Por Diego Manusovich

¿Y vos?

domingo, 29 de marzo de 2015 · 00:00

Los desequilibrios sociales duelen. Mejor dicho, los sufrientes en una sociedad desequilibrada, duelen. En la mayoría de los casos son seres humanos que tuvieron la desventura de nacer en hogares atravesados por los problemas. Hacinamiento, falta de aseo, agua poco potable, frío, alimentación escasa, falta de vacunación o medicamentos a tiempo, falta de ejemplos acerca de la dignificación del trabajo y el compromiso para sostenerlo, la responsabilidad de manejar el dinero, padres con adicciones, violencias de todo tipo... Estas personitas como vos y como yo tuvieron la desventura de nacer en hogares complicados pero, de eso estoy seguro, si hubiesen tenido las mismas oportunidades que nosotros, tal vez hubiesen llegado incluso más lejos.

 

Es así, es claro como el agua, pero sin embargo la mitad de los argentinos nos dividimos entre quienes realmente entendemos con compasión, misericordia y respeto a aquellos que tuvieron por azar estas angustiantes desventajas; y quienes responsabilizan a estos seres de todas las desgracias del conjunto.

 

La mitad de los chivilcoyanos creemos que nuestros semejantes desprotegidos son parte de nuestra comunidad y entre las agencias del Estado y la inclusión de todos, podremos ayudarlos con amor a restituir sus derechos. La mitad de nosotros entiende claramente que la primer solidaridad con estos ideales de justicia y reparación social es pagar los impuestos responsablemente. La mitad de nosotros cree fervientemente que el Estado es "la” herramienta que otorga tutela y apoyo a aquellos desventajados y que nuestra contribución es indispensable. Los argentinos que tenemos sensibilidad social no estamos preocupados por si los impuestos aumentan un peso más, estamos preocupados porque los gobiernos pongan en marcha los programas de reparación y recupero comunitario que permitan proteger a nuestras familias más vulneradas.

 

Pero la otra parte de los chivilcoyanos practica un deporte ideológico extraño, tal vez va a misa, es bautizado, confirmado y recontra confirmado y sin embargo no cree que algo de su ingreso tiene que ir a ayudar al resto de nuestra manada humana. Esos seres ganadores del sistemaque crecieron sanos, fuertes y estudiaron o abrazaron un oficio bien encaminados, quieren ganar más y más y lo único que quieren es arrojar a los sufrientes a las cárceles o a los precipicios que es lo mismo.

 

La mitad de los ciudadanos queremos que la totalidad estemos cuidados y contenidos por diferentes programas del Estado y por sobre todo que vayan en busca de los más castigados y traten de convertir su existencia en felicidad. La mitad de nosotros cree que todos tenemos el derecho de ser felices y que eso implica dar algo de lo que tenemos en aras del conjunto porque, justamente, este sistema capitalista reparte dones en forma muy desigual.

 

Por eso, cuando vemos tantos programas sociales que estimulan que los chicos y adolescentes desprotegidos vayan a la escuela y se vacunen nos regodeamos esperanzadoramente. A pesar de tener 200 años de historia zigzagueante, a pesar de gobiernos de facto y nefastos que socavaron nuestros más elementales sistemas de convivencia y solidaridad, hoy seguimos creyendo, al menos la mitad, que es vital resolver nuestros sufrimientos con equidad social.

La patria es el otro dijo alguien que quedará en la historia. Y yo, aplaudo de pie.

 

¿Y vos? ¿De qué lado de la sensibilidad social estás?

 

Seguimos pensando.-

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