Opinion

Chivilcoy: la ciudad y la aldea...

lunes, 6 de abril de 2015 · 11:41

Los que entendemos al periodismo como una especie de antesala de la historia siempre debemos tratar de que no nos preocupe trascender personalmente a través de lo que escribimos, vemos o reflejamos, sino que lo que trascienda sea la ciudad, nuestra ciudad, su gente y todo lo que tiene de positivo, de noble, de creativo; que no es poco.

Hoy Chivilcoy está escribiendo su historia, una historia rica en concreciones y aplausos, con algunas polémicas, con matices, con objetivos firmes -aunque entendamos que la firmeza, aún cuando puede ser tomada como un valor positivo, no alcanza para dar entidad a algunas decisiones-.

Pero como en toda historia, subyace en ella la oscuridad de silencios, de compromisos equivocados, de corporaciónes intocables. Hay temas que nos quedan grandes a todos, -porque todos tenemos culo- como el agua, la droga, por citar algunos de ellos, donde nos damos cuenta que es más fuerte la aldea. Ese Chivilcoy que es un entretejido de compromisos sociales, económicos, de clase, de corporaciones, capaces de tapar el sol con las manos. Hay muchos temas de los que no se habla. Secretos a voces silenciados desde la oscuridad del que más puede, la ignorancia -a veces- y hasta desde el miedo que generan ciertas situaciones. De esto no escapa nadie. Y esto es una opinión muy personal de la que me hago cargo, no porque la tenga más grande que nadie, sino porque no me gusta involucrar a compañeros o colegas con MI opinión...

Siempre entendí el trato entre los periodistas y la policía como una relación anómica, en cuanto a que -a veces- los unos quieren noticias que la gente consume y los otros quieren mantener calmas las estadísticas, lo que no es tan fácil en una ciudad donde se pueden realizar robos importantes frente a la plaza pincipal, robar y desarmar una moto en cinco minutos, aunque sí es relativamente fácil detener a jóvenes que se fuman un porro en una plaza cualquiera, lo cual reconozco que se ajusta a la ley y la policía debe actuar siempre de acuerdo a lo que marca la ley. En lo que nunca voy a estar de acuerdo es en la estigmatización que se hace con estos jóvenes y sus familias al publicar sus nombres, más teniendo en cuenta casos en los que no hablamos de traficantes, que eso es otra cosa.

¿No será hora de que nos deje de importar lo que elegimos ver y hagamos centro en lo que deberíamos ver y exijamos como sociedad una respuesta -por lo menos posible- a todo eso?

A lo mejor nos está faltando imaginación para penetrar en los designios de las personas, en las entrañas de los hechos sociales, en las finalidades de los grupos de poder, y para, en fin, no dejar de tener en cuenta que los imprevistos suelen torcer o enderezar los sucesos.

Más allá de lo que cualquiera pueda hacer o haber hecho a título personal, estos temas tan llenos de silencios obligados, como faltos de certezas, me desconciertan, al punto de hacerme acordar una frase de Gandhi que decía: "mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear".


Anomia

"En el ámbito de la sociología se denomina anomia a la falta de normas o a la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad. Se trata de un concepto que ha ejercido gran influencia en la teoría sociológica contemporánea. También ha ofrecido una de las explicaciones más importantes de la conducta desviada. El término de anomia se emplea en sociología para referirse a una desviación o ruptura de las normas sociales, aunque no de las leyes".

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