso.

Cada uno tiene sus propias definiciones, dialécticas, doctrinarias y filosóficas. Convengamos en que una discusión en cualquiera de esos aspectos sería un viagra para la democracia. Pero también un eslabón en la historia de nuestra patria chica, potenciador de situaciones conducentes a lo que debería ser la esencia de todo gobernante en la intención de movilizar acciones tendientes a generar los cambios que impacten en la vida de los desposeídos, los humildes, los desheredados de la historia, los marginales, que son los seres humanos que dentro de la sociedad se sacrifican, luchan denodadamente para vivir, pero jamás alcanzan a resolver sus necesidades más apremiantes. En su mayor parte nunca alcanzan a disfrutar situaciones siquiera humanamente decorosas de vida.

Empleados y obreros que trabajan bajo el imperio de cuerpos legales, buenos o malos, y pertenecen a patronales o empresas que –buenos o malos-, los explotan en su provecho y alcanzan, por lo menos casi siempre, algún decoro en su vivir, aunque con ingentes sacrificios y privaciones, también pertenecen al pueblo.

Si no entendemos que el hombre de pata en el suelo es –debe ser- el actor y destinatario de todas las políticas actuales inmediatas y no esperar a que la bonanza –que nunca es definitiva- "venga por añadidura” como dicen las sagradas escrituras o por la teoría del derrame, como dicen los tecnócratas.

Aunque, como muchos chivilcoyanos, no logro vislumbrar el disparador de esta pelea, ya abiertamente instalada, hago votos para que ambos dejen de mirar sus propios ombligos y de jugar a quien la tiene más larga, para hacer foco definitivamente, más allá de sus capacidades, que ambos las tienen y son las que los han puesto en los cargos que ostentan, pero que sólo deberían ser –en vez de lugares donde construir poder- el vehículo para empoderar un futuro que por ahora se ve devaluado y sin sueños.