Opinión

Canales Clandestinos

Por Carlos Rogelio Orellano
miércoles, 18 de noviembre de 2015 · 00:00

Con la última inundación que sufrimos los habitantes de estas tierras, sobre todo este año, surgieron varias hipótesis esgrimidas para justificar, o al menos, tratar de entender el porqué de estos anegamientos extremos que surgieron, incluso en lugares hasta entonces sin historias similares vividas, por causa de estos fenómenos meteorológicos.  Hemos escuchados dos ó tres causas principales que explicarían sobremanera esta situación. 

Al márgen de la cantidad de agua caída en poco tiempo, que no hay drenaje posible que sea exitoso, se han agregado otras explicaciones como son la siembra directa y los canales clandestinos abiertos por los dueños de los campos, para sacar toda el agua acumulada y drenarla hacia las cunetas, al costado de los caminos.  Respecto a lo primero, habría que hacer un análisis más exhaustivo y por quienes estén en condiciones de hacerlo.  Porqué este método atenta contra el buen escurrimiento del agua y si verdaderamente esta técnica de siembra hace cada vez más impermeable el suelo.  Vayamos al que queda y que sería el de más fácil solución, sobre todo, porque ponerle el mote de clandestino, necesariamente implicaría que es una práctica no permitida, ilegal. 

Viniendo desde Chivilcoy hacia la localidad de Gorostiaga, sobre la Ruta Nº 5, claramente se puede ver que aún hoy siguen abiertos algunos de esos canales que surcan cientos y cientos de hectáreas de campo.  No podemos menos que preguntarnos el porqué, si hemos escuchado que lo primero que había que hacer era obligar a los propietarios de esos campos a cerrar definitivamente esos canales abiertos ilegalmente.

En Gorostiaga particularmente, hemos sufrido varios días de inundaciones en nuestras casas.  Si bien hasta hoy se han hecho varios trabajos para ser más eficiente el drenado del pueblo, me pregunto si será suficiente. Si esos canales siguen tirando el agua para que escurra, esa agua necesariamente pasará, hasta llegar a su cauce natural, por nuestras calles, inundándolas. 

¿Quién se atreve a ponerle el cascabel al gato?  Hay dos explicaciones posibles: que los dueños de esos campos tengan un poder y una impunidad absolutos ó que los encargados de hacer cumplir la ley sean unos incompetentes.  Tal vez la combinación de ambas cosas. ¿Porqué no?

Evidentemente si es lo primero, más o menos nos damos cuenta de quienes pueden ser. ¡Siempre los mismos! 

Si es lo segundo, es aún más grave.  Porque viéndolos, a algunos de los nuestros políticos, no demuestran más que presunción, aire de políticos superados, tomando café en las confiterías más bacanes. Eso sí: siempre mirando desde arriba y arreglándose el flequillo para la foto.

Por eso urge exigirles a los responsables actuales y a los que vendrán, que traten al menos de ser eficaces y cumplir con el mandato que le dieron sus votantes (los verdaderos dueños del poder). Que sean eficientes: ¡Sería fantástico!

Bregar por el bienestar general de la gente, tratando de hacer todo cuanto esté a su alcance para evitar otra tragedia como la vivida. Que no se fijen tanto en los apellidos de los poderosos, sino que los obliguen, con armas legales (que las hay), a cumplir con la ley.

En la década del ’60 – ’70, nos habían inculcado, (forma en que nos "civilizaron”), que todos somos iguales ante la ley.  Eso es lo que surgía de aquel "Manual del alumno bonaerense” en el cual abrevábamos. Desde aquel entonces, hasta la actualidad, la realidad nos demostró con creces, que no es así.  Aún hoy, La Corte Suprema de Justicia de la Nación, ratifica, con sus últimos fallos, que la igualdad ante la ley, en muchos casos, no es nada más, que una hermosa utopía.

 

Carlos Rogelio Orellano

 

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