Por Luis Rositto
Fiestas "privadas" en las quintas... la nueva Pyme
Cualquiera puede hacer de su culo un pito, siempre y cuando se respeten reglas mínimas -y máximas- de convivencia y, sobre todo, los ordenamientos contravencionales y de permiso y habilitación, necesarios en los casos donde se expenden bebidas alcohólicas y se cobran entradas. En algunos casos bastante picantes.
Con el flexible nombre de "fiesta privada" y sin ningún tipo de control ni de autorización municipal y policial se vienen realizando en lugares sin ningún tipo de inspección y, por lo general, con comodidades para una familia numerosa y algunos amigos. De allí a amontonar 200, 300 y más personas, vender alcohol, usar el natatorio, son actitudes de riesgo, que quedan supeditadas a "la buena de Dios". Ni hablar del acceso a las mismas de menores sin ningún tipo de control. Personalmente soy un convencido de que cualquiera puede compartir espacios, momentos, bebidas, emociones con amigos y conocidos o con quien se le cante, pero lucrar con esto conlleva un sinnúmero de compromisos a cumplir por la seguridad de la gente que concurre a estos eventos. ¿Qué tipo de responsabilidad tiene alguien ante un suceso desgraciado o ante una pelea que deje heridos, más allá de una cabeza hueca y/o una billetera gorda?
Hemos visto con agrado que se han realizado algunas clausuras de estas fiestas. Esperemos que se continue e incremente esta actitud, sobre todo porque la inventiva para promocionarlas tiene que ver con el boca a boca o algunas claves en las redes sociales.
Municipalidad, policía, bomberos son imprescindibles para autorizar y legalizar, más allá de impuestos a pagar por habilitación del lugar, al Registro de Expendio de Bebidas Alcohólicas (REBA) y algunos más que deben abonar quienes, legítimamente, cumplen con estos requisitos.
La inconsciencia no tiene límites. Pero siempre, taxativamente, la vida se encarga de poner las cosas en su lugar. No esperemos a eso.
El Cromagnón que no fue...
Hablando de inconscienca, el año pasado nos salvamos de tener nuestro propio Cromagnón, porque una maestra de la Escuela Nº 5, escuchó ruidos raros en el techo, recientemente colocado y al otro día se decidió cambiar de aula. Esta acertada medida hizo que al desplomarse el techo, no hubiera ningún alumno en el aula. Después, como siempre, algunas aclaraciones, declaraciones de circunstancias y nada más. De haber sucedido lo peor, seguramente, los responsables de la obra, quienes debieron haber controlado los materiales usados, la hubieran pasado ¿mal? Pero bueno, el achicar costos tiene su costo. Sólo que de haber ocurrido una desgracia no hubiéramos escuchado pelotudeces como que había tenido que ver en el caso, el viento de la noche anterior. No supimos, -a lo mejor por nuestra culpa-, que pasó después con la empresa responsable, con quienes debían controlar... pero no se habló más del tema. Después que se cayó el chico, María tapó el pozo...
Hay que dar vuelta un mundo. Pero cada lágrima que corre allí donde podría haber sido evitada es una acusación y es un criminal quien, con inconsciencia brutal, aplasta una pobre lombriz.
Rosa Luxemburgo