Opinión

La prueba

Por Leandro Crespi
domingo, 2 de agosto de 2015 · 00:39

Saquen una hoja y luego de dictaminar números posibles hagan apuestas. Pueden ser apuestas entre amigos, vecinos o parientes. En otras épocas las hacíamos entre adversarios.

Recuerdo, por ejemplo, las elecciones de 1987. La U.C.R. gobernaba la provincia de Buenos Aires con el doctor Alejandro Armendáriz y llevaba de candidato a gobernador a Juan Manuel Casella. Por el Partido Justicialista iba quien luego sería electo gobernador: el doctor Antonio Cafiero.

Pero en la local la cosa estaba que ardía porque si bien el Justicialismo gobernaba había perdido la elección de 1985 de renovación de concejales.

Y con un amigo peronista nos chuceábamos para pactar una apuesta importante en dinero. La cuestión fue que yo me quedé seco una semana antes de la elección y no pude hacerla. Pero en mi fuero íntimo estaba segurísimo que el Vasco Larralde le iba a ganar a Jorge Juancorena.

Cuando empecé a ver los primeros resultados de la Escuela Normal no podía creer que tanto Casella como el Vasco Larralde no iban ganando. Mi seguridad y mis pronósticos no cotizaban ni un centavo. Le había errado de acá a La Quiaca.

Obviamente quienes andamos en política siempre creemos que tenemos la última y que nuestros juicios son exactos. La verdad es que la realidad nos termina ubicando en el lugar que nos corresponde.

El domingo 9 de agosto hay quienes pasarán a octubre pero de diferente forma, según el resultado. Mi intuición me indica que los dos primeros lugares para Intendente, tienen nombre y apellido: Darío o Guillermo, Britos o Speranza para no herir la susceptibilidad de ninguno. El podio lo completará el frente Cambiemos y ahí pujarán José Ferro del Pro con los representantes radicales: Lourdes Zaccardi y Luis Mariano.

En las tres listas hay radicales pero en una sola hay macristas Cuánto aporte Macri a su pollo local es muy importante, ya que muchos votos podrán ser los radicales pero se dividen por tres.

Luego están las demás listas que pujarán por llegar a octubre.

Como se ve, cada uno atiende su juego. Los que compiten para ganar, los que pretenden un buen resultado y los que hacen un esfuerzo para mostrar sus candidatos y propuestas con la mística de las ideas. Sin fondos ni marketing, ni encuestas que los conmuevan.

Del otro lado, están los votantes que saben que ésta resulta la previa de octubre. Que observan las distintas alternativas y el menú de propuestas. Algunas que pretenden la continuidad, otras el cambio. Pero que, sin duda, permitirá posicionar a todos frente a una realidad distinta. El pueblo decidirá y el veredicto será inapelable. Claro que falta mucho hacia octubre para lo que significa el cortoplacismo de una sociedad compleja que, con sus más y con sus menos, tiene una vez más el futuro en sus manos.

 

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