Opinión

Una interpretación cultural de los hechos políticos

Por Fernando San Romé
sábado, 17 de enero de 2015 · 00:00

Cristina Fernández de Kirchner nunca dijo que promovía el socialismo como forma de vida de los argentinos, ni que en su gobierno el Estado iba a controlar los medios de producción. Por lo contrario, propone un capitalismo en serio, una fuerte participación del Estado para recuperar la economía, el consumo y a través de éste fomentar el crecimiento industrial y el empleo, tratando de convencer a los empresarios sobre su rol en cuanto a responsabilidad social, tratando de encontrar el objetivo tan codiciado por el peronismo: la burguesía nacional.

Sólo con estos guiños de ojo a los sectores progresistas y de izquierda nacional le bastó al Kirchnerismo para sumar fuerzas provenientes de ese sector ideológico y seguirlo en su aventura de gobierno, desde un 22,24% de porcentaje de votos en 2003 detrás del menemismo, pasando por la construcción de poder de Néstor Kirchner, hasta el 54,11% del 2011 donde la Presidenta arrasó a los oponentes. En este análisis superficial es como se configura el espectro que compone al movimiento peronista y su alianza con el sector progresista que muchos defienden y militan entendiendo por enseñanza histórica y por convicción política que con el peronismo se engrandece la política, se transforma y ordena la sociedad basando las acciones en la justicia social, en recuperar los bienes del Estado, la cultura nacional, la independencia económica, la soberanía política y la integración latinoamericana. Cómo no sumarse a esta gesta si lo que dejó la crisis del 2001 fue miseria y exclusión, sobre todo generada en la última década del siglo pasado.

Uno se puede quedar patinando enprotestas sin propuestas, sin acción y sin llegar al poder a modo de la izquierda trotskista, o sumarse a la oposición político ideológica comandada por los economistas ortodoxos y toda la trouppe del establishment compuesto por la corporación político-judicial-empresarial y mediática, que configuraron el modelo de país impuesto y triunfador desde Rivadavia hasta esta época. Con todos los vaivenes de la historia socialnuestra Nación fue configurada desde una perspectiva conservadora liberal. La opción válida es sumarse al Peronismo desde abajo y militar por el proyecto Nacional y Popular que es el gran transformador social de los últimos 60 años en búsqueda de una identidad nacional y reparadora de los sectores postergados al igual que lo fue el Peronismo del 45.

Pues claro, la cultura liberal no tolera estos procesos de transformación y en este año electoral van a obstaculizar el camino del gobierno en la búsqueda de otro mandato, mediante sus mercenarios mediáticos, periodistas, jueces y fiscales, denunciadores seriales que ocultan sus verdaderas intenciones, así como los vendepatria de dondeemerge el odio que genera un gobierno que resignifica al Estado como benefactor, y que si bien no propone una lucha de clases, ha logrado el ascenso de algunas capas sociales a posiciones que nunca antes pudieron ocupar, por lo cual del plato que solo antes comían unos pocos ahora consumen millones de Argentinos.

El análisis de la cultura, según el antropólogo social Clifford Geertz, "no es una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”, que intenta explicar las diversas expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie pero pueden ser reveladas si uno logra descubrir lo denso de sus profundidades.

Los que ostentan el poder tienen intereses. El hombre, siguiendo a Geertz, "es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido”. Los hombres del poder compiten en la superficie de la política para lograr sus propósitos, movidos por el impulso ideológico y por los intereses personales, económicos y de status social, que es lo que está oculto. La pelea política es pública, es simbólica, es cultural y el que gane se queda con el proyecto de país, un país para unos pocos o un país para las mayorías, las minorías siempre relegadas y todos los que antes de este gobierno eran "los otros”.

Y el "Por qué” a estas cuestiones separatistas de la sociedad, de luchas intestinas por la hegemonía, de la famosa grieta que vulgariza Jorge Lanata y otros comunicadores, se puede hallar en el conocimiento del imaginario colectivo de la sociedad, en la relación que los ciudadanos tienen con el poder, en las alianzas que se tejen entre los seres humanos, en los valores y los deseos que tenemos, en nuestro comportamiento y la mirada hacia el otro, en el compromiso social y la sensibilidad. Estamos inmersos en esa urdimbre de significaciones.Por eso parece que hay dos países, que estamos divididos y que luchamos entre hermanos. La política es conflicto y es discusión, visibiliza esas divisiones y es bueno que eso suceda porque la homogeneidad tiende a que el poder sea mantenido siempre por las clases dominantes. Jamás van a ir tomados de la mano los represores con las organizaciones que defienden los derechos humanos, por más que vivamos en la misma patria. Jamás se van a unificar los ideales de izquierda con los de derecha. En términos políticos y culturales siempre se va a debatir y hay que argumentar las críticas y las intenciones. Nunca se va a buscar un acuerdo para relegar el proyecto colectivo a favor de un modelo individual, salvaje y neoliberal.

 

Por Fernando San Romé

Comentarios

24/1/2015 | 11:14
#164795
Sin embargo en todos estos años de gobierno peronista, la pobreza no disminuyó ni aumentó la producción nacional. Se mantiene la inequidad histórica y cuando los kirneristas dicen que estamos mejor hablan de ellos y no de todos los argentinos porque se enriquecieron en el poder o porque le entregaron un trabajito para ser súbditos rentados.
20/1/2015 | 19:56
#164794
Fernandoi ,como siempre tus analisis son ajustados a la realidad historica,tendriamos que tener mas seguido trabajos tuyos,que nos orienten y nos den animo por seguir luchando por argentina y por la patria grande.Gracias